Necrológicas

“Oratoria del vacío en el fin del mundo”

Por Alejandro Kusanovic Domingo 4 de Mayo del 2025

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Días atrás, un barco de la empresa Pesca Chile capturó accidentalmente una ballena jorobada en aguas cercanas a las islas Orcadas del Sur, dentro del sistema del Tratado Antártico. Aunque estas islas no forman parte del Territorio Antártico Chileno, sí son reclamadas por Argentina y el Reino Unido. El incidente ocurrió conforme a faenas autorizadas por la normativa internacional de conservación marina.

Pero lo alarmante no fue el accidente, sino la respuesta del Estado chileno: precipitada, desbordada y, sobre todo, reveladora. Lo que quedó expuesto fue una preocupante desconexión estratégica respecto de nuestras prioridades en el austro y la Antártica.

¿Por qué esta reacción ante un hecho ocurrido fuera de nuestra jurisdicción, mientras que callamos en temas que comprometen directamente nuestra soberanía? Ahí está, por ejemplo, la renuncia (y cesión a un tercer Estado) del gobierno a imponer la soberanía chilena en el espacio radioeléctrico sobre la Base O’Higgins. No es un mero detalle técnico: es una cesión concreta de soberanía. Simone Weil escribió que “la atención absoluta es una forma de oración”. La omisión, entonces, es su inversa: una forma de abandono. Y en la Base O´Higgins, el gobierno oró poco y omitió mucho.

También está la presunta vacancia del representante chileno en la Comisión de Conciliación ante la disputa con Argentina por la plataforma continental, que evoca la misma tardanza y descuido que por 10 años mantuvo Chile ante el avance argentino en la plataforma continental al sureste del Cabo de Hornos. 

La denuncia pública del incidente, liderada por Sernapeca, respaldada por el Inach y un centro científico financiado por los contribuyentes, dio paso a una ola de condenas digitales. Se impuso otra vez la lógica del espectáculo: más performance ambiental que política pública. Gobernamos bajo trending topics, no bajo intereses estratégicos. La ciencia se instrumentaliza, la soberanía se diluye y la política cede ante la viralización emocional.

¿Tuvo la delicadeza el gobierno de notificar a Argentina o al Reino Unido? ¿O simplemente improvisó, atrapado en la ansiedad mediática que parece regir cada paso? Esa pubertad política se ha vuelto sello del Ejecutivo, incluso en zonas tan efervescentes y pretendidas por grandes potencias como el océano austral chileno y nuestra Antártica.

Hoy nuestra política austral marcha fragmentada y con claroscuros. A diferencia de Australia o el Reino Unido, que integran ciencia, logística y soberanía bajo una sola conducción política, nosotros seguimos atrapados en una cultura del simulacro. El sur no es prioridad: es escenografía para discursos vacíos.

Pero Magallanes no es paisaje. Es el eje logístico, científico y geopolítico de nuestra proyección antártica. Se requiere más ciencia aplicada, más Estado in situ y un rediseño institucional urgente. ¿No ha llegado la hora de transformar al INACH en un verdadero “Instituto Polar y Marítimo”, con competencias ampliadas y una conducción política robusta?

Confundir visibilidad con acción y hashtags con soberanía no solo es ingenuo: es peligroso. La tragedia no es solo una ballena atrapada. La verdadera desdicha es un Estado que no ve, no piensa ni gobierna su frontera austral.

Gobernar el sur exige visión, conocimiento y decisión. Todo lo demás son afanes y oratoria del vacío.

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