Necrológicas
  • – Luis Rubén Bahamonde Bahamóndez
  • – Arístides Vargas Morris
  • – Bernardita Ojeda Vargas
  • – Antonio Guentelicán Guineo
  • – Pedro Antonio Sánchez Villarroel

“Hay que lidiar con el envejecimiento”, más que tratar de revertirlo

Domingo 20 de Abril del 2025

Compartir esta noticia
112
Visitas
  • El Censo 2024 confirma que Magallanes envejece más rápido que el resto del país. Ignacio Irarrázaval, director del Centro dePolíticas Públicas UC, plantea que el foco no debe estar en revertir esa tendencia, sino en adaptar el país para vivir mejor con ella.

Nos estamos volviendo viejos. Esa es la conclusión que más sobresale luego de los primeros resultados del Censo 2024, entregados el pasado 27 de marzo, que revelaron que Chile tiene un índice de envejecimiento de 79,0. Es decir, hay 79 personas de 65 años o más por cada 100 menores de 15. Una cifra que da cuenta de un cambio profundo en la estructura demográfica del país.

La situación en Magallanes es aún más alarmante. La región es la cuarta más envejecida del país, con un índice de 87,1, muy por encima del promedio nacional. Además, el promedio de edad en el territorio más austral alcanza los 38,9 años.

“Lo que estamos viviendo en Chile no tiene vuelta atrás”, afirma Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica de Chile, institución de investigación con más de 20 años de existencia.

A raíz de estos datos que vienen a confirmar una tendencia de hace varias décadas, se abren desafíos inéditos para las políticas públicas. Irarrázaval plantea que más que pensar en cómo revertir este fenómeno -a través, por ejemplo, de un alza en la natalidad-, lo urgente es adaptarse: “La posibilidad de cambiar esa curva es muy difícil. Por supuesto, hay que hacer esfuerzos, pero lo más importante es lidiar con el envejecimiento”.

Y ese “lidiar” implica transformar múltiples dimensiones del país y de las regiones: desde el empleo, la vivienda, la salud y la seguridad social, hasta la manera en que entendemos el envejecimiento en sí mismo.

Más años de vida,
menos hijos

“El envejecimiento tiene dos causas: uno es la caída de la natalidad y dos es la mayor esperanza de vida”, dice Ignacio Irarrázaval. De ambas, subraya que “el índice de envejecimiento está más fuertemente explicado por el aumento de la esperanza de vida”.

Chile, de hecho, con una esperanza de vida es cercana a los 81,6 años y supera en este indicador a varios países de la Ocde. “Es una buena noticia que las personas vivan más, entonces por eso hay que alegrarse”, plantea.

La baja natalidad, en cambio, tiene explicaciones estructurales difíciles de revertir. “La menor cantidad de nacimientos está fuertemente explicada por la caída en el embarazo adolescente y porque las mujeres entre 20 y 24 años se mantienen en el sistema de educación superior”, sostiene Irarrázaval.

Y aunque las mujeres de entre 30 y 35 años mantienen tasas similares a las de hace una década, “entran más tarde a la etapa reproductiva, por lo que tienen menos tiempo para aportar más nacimientos”.

Concluye sin rodeos: “Lo que estamos viendo es algo positivo. Nadie va a ir a decir que vuelva el embarazo adolescente (…) La caída en la natalidad está para quedarse”, y es a ese contexto al que hay que hacerle frente.

Viviendas

El envejecimiento también se refleja en el modo en que habitamos. El crecimiento de viviendas unipersonales o habitadas por parejas mayores es una tendencia cada vez más marcada. Para Irarrázaval, este cambio en la estructura familiar “plantea desafíos concretos que hoy no están siendo resueltos por la política pública”.

Las actuales normativas urbanas, asegura, no están preparadas para esta nueva realidad: “¿Se puede subdividir esa vivienda? ¿Te lo permite el plano regulador? ¿Puedes tener dos roles? ¿Puedes arrendar la vivienda?”.

