Natales y una inversión que equilibre lo social, productivo y ambiental
El Plan de Zonas Extremas II promete cambiarle la cara a Puerto Natales y, por extensión, a toda la provincia de Última Esperanza. Se trata de una de las inversiones más ambiciosas del Estado en la zona, con una cartera que contempla más de $315 mil millones repartidos en 13 proyectos estratégicos a ejecutarse en los próximos diez años. La magnitud del esfuerzo es incuestionable, pero también lo son las interrogantes: ¿Será esta la transformación estructural que el territorio necesita?
Entre las iniciativas destacan la reposición del Liceo de Puerto Natales, la modernización del centro de salud Juan Lozic y la esperada ampliación del Aeródromo Teniente Julio Gallardo. Obras relevantes, sin duda, que apuntan a fortalecer pilares fundamentales como la educación, la salud y la conectividad. Pero hay elementos que exigen mayor profundidad en el debate público. Por ejemplo, la millonaria inversión en rutas y sendas de penetración hacia zonas de alto valor ambiental —como el glaciar Tyndall— requiere una planificación rigurosa que no sacrifique el patrimonio natural por el progreso mal entendido.
El cierre del vertedero municipal, aplazado durante años, y la entrada en funcionamiento del relleno sanitario construido en 2021 pero aún paralizado por trámites, revelan un problema estructural: la desconexión entre planificación y ejecución. La ciudadanía natalina necesita ver avances reales, no solo anuncios. Más aún, cuando se contemplan recursos para el cierre del actual vertedero y la ejecución sigue supeditada a decisiones administrativas que demoran sin explicación clara.
Otro punto crítico es la infraestructura portuaria, que hoy representa un cuello de botella para el desarrollo logístico y turístico. La intención de trasladar el puerto fuera del centro urbano y construir una nueva infraestructura mayor podría marcar un antes y un después, siempre y cuando no se repitan los errores de planificación que aquejan a otras obras inconclusas en la región.
La creación de una Zona Franca Remota, con $20 mil millones para la compra de terrenos, es una jugada audaz que puede potenciar la actividad económica local, pero también debe ir acompañada de un plan de desarrollo industrial serio, que impida que se transforme en un “elefante blanco” sin operadores ni impacto real.
Puerto Natales y la provincia de Última Esperanza merecen una transformación profunda y sostenida. El Plan de Zonas Extremas puede ser esa palanca.