Exalumna de la Escuela Agua Fresca lidera proyecto Ingenierías 2030
- Su historia combina la pasión por la docencia, liderazgo en innovación y un compromiso profundo con la región.
En esa línea, hoy lidera un ambicioso proyecto nacional: Ingeniería 2030, una iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología que busca transformar la enseñanza de la ingeniería en Chile con una perspectiva más global, innovadora e inclusiva. Maldonado es la subdirectora del proyecto en la Umag, que se desarrolla en conjunto con la Universidad Autónoma. Entre sus líneas estratégicas está el fortalecimiento del enfoque de género, la integración de competencias para la innovación, la modernización curricular y el impulso de una mirada ética y sustentable en la formación profesional.
Con cerca de treinta años de trayectoria en la Universidad de Magallanes, Patricia Maldonado Cárdenas se ha consolidado como una figura en el desarrollo de la ingeniería en la región. Nacida en Punta Arenas, su historia no sólo está marcada por el compromiso con la formación profesional de nuevas generaciones, sino también por la lucha por abrir espacios para las mujeres en un campo históricamente masculinizado. Su recorrido ha sido tanto técnico como humano, combinando conocimiento, perseverancia y convicción.
Su formación comenzó en la Escuela Rural de Agua Fresca. Allí cursó la educación básica hasta octavo año. Posteriormente, ingresó al Liceo Sara Braun, donde se intensificó su gusto por las matemáticas. “Cuando uno es joven, sabe lo que le gusta, pero no siempre tiene claro qué quiere hacer”, recuerda. Fue durante esa etapa en el liceo cuando una figura determinante marcó su camino: la profesora Yolanda Riquelme, ya fallecida, quien además de enseñar matemáticas específicas, lideraba un taller de programación. Bajo su guía, Maldonado aprendió a programar sus primeros juegos en Atari cuando apenas tenía 16 años. “Desde ahí supe que esto era lo que quería hacer”, indica.
Dada la inexistencia de una carrera en informática en la región en aquel entonces, Patricia se trasladó a Valdivia para estudiar Ingeniería en Informática. No obstante, al poco tiempo la carrera se abrió en Punta Arenas, lo que le permitió regresar a su ciudad natal y culminar sus estudios en la Universidad de Magallanes. Fue una de las primeras tituladas del programa, y con ese título en mano comenzó a construir su camino académico, inicialmente como ayudante y luego como profesora de planta del Departamento de Ingeniería en Computación. “Desde el inicio estuve ligada al departamento, y poco a poco fui tomando más responsabilidades docentes”, subraya.
Testigo de los cambios
y desafíos
A lo largo de los años, ha sido testigo de los cambios y desafíos del mundo de la informática, una disciplina que ha evolucionado de manera vertiginosa. “La ingeniería en computación no es sólo programar. Se trata de comprender y liderar los múltiples espacios donde la tecnología se cruza con la vida cotidiana. Hoy todo, absolutamente todo, tiene que ver con la informática”, afirma.
En ese sentido, su fascinación por la inteligencia artificial surgió tempranamente, mucho antes de que el tema se volviera tendencia global. “Me encontré con la inteligencia artificial, más o menos en el 2000. Para mí fue como encontrar una extensión lógica de lo que ya estaba haciendo: ver lo que los humanos somos capaces de hacer y tratar de replicarlo o mejorarlo a través de la tecnología”, explica. Si bien las herramientas de entonces eran limitadas, las ideas estaban presentes, y supo visualizar un campo de enorme proyección.
Sin embargo, más allá de su desarrollo académico y técnico, su historia también es la de una mujer abriéndose camino en un espacio tradicionalmente de hombres. Durante muchos años fue la única académica del Departamento de Ingeniería en Computación, una realidad que aún hoy persiste, aunque en menor medida. “Actualmente hay muy pocas alumnas mujeres en la carrera. En mis clases puedo contar con los dedos de una mano las que hay. Al inicio, cuando recién se abrió la carrera, sí había muchas más mujeres, pero con el tiempo la presencia femenina ha ido disminuyendo”, lamenta.
Brechas de género
Esta situación no es ajena al contexto nacional. Según el Informe de Brechas de Género en educación superior (Mineduc 2025), apenas un 20,8% de las estudiantes optó por carreras Stem (relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingenería y las matemáticas) en 2024. A nivel mundial, la Unesco ha reportado que sólo un 27% de las matrículas en tecnologías de la información y un 28% en ingeniería corresponden a mujeres. Las cifras reflejan una desigualdad persistente, frente a la cual Maldonado ha buscado inspirar a mujeres a que sigan su camino.
A través de talleres y actividades de vinculación, especialmente dirigidos a niñas y jóvenes, ha buscado derribar estereotipos y mostrar que las tecnologías también son un espacio posible para ellas. “Las niñas tienen que saber que pueden ser todo lo que quieran”, afirma con convicción.
En esa línea, hoy lidera un ambicioso proyecto nacional: Ingeniería 2030, una iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología que busca transformar la enseñanza de la ingeniería en Chile con una perspectiva más global, innovadora e inclusiva. Maldonado es la subdirectora del proyecto en la Umag, que se desarrolla en conjunto con la Universidad Autónoma. Entre sus líneas estratégicas está el fortalecimiento del enfoque de género, la integración de competencias para la innovación, la modernización curricular y el impulso de una mirada ética y sustentable en la formación profesional.
“Queremos formar ingenieros de clase mundial. Pero eso no se logra solamente enseñando más física o más cálculo. Se trata de actualizar profundamente cómo pensamos y enseñamos la ingeniería. Y eso también incluye preguntarnos por qué siguen siendo tan pocas las mujeres que llegan a estas carreras”, plantea.