Necrológicas

Magallanes frente al sismo

Por La Prensa Austral Domingo 4 de Mayo del 2025

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El reciente sismo de magnitud 7,5 registrado en la Región de Magallanes fue un recordatorio potente -aunque sin consecuencias graves- de que incluso en esta aparente zona de “baja sismicidad”, la naturaleza siempre puede sorprendernos. Y lo hizo con fuerza. Pero también con una valiosa lección: cuando la información fluye y la ciudadanía está tranquila, los desastres no se amplifican en el miedo ni en el caos.

Aunque para muchos magallánicos las medidas de evacuación del borde costero en toda la región pudieron parecer excesivas, se debe reconocer que, desde las primeras alertas, los organismos técnicos y las autoridades actuaron con rapidez. El Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada descartó la posibilidad de tsunami con prontitud, mientras que el Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) activó los protocolos de monitoreo y evaluación, brindando tranquilidad a la población. Esa capacidad de reacción institucional es clave en regiones como la nuestra, donde las distancias, el clima y la dispersión geográfica pueden dificultar la respuesta inmediata.

Pero lo más destacable fue, sin duda, la reacción serena de las y los magallánicos. No hubo evacuaciones desordenadas, ni cadenas de desinformación que se salieran de control. La ciudadanía respondió con madurez, confiando en los canales oficiales y evitando alimentar el pánico. En tiempos de incertidumbre, la tranquilidad también es una forma de resiliencia.

Dicho esto, la calma de hoy no debe llevarnos a la complacencia de mañana. El evento sísmico -aunque moderado en comparación a otros en la historia de Chile- debe ser aprovechado como una oportunidad para reforzar la cultura de prevención en la región. Magallanes no es ajena al riesgo sísmico ni al posible impacto de tsunamis menores, sobre todo considerando su extensa línea de costa, sus canales y la creciente actividad turística y económica en zonas vulnerables.

La educación en gestión del riesgo debe ir más allá de los colegios y las oficinas públicas. Debe llegar a los hogares, a los barrios, a las islas, a los adultos mayores, a las comunidades rurales. Y debe actualizarse con una mirada local: ¿sabemos cómo actuar si ocurre un sismo durante una navegación? ¿Y en zonas aisladas? ¿Estamos preparados para identificar señales de riesgo en nuestro entorno inmediato?

El reciente sismo nos dejó una certeza: Magallanes respondió con templanza. Ahora es momento de consolidar esa fortaleza con formación, con planes comunitarios claros y con inversión pública en resiliencia territorial. Porque la mejor noticia no fue que tembló sin consecuencias; fue que supimos estar a la altura.

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