Ley “de los Santos Lehmann”
Aunque el tema que ha acaparado la atención por estos días ha sido el masivo aprovechamiento de licencias médicas para viajar al extranjero durante los últimos años, a nivel personal no puedo dejar de analizar el caso de Martín de los Santos Lehmann, quien cometió el sábado pasado una brutal agresión a un conserje de 70 años en Vitacura. Conmueve e indigna ver las imágenes de la persona adulta mayor hospitalizada, quien evidencia en su rostro diversos hematomas y, lo más grave, la ratificación de la pérdida de un ojo, ya que a pesar de la operación de urgencia a la que se sometió, el daño en su visión resultó irreparable.
Como si este abuso no fuese suficiente, ir conociendo el historial de violencia y episodios de ira desatada que presenta el agresor resulta, a lo menos, llamativo. Sus antecedentes evidencian la peligrosidad de un individuo joven, en buen estado físico como lo muestra en sus videos realizando ejercicios, con conocimientos en defensa personal; además de las declaraciones de diversas víctimas que van desde menores de edad a otros adultos mayores, guardias, conserjes e incluso agresiones a carabineros. No estamos hablando de comentarios anónimos en redes sociales, si no de testimonios documentados en procesos judiciales anteriores, los que tienen en común salidas extraordinariamente beneficiosas para Martín. Individuos como éste ha habido y seguirán habiendo, pero lo que ha indignado a los medios y la opinión pública en general, es la reiteración de medidas cautelares especialmente convenientes para el agresor: sólo arraigo nacional y prohibición de acercarse a la víctima. A pesar del nutrido historial de violencia física hacia víctimas inocentes, del incomprensible e inhumano ataque a un adulto mayor indefenso y de las agresiones y amenazas de muerte a carabineros, desprendemos que nuestra justicia evalúa que este ciudadano ABC1 y que en sus redes sociales se promociona como un empresario y “guía espiritual” NO sería un peligro para la sociedad.
En su defensa, el agresor ha expresado en redes sociales que se siente atacado, inseguro, temiendo por su seguridad, en un juego victimizante muy típico donde la manipulación pretende sacar algún tipo de provecho. También ha dicho que no se acuerda de lo que pasó, que se “borró” respecto al episodio en que, si no es por la presencia de terceros que le detuvieron, probablemente pudo haber matado a una persona indefensa de 70 años que estaba trabajando para su propio sustento y el de su familia. Quizás este arribista sujeto que gusta de amenazar con perjudicar a sus eventuales víctimas con poderosas redes de influencias que avalan sus reacciones antisociales, además de hacerse pasar por abogado en circunstancias que sólo estudió unos pocos ramos en una carrera inconclusa; piense que presentar estados de conciencia alterados lo eximiría de la responsabilidad de sus actos, como si la costumbre tan legitimada por algunos de consumir drogas no fuese una decisión personal.
Como nuestro país se ha especializado en “sacar” leyes según casos emblemáticos que han causado alto revuelo público (Emilia, Cholito, Zamudio, Karin, etc.), humildemente propongo desde este espacio promover la “Ley de los Santos”, en que se intensifiquen las penas para individuos cuyo control de ira resulte insuficiente y se evalúe el inminente peligro que resultan para la sociedad. Que se adopten sanciones drásticas ante las agresiones a las personas, especialmente de tipo físico, más aún si las víctimas pertenecen a grupos vulnerables como en este caso. Por otra parte, resulta incomprensible para el ciudadano común que los costos médicos deba asumirlos la víctima, esperando que después de larguísimos procesos pudiese haber una recuperación parcial de esos recursos, que en la mayoría de los casos desestabilizó a grupos familiares completos, añadiendo el problema económico a las secuelas psicológicas que deja en víctimas inocentes e indefensas que tuvieron la “mala suerte” de encontrarse con estos individuos. Además, ¿qué pasa con la salud mental de estos rabiosos agresores?, ¿qué tan obligatorio es el peritaje diagnóstico y posterior tratamiento terapéutico? Aunque hay varios aspectos más a considerar, sugeriría que especialmente esta “Ley de los Santos”, resignificara el sentido de igualdad ante el cumplimiento de nuestros deberes ante la sociedad, sin importar el origen y los recursos del agresor, porque al ver casos como éste, desgraciadamente se promueve la idea de impunidad para algunos de manera inexplicable.
Esperemos que este caso resulte emblemático debido a las particularidades que hemos descrito, para que no se archive en el olvido mediático y refuerce la miserable posición de superioridad abusiva de una selecta casta que ha normalizado su dañino y patológico funcionamiento, mientras la sociedad va perdiendo el asombro ante una violencia inaceptable.




