Misión imposible: Sentencia final Corre, Tom, corre
Por Guillermo Muñoz Mieres,
periodista
Estados Unidos, 2025
Director: Christopher McQuarrie
Protagonistas: Tom Cruise, Hayley Atwell, Esai Morales
En salas de cine de Punta Arenas y Natales
Misión imposible: Sentencia final se inicia con la voz de una mujer que le habla a un hombre, pidiéndole que vuelva. No es una mujer cualquiera, sino la mismísima presidenta de Estados Unidos, quien le recuerda solemnemente al agente secreto Ethan Hunt que el país —y el mundo— le deben mucho, pese a que él siempre ha seguido sus propias reglas.
En ese momento aparece el rostro del actor Tom Cruise, quien ha interpretado al personaje durante casi 30 años, acompañado de imágenes de sus hazañas desde Misión imposible (1996), la primera de todas, dirigida con eficiencia y algo de maestría por una leyenda del cine moderno norteamericano como lo es Brian De Palma.
Hoy ya van siete películas, ocho con esta entrega, que continúa directamente a Misión imposible: Sentencia mortal (2023), donde Ethan Hunt y su equipo enfrentan a un villano llamado Gabriel. Este busca controlar algo potencialmente incontrolable: La Entidad, un cerebro de inteligencia artificial que amenaza con volver realidad el apocalíptico futuro escrito por Terminator (1984), en el que la humanidad es aniquilada por una lluvia de misiles nucleares.
Así, la película muestra el retorno de Ethan Hunt para recuperar los elementos que podrían evitar que La Entidad vulnere los sistemas de defensa de las potencias nucleares. Y para lograrlo, debe correr y correr, algo que ha sido una constante en toda la saga y que a Tom Cruise le importa demostrar: que a sus 62 años —y como productor de toda la franquicia— todavía está en plena forma.
La película tiene en su ADN la adrenalina de la acción intensa y constante, aunque dedica quizás demasiado tiempo en su primera mitad a explicar el origen del conflicto. Para ello, recurre a breves flashbacks de entregas anteriores que, en lugar de ayudar, interrumpen la fluidez del relato. Esto parece motivado por la inseguridad de que el espectador llegue desconectado de la historia, o por el complejo de no querer ser encasillada como “solo una película de acción”.
Esta barrera se supera en el último tercio del filme, donde recupera su identidad para desplegar toda la adrenalina, con escenas en el interior de un submarino cargado de misiles y peleas en avionetas.
Durante el desarrollo, desfilan personajes clásicos del entorno de Ethan Hunt —algunos infaltables, otros nuevos—, junto a mucha tecnología de punta y coreografías visuales de gran impacto. Sin embargo, todo parece un poco disperso, como si la trama debiera extenderse innecesariamente para llenar las casi dos horas y media de metraje. En el camino, se lanzan frases memorables y se abusa de explicaciones que el buen cine no debería necesitar.
El que no decepciona es Tom Cruise, que corre y corre para demostrar que está más vigente que nunca. Y aunque el título prometa una “sentencia final”, queda claro que hay Misión imposible para rato.