Re-estreno 20 años después: tragedia shakesperiana y galáctica
Por Guillermo Muñoz Mieres
Periodista
Estados Unidos, 2005.
Dirección: George Lucas
Protagonistas: Ewan Mc Gregor, Haydeen Chistensen, Natalie Portman, Ian Mc Diarmid.
En salas de cine de Punta Arenas y Natales
Veinte años han pasado desde que se estrenó “La venganza de los sith”, episodio clave de la saga galáctica más popular de la historia del cine conocida como “Star Wars” y que hoy vuelve a las salas de cine del mundo con algo más que mayoría de edad y también porque la industria cinematográfica ha hecho de estos retornos una alternativa para aumentar sus ganancias.
Y si bien todo partió en 1977 con el relato que hoy se conoce como “Star Wars: episodio IV- Nueva Esperanza” cambiando al cine de manera irreversible, fue con “El Imperio Contraataca” (1980) y una confesión de paternidad que la saga agarró vuelo legendario, porque entró a los terrenos del melodrama y lo que era una pelea de buenos y malos, con espadachines incluidos, se transformó en la historia de un apellido que, como los Corleone de la saga “El Padrino” (1972), marcaría con sus decisiones el destino del universo.
Ese apellido es Skywalker y en el relato inicial el protagonista se llama Luke, un joven campesino que desde una galaxia muy lejana se pregunta mirando al horizonte si hay algún destino para él y la respuesta le llega en tan sólo horas porque emprende un camino que lo lleva a ser líder de una rebelión contra un imperio tiránico y a convertirse en un caballero Jedi, orden ancestral entregada a una energía mística y cósmica llamada La Fuerza y que le da equilibrio y paz al universo. Y si eso fuera poco, se entera más tarde que es hijo del villano más malvado de la galaxia, Darth Vader, un personaje mitad humano y robot que respira como paciente en estado de coma y que alguna vez fue un jedi, pero terminó traicionando la causa, asesinó a sus correligionarios y se sentó a la diestra del Emperador galáctico.
Y esta revelación cambió el eje de la historia porque convirtió al malvado en protagonista y a la saga en un relato sobre el auge y caída de Anakin Skywalker, padre de Luke, que tras pasarse al lado oscuro se convierte en Darth Vader y esto se explica en una precuela también de 3 episodios donde “La venganza de los Sith” cierra la trilogía y hace de bisagra que se conecta con el relato central que acontece años después cuando una rebelión se alza contra el Emperador y que es el epicentro de un universo de secuelas, series, spin off que hoy están bajo la tutela de la empresa Disney.
El episodio III se inicia con una batalla espacial donde la fuerza aérea de la República intenta rescatar al Canciller Palpatine de las garras del general separatista Grievous y lo que se viene es una pelea de sables láser del ex jedi Conde Dooku, una de las últimas actuaciones de Christopher Lee, contra el maestro Obi Wan Kenobi y su aprendiz, Anakin Skywalker, para quién esta pelea es personal, porque en el episodio anterior “El ataque lo los clones” (2002) el conde lo dejó manco, así que ahora tiene la oportunidad para demostrar de qué más está hecho.
Y tras esta batalla, Anakin se entera que Padmé, su esposa a escondidas, está embarazada y la alegría no es total porque eso en la orden jedi es pecado y puede significar la expulsión y, más encima, lo atormentan pesadillas donde la ve sufrir y cómo revertirlo se convierte en su obsesión y sólo el Canciller Palpatine le ofrece una solución, pero el costo, como el de “Fausto”, es vender su alma al diablo.
Y lo que vemos desde la mitad de la película en adelante es el camino irreversible de Anakin hacia el lado oscuro y donde el director George Lucas pone toda la carne a la parrilla para convertir este descenso hacia una tragedia que nada tiene que envidiar a las obras de Shakespeare, porque todo sale más que mal y, aunque argumente que lo hace por amor, su rostro a media luz deja ver a un animal rabioso dispuesto a arrasar con todo lo que se cruce en su camino y por eso la pelea final entre él y Obi Wan Kenobi acontece en el planeta volcánico de Mustafar donde el fuego de la lava refleja la idea de un infierno en extrema ebullición que puede ser su alma interior y también el destino de su carne.
Y esto es lo que hace a “Star Wars: episodio III-La venganza de los siths” una obra excepcional, porque siendo parte de la industria del entretenimiento y cargado de diálogos ramplones sobre el amor y la democracia, su esencia sea un relato cargado de pesimismo donde el personaje de Anakin Skywalker camina hacia su propia destrucción y donde un poético montaje paralelo en la secuencia final conecta un parto doloroso con la idea de la muerte y el nacimiento.
Y que a 20 años de su estreno, todavía conmueve ese grito final y desgarrador con el que cierra su tragedia y que a la vez anuncia la llegada del villano más malvado de la galaxia.