Necrológicas

La violencia llega donde el Estado y los adultos no lo hacemos

Por Andrea Bluck Muñoz Sábado 26 de Abril del 2025

Compartir esta noticia
114
Visitas

Mientras millones de adolescentes se conectan en torno a narrativas digitales, muchos adultos parecen habitar otro planeta. La desconexión generacional no es sólo un problema de lenguaje: es una forma sutil -pero peligrosa- de violencia. Adultocentrismo lo llaman: esa mirada que asume que sólo la experiencia adulta es válida, que minimiza, ridiculiza o simplemente ignora lo que sienten, consumen y expresan les jóvenes.

La serie Adolescencia ha encendido conversaciones que incomodan. Relaciones de poder, consentimiento, violencia, salud mental: temas que no suelen ocupar horario estelar, menos aún con protagonistas tan jóvenes. Pero ahí están, diciéndonos a gritos lo que no queremos oír. En paralelo, No Mercy, un videojuego recientemente retirado de las plataformas digitales, captura la atención de miles con una estética violenta y oscura. No es inocente, pero tampoco lo es el mundo en que viven quienes lo juegan. El contenido alto en violencia sexual es preocupante, pero también lo es el discurso de sus creadores al sostener que “sólo es un juego” y que “los fetiches existen, y no le hacen daño a nadie”. Peor aún es la orfandad interpretativa en la que dejamos a las juventudes, al permitir que consuman productos culturales sin ningún tipo de acompañamiento ni mediación crítica.

La serie, así como diversas situaciones en distintos videojuegos, nos muestran una realidad: el lenguaje y la forma de comunicación están cambiando. Cada vez es más dinámico, y la violencia cada vez menos evidente para quienes nos acostumbramos a la comunicación exclusiva con palabras.

Esta brecha se vuelve aún más alarmante cuando se combina con discursos políticos peligrosos. Johannes Kaiser, candidato a la presidencia, ha propuesto eliminar el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. Su argumento -aparentemente técnico- es profundamente ideológico: niega la violencia estructural que viven mujeres y disidencias, y desconoce que, en contextos de sobreexposición digital, los canales para ejercer esa violencia se han multiplicado. Hoy, el bullying, el acoso, la cosificación y los discursos de odio no sólo ocurren en la escuela o en la calle: ocurren también en Twitch, en Discord, en los videojuegos. Espacios donde están los jóvenes, sin que el Estado esté.

Eliminar instituciones no es eficiencia: es negligencia. El Ministerio de la Mujer ha sido clave en visibilizar y enfrentar una violencia de género que muta con las tecnologías. Si queremos combatirla, debemos entender cómo se expresa hoy. Y eso exige escuchar a las adolescencias, no ridiculizarlas ni excluirlas del diseño de políticas públicas.

No se trata de censurar series ni videojuegos porque sí. Se trata de hacernos cargo. De abrir espacios de diálogo real, de entender las claves culturales que mueven a las nuevas generaciones. El Estado no puede ser un adulto ausente, ni la sociedad civil una espectadora pasiva.

Porque cuando el Estado abandona a las juventudes, la violencia de género no desaparece: se transforma, se esconde y se multiplica en los rincones donde nadie está mirando. Aprende a disfrazarse de juego, de amor o de meme, pero nunca deja de estar.

Pin It on Pinterest

Pin It on Pinterest