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Vicuña-Yendegaia, la ruta de las promesas aplazadas

Por La Prensa Austral Martes 13 de Mayo del 2025

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Han pasado más de tres décadas desde que se iniciaron las obras del camino Vicuña-Yendegaia en Tierra del Fuego, una de las iniciativas más emblemáticas -y postergadas- del anhelo integrador de la Región de Magallanes. En su reciente visita inspectiva, la ministra de Obras Públicas, Jessica López, confirmó que el proyecto, iniciado en 1994, podría estar operativo recién en 2031. Es decir, un camino que tardará al menos 37 años en completarse.

El dato no puede sino despertar perplejidad. ¿Cómo es posible que una obra estratégica, de apenas 140 kilómetros, tarde casi cuatro décadas en concretarse? La respuesta parece estar en una mezcla de decisiones políticas intermitentes, burocracia estatal, desinterés centralista y condiciones extremas de trabajo que, si bien son reales, no pueden justificar la parsimonia de su ejecución.

Apenas 30 kilómetros separan el presente de su culminación. Y aun así, se anuncia que faltan seis años más para abrir la ruta. Lo que se presenta como un “plazo razonable” es, en realidad, otro ejemplo del rezago estructural con que se trata a las regiones extremas, donde la conectividad no es un lujo, sino un derecho pendiente. En un país donde se levantan autopistas urbanas en pocos años, el contraste es brutal.

La ministra destacó el carácter “estructural e integrador” de este trazado, y tiene razón. El camino Vicuña-Yendegaia no sólo representa una conexión física, sino también una promesa de soberanía, desarrollo turístico, integración territorial y proyección nacional sobre un territorio aislado y estratégico. Sin embargo, esa promesa se ha diluido en los plazos interminables de una obra que avanza al ritmo del calendario político y no del interés ciudadano.

Es justo reconocer el esfuerzo del Cuerpo Militar del Trabajo, que ha enfrentado condiciones climáticas adversas y desafíos técnicos complejos. Pero no basta con elogiar el compromiso. Se requiere voluntad política real, financiamiento sostenido y una planificación ejecutiva eficaz que permita convertir esta obra en una prioridad nacional y no en una postal de visitas ministeriales.

Tierra del Fuego no puede seguir esperando. Magallanes no puede seguir esperando. El camino Vicuña-Yendegaia debe ser una prioridad de Estado, no una eterna obra en construcción. Porque la integración territorial no se mide en discursos, sino en caminos que se abren, en comunidades que se conectan y en promesas que, por fin, se cumplen.

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