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Una historia de amor de ciegos que trascendió fronteras: Ana y Andrés sellan su unión en Punta Arenas

Miércoles 30 de Abril del 2025

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  • Se ganan la vida cantando en el centro de la ciudad.

 

Bajo el frío austral de Punta Arenas, una historia de amor se selló con la celebración del matrimonio. Ana Espinoza Saucedo y Andrés Contreras Fernández, dos cantantes callejeros, ambos ciegos, cuyos destinos se entrelazaron a través de las redes sociales, dieron el trascendental paso al casarse este martes ante un oficial del Registro Civil de la ciudad.

La pareja, que se ha convertido en un símbolo de perseverancia y amor genuino, cautivó a los presentes con su naturalidad y complicidad. Mientras la oficial civil Sefora Sepúlveda pronunciaba las palabras del rito matrimonial, Ana y Andrés esperaban expectantes el momento para dar el sí.

Las largas conversaciones por Messenger y las interminables llamadas telefónicas pronto revelaron que habían encontrado en el otro no sólo un compañero sentimental, sino un alma gemela que compartía su pasión por la música y su particular forma de experimentar el mundo.

El primer encuentro físico ocurrió cuando Andrés, magallánico, viajó a Paraguay para conocer a Ana en persona. Ese mes que pasaron juntos confirmó lo que ambos ya sospechaban: su conexión iba más allá de lo virtual. La separación posterior fue dolorosa, pero el destino tenía preparado un nuevo reencuentro cuando Ana decidió visitar Chile el año pasado. Lo que comenzó como una visita temporal se transformó en una estadía permanente cuando el amor y los proyectos comunes hablaron más fuerte que las dudas.

Hoy, convertidos ya en esposos, Ana y Andrés planean seguir compartiendo su música en las calles de Punta Arenas, donde se han ganado el cariño de los transeúntes con sus interpretaciones de cumbia y boleros. Pero su sueño va más allá: quieren grabar sus propias canciones y llevar su historia de superación a más personas. “El amor nos dio las fuerzas para vencer la distancia y las dificultades”, señaló Ana momentos después de la ceremonia, mientras compartían una sencilla torta de merengue con sus invitados.

“Él llegó a mi vida en un momento muy triste para mí. Bueno, no se puede decir que fue a primera vista (dice riéndose), pero fue enseguida. Nos enamoramos sin intención. Fue dándose y no podría decirte exactamente qué, pero sí como para cometer locuras, como venir a Magallanes”, admite Ana, mientras que Andrés agrega: “Yo me enamoré de ella por su forma de ser y por la fuerza que ella tiene como mujer. Porque ella tiene dos hijos y ha luchado por ellos. Me enamoré de ella por lo mismo, por lo luchadora que es. Actualmente no se ven mujeres así muy seguido”.

Mientras abandonaban el Servicio del Registro Civil entre risas y muestras de cariño, una espontánea ovación de quienes presenciaron la ceremonia acompañó sus primeros pasos como matrimonio. Su historia, que comenzó con un mensaje en internet y superó obstáculos geográficos y físicos, se consolida hoy como un testimonio vivo de que el amor verdadero puede florecer en las circunstancias más inesperadas.

Para quienes deseen conocer a esta singular pareja de artistas, pueden encontrarlos los fines de semana en su habitual presentación en Bories próximo a Waldo Seguel, donde siguen compartiendo su música y alegría con todos aquellos que pasan por su lado.

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