A eso se suma un fenómeno muy humano: el arraigo. “Las personas mayores no quieren vender su casa. Hay un tema cultural. ‘No quiero moverme, yo conozco al vecino, conozco el almacén, conozco el Cesfam’”, dice Irarrázaval. Por lo tanto, en lugar de promover el traslado a otras zonas, plantea repensar el uso del espacio y aumentar la densificación, sobre todo en regiones como Magallanes, donde este indicador es muy bajo.

En suma, lo que propone es adaptar el sistema habitacional a la nueva realidad: viviendas pequeñas que se adapten a sus habitantes, compartidas o subdivididas, que respeten el arraigo y aprovechen mejor los espacios existentes. Todo esto, dice, permitiría aliviar el déficit habitacional y enfrentar de mejor manera una población que envejece sola o en pareja.

Trabajo

Uno de los mayores desafíos de una sociedad envejecida es reinsertar a las personas mayores en el mundo laboral. “Hay más esperanza de vida, entonces uno pensaría que las personas de 65 y más, pueden seguir aportando”, señala Irarrázaval. Pero advierte que el país no está preparado: “El mercado de trabajo no está muy adaptado a eso”.

La rigidez tanto del empleo público como privado es parte del problema. “En el sector público, la media jornada no está aceptada”, ejemplifica. Y en el privado, dice, hay poca disposición para que una persona mayor pueda reincorporarse en condiciones más flexibles.

Irarrázaval cree que se necesita una política activa de inclusión laboral: “Así como ha habido programas de atracción de empleo a jóvenes o mujeres, todo lo que se refiere a las  personas mayores debería tener políticas bien concretas de apoyo y atracción”.

Salud para
envejecer bien

Uno de los puntos críticos del envejecimiento poblacional es su impacto en el sistema de salud. La demanda por cuidados especializados crecerá en todo el país, pero en regiones aisladas como Magallanes el desafío es aún más urgente. En ese contexto, la formación de médicos geriatras debe ser una prioridad regional.

“Sería interesante saber cuántos geriatras tiene Magallanes, si es que están llegando”, plantea. Frente a la escasez, propone alternativas: “El servicio de Salud de Magallanes puede financiar becas de especialidad en geriatría en Santiago, con el compromiso de pagar la beca en Magallanes”, ejemplifica.

Se trata de un mecanismo ya utilizado para otras especialidades y que permitiría responder localmente a una necesidad que ya se asoma: más profesionales preparados para atender a una población que envejece rápido, vive más años y requiere cuidados continuos.

Migración

En un país que no alcanza la tasa de reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer), la migración aparece como un factor clave para sostener el crecimiento, el empleo y los servicios sociales. “Chile necesita migrantes”, afirma Irarrázaval.

En su mirada, los migrantes son parte de la solución para mantener activa la economía y compensar el envejecimiento de la fuerza laboral.

Aunque reconoce que los episodios de violencia protagonizados por bandas extranjeras han generado temor, insiste en que no se debe generalizar: “Se ha ido produciendo esta asociación entre migración y delincuencia, pero en verdad los migrantes son un aporte al país”.

Magallanes, con una historia marcada por la inmigración croata y otras corrientes, podría tener una ventaja cultural frente al resto del país. “Debiera ser una región más abierta a la migración que muchas otras”, señala.

Convivir con la
nueva realidad

Frente al envejecimiento poblacional, una de las reacciones más comunes es preguntarse cómo aumentar la natalidad. Pero según el experto, esa solución no solo es difícil de implementar, sino también incierta en sus resultados. “El costo de la maternidad en Chile es muy alto”, afirma. “Y aun así, ni los países que invierten mucho logran revertir del todo la tendencia”.

Pone como ejemplo a Corea del Sur, uno de los países con políticas pronatalistas más agresivas del mundo: “Corea le paga a cada madre 70 mil dólares por niño nacido, y aun así no pueden mover la aguja”. En Chile, el panorama se complica aún más por factores como la precariedad del sistema de cuidado infantil y la fuerte penalización laboral que enfrentan las mujeres después del primer hijo.

Por eso, el desafío no es revertir el envejecimiento, sino aprender a convivir con él. Y hacerlo con políticas que lo asuman como una realidad permanente y no como una excepción a corregir.

Pin It on Pinterest

Pin It on Pinterest