“ Y el mundo cambió Padre Goic “
Con cariño para el Padre Alejandro Goic Karmelic.
“La lluvia que cae“ es una de las canciones símbolo de los años ‘60, sus autores son italianos y fue popularizada en 1968 por el conjunto uruguayo “Los Iracundos”. Todos los de ese tiempo recordamos su pegajoso y premonitorio estribillo: “El mundo está cambiando, y cambiará más/ el cielo se está nublando, hasta ponerse a llorar/ y la lluvia caerá…”.
Cuanto de razón hubo en esta popular melodía, pues efectivamente la década del ’60 y en especial su segunda mitad revolucionaron la historia de la humanidad. La llegada del hombre a la luna, la píldora anticonceptiva, las llamaradas de mayo, el arte “Pop” y el hipismo son ejemplo de algunos de los importantes sucesos acontecidos en ese decenio. En Chile, convivieron las Reformas Agraria y Universitaria, el Método Cuisinaire para la enseñanza de las matemáticas en la escuela básica, el baile a “go-go” y las estrellas del “Ballet Azul” de la Universidad de Chile. Lo “in” alcanzaba su máxima expresión en la calle Providencia de Santiago, o en la Discotheque “Topsy” de Reñaca. Todas las instituciones de la sociedad resultaron permeables a estas “revoluciones”.
Y así, en medio de esta vorágine de cambios, un grupo de niñas y niños del Barrio Sur de Punta Arenas, iniciábamos en el otoño de 1968 nuestra preparación para la Primera Comunión, en el Hogar del Niño Miraflores. En este proceso nos guiarían las religiosas del Hogar, con el apoyo del Padre Alejandro Goic, de quien sabíamos era un joven y formal sacerdote magallánico. Curiosamente habíamos escuchado de sus condiciones para el fútbol, que las había demostrado en las antiguas canchas de la “Liga Matadero” de su antiguo barrio.
El Padre Goic nos sorprendió gratamente, pues junto a las citas bíblicas de rigor nos habló del mundo que nos rodeaba y de los cambios que se sucedían día a día a nivel nacional e internacional. Nuestra sociedad y nosotros mismos no seríamos inmunes a esos cambios y debíamos estar preparados. Para reafirmar lo anterior, nos recordó la primera estrofa de “La lluvia que cae”; ¿“Han escuchado ustedes esta canción?: Bajo un monte lleno de miedo y ambiciones/ siempre debe haber ese algo que no muere…”. Desde esa conversación inicial, nos sentimos muy cerca de este guía espiritual que conocía los “hits” del momento.
El año de preparación transcurrió entre enseñanzas, amistad y juegos, vinieron la Comunión y la Confirmación, ésta última se desarrolló en la recién inaugurada Capilla del Espíritu Santo de nuestra Población Fitz Roy. Ambas ceremonias estuvieron a cargo del Padre Goic.
Cerrábamos una etapa que dejaría huella en todos los que estuvimos allí. Luego tendríamos nostalgia de las tardes soleadas en el Hogar del Niño; mientras Favio, Cecilia “La Incomparable” o el inigualable Yaco Monti colocaban sus éxitos en los rankings.
Mas allá de los muros del Hogar del Niño y desde la década del ’60 sucedieron cosas, muchas cosas; en nuestra ciudad, en nuestro país y en el mundo. Vivimos algunas de ellas como protagonistas voluntarios o involuntarios, y otras en calidad de observadores a través de los medios de comunicación.
En ese devenir cada cual tomó el camino que Dios o el destino le trazara. El Padre Goic se alejó de la Región en razón de su vocación de servicio (sería ese “algo que no muere” de la canción y del que nos hizo mención muchas veces). De tanto en tanto teníamos noticias suyas, de su carrera episcopal y más de alguna vez nos encontramos en Concepción en los tiempos universitarios, cuando él se desempeñaba como Obispo Auxiliar de esa Diócesis, incluso en una ocasión fuimos con mi Padre a visitarlo (eran grandes amigos de toda la vida).
El tiempo ha pasado raudo y aquí estamos después de casi sesenta años, aquí estamos todavía escuchando a “Los Iracundos” y el mundo sigue cambiando. Nosotros teníamos razón Padre Goic, así lo conversamos mas de una tarde en el patio del Hogar del Niño: “El mundo está cambiando, y cambiará más…”.