La trampa de la inclusión: cuando las buenas intenciones no alcanzan
- Docentes acusan una implementación deficiente, sin equipos ni espacios adecuados. Sostienen que el modelo
actual del programa Pie sobrecarga a los profesores y no garantiza apoyos reales para los estudiantes.
Unos 2 mil 900 estudiantes en la región forman parte del Programa de Integración Escolar (Pie), una política pública que, aunque nace desde principios éticos y justos, está enfrentando serios cuestionamientos desde las propias aulas. El directorio regional del Colegio de Profesores advierte que la promesa de inclusión educativa en Chile se ha quedado sólo en las buenas intenciones.
Su presidenta regional, Alicia Aguilante Vargas, admite que en la práctica, esto ha sido más un discurso que una política efectiva. “¿Cómo hablar de inclusión cuando un solo profesor muchas veces debe atender a 35 estudiantes, entre ellos 5 con dificultades del aprendizaje, 2 con condiciones permanentes como Tea o discapacidad intelectual, y además otros estudiantes a quien el Estado no reconoce para la subvención y más aún sin contar con el apoyo constante y técnico necesario? Porque se debe aclarar que los profesionales del Programa Pie no alcanzan a estar todo el tiempo trabajando junto al profesor de aula con todo lo que implica el trabajo administrativo en papeles muchas veces innecesarios quitando tiempo a la atención primordial”.
Plantea que el Decreto 170, que regula la implementación del Pie, fue elaborado bajo un escenario educativo que ya no existe. La expansión de diagnósticos vinculados a la neurodiversidad y las crecientes exigencias del sistema han dejado a este marco legal obsoleto.
En muchos cursos se supera el límite permitido de estudiantes Pie sin que haya una respuesta estructural ni aumento de recursos y la co-docencia, prometida como base del trabajo inclusivo, raramente se implementa. Los especialistas, muchas veces itinerantes, apenas alcanzan a intervenir en las aulas. Tampoco se evalúa el impacto real de sus acciones. A esto se suma una deuda pendiente con las familias, que muchas veces enfrentan solas este proceso, sin orientación ni acompañamiento.
“La inclusión real no puede sostenerse sobre la espalda agotada del docente de aula regular ni del profesional especialista sobre exigido. La inclusión se transforma en carga, angustia, culpa y frustración cuando el sistema no entrega los medios para que sea efectiva y segura”, complementó.
El sistema exige resultados, pero entrega muy poco para lograrlos. Las llamadas “aulas de recursos” muchas veces son espacios improvisados o derechamente inexistentes. No hay zonas de contención sensorial para estudiantes con necesidades específicas. La formación sobre inclusión, en tanto, no es sistemática ni obligatoria, dejando a muchos docentes sin preparación frente a los nuevos desafíos del aula.
Recursos insuficientes
Acusan que el sistema exige un rendimiento casi milagroso a los docentes. Mientras los recursos Pie no alcanzan, las aulas muchas veces son pequeñas, improvisadas o incluso inexistentes. No hay espacios de contención sensorial adecuados, falta formación y actualización obligatoria y sistemática para todos los actores escolares y los profesionales de la educación diferencial no reciben reconocimiento salarial acorde a su especialidad, ni gozan del Bono de Reconocimiento Profesional, lo que constituye una discriminación institucionalizada.
Agresiones a educadores
La reciente agresión ocurrida en el Liceo de Trehuaco, Región de Ñuble, puso en evidencia una situación que se repite silenciosamente en muchas escuelas del país: la falta de apoyo profesional para estudiantes neurodivergentes, particularmente aquellos con autismo o trastornos emocionales graves. Estos estudiantes requieren acompañamiento permanente, como el de un profesor sombra, figura que en Chile ni siquiera está considerado dentro del sistema.
Cuando no hay intervención adecuada, estos niños terminan sobreestimulados, frustrados y, en algunos casos, reaccionan con conductas agresivas. El docente de aula, sin formación, ni respaldo, queda absolutamente expuesto.