La Nasa evitó perder contacto con la nave más lejana
Casi medio siglo después de su lanzamiento en 1977, la nave Voyager 1 estuvo al borde de quedar incomunicada con la Tierra. A más de 25.000 millones de kilómetros de distancia, un fallo progresivo en sus propulsores de respaldo amenazaba con desalinear su antena, impidiendo enviar y recibir datos. Pero en una arriesgada maniobra, la NASA logró reactivar un sistema de propulsión inactivo desde 2004 y salvar la misión.
El equipo del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) apostó por una hipótesis arriesgada: que una falla eléctrica ocurrida hace dos décadas había desactivado los calentadores de los propulsores originales. Con los conductos del sistema alternativo obstruidos por residuos, la única opción era intentar revivir los antiguos.
Las órdenes se enviaron desde la Tierra, con 23 horas de demora entre ida y vuelta. Si el intento fallaba, no habría tiempo para corregirlo, ya que el 4 de mayo la antena de Camberra —la única capaz de comunicarse con las Voyager— quedaría inactiva hasta 2026.
La respuesta llegó el 20 de marzo: los calentadores funcionaron y los propulsores se encendