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Celebración matrimonial en martes 13

Bárbara y Alexander: una historia de amor sin supersticiones que cruzó fronteras

Miércoles 14 de Mayo del 2025
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  • En el Servicio del Registro Civil, una pareja contrajo matrimonio y otra formalizó un acuerdo de Unión Civil.

 

No somos supersticiosos. La suerte se la forja uno”, afirma con convicción Alexander Alvarado Rojas, minutos antes de contraer matrimonio con su compañera desde hace más de siete años Bárbara Arias Brown, un martes 13. La fecha, temida por algunos, no fue un símbolo desafiante para ellos, simplemente coincidió con el día asignado. Pero lo cierto es que esta pareja, como su propia historia, está acostumbrada a seguir adelante sin dejarse guiar por mitos ni temores.

La emotiva ceremonia se llevó a cabo en el Registro Civil de Punta Arenas, en una jornada particularmente simbólica para la institución: además del matrimonio civil entre Bárbara y Alexander, se concretó también un Acuerdo de Unión Civil y dos manifestaciones, es decir, actos solemnes en los que otras parejas oficializaron ante el oficial civil su intención de casarse próximamente. Estas manifestaciones, requeridas por la ley chilena, constituyen un paso previo indispensable para quienes planean contraer matrimonio y deben realizarse de manera oral, escrita o por lengua de señas, en presencia de testigos mayores de edad.

Ese martes 13, lejos de estar marcado por supersticiones, se convirtió en una fecha de compromisos, decisiones y nuevas etapas. Y entre ellas, la historia de Bárbara y Alexander resonó con fuerza por su espontaneidad, ternura y resiliencia.

Ambos son venezolanos y se conocieron hace casi siete años, pero no en su país natal, sino en Ecuador, adonde emigraron en busca de nuevas oportunidades. Fue en Quito donde sus caminos se cruzaron por primera vez. “Nos conocimos en Ecuador, hace casi siete años. No duramos mucho tiempo hablando antes de empezar la relación… un mes, dos meses, y de ahí siempre para adelante”, cuenta Alexander entre risas, con una naturalidad que evidencia el vínculo profundo que los une. “Para todos lados juntos”, enfatiza.

Fruto de esa relación, nacida en tierra extranjera y fortalecida con el tiempo, hoy tienen una hija en común: Isabela Valentina, de 6 años, nacida en Quito. A ella se suma Valery Gabriela, hija mayor de Bárbara, de 12 años, quien también forma parte esencial de esta familia. “De hecho, este enamorado fue de mi hija. Por eso es que me enganchó”, sostiene Bárbara con cariño, recordando cómo Alexander se ganó primero el corazón de la niña antes que el suyo.

La decisión de casarse vino con el tiempo y con la conciencia de ser familia. Fue ella quien insistió en el matrimonio. “Hoy dije: ya, vamos a casarnos. Y lo hicimos. Después nos dimos cuenta que era martes 13”, relatan entre risas. Fue incluso el padrino quien, al salir del Registro Civil, les advirtió sobre la temida fecha, pero a estas alturas nada los detiene. “La suerte se la forja uno”, repiten como mantra.

A pesar de las exigencias laborales y los horarios Bárbara y Alexander siempre hacen espacio para compartir tiempo de calidad en familia. “Cuando nos queda algo de tiempo, salimos a disfrazarnos con las niñas, o si no, nos quedamos en casa viendo una película. Más que todo descansamos, porque trabajamos casi todos los días”, explica ella. 

 Su rutina diaria es exigente, pero no ha hecho más que reforzar el lazo que los une. Hoy, con el matrimonio civil concretado, no tienen planeado un gran festejo. Quizás un almuerzo sencillo para celebrar en familia, y luego de vuelta a casa, porque al día siguiente continúa la rutina.

Y aunque su unión se selló oficialmente un martes 13, para ellos no hay mal augurio posible. Por el contrario, es un día que recordarán con alegría y orgullo: el día en que formalizaron una historia que ha sabido cruzar fronteras, adaptarse a la idiosincracia de otro país, formar una familia y desafiar toda superstición con amor, trabajo y perseverancia.

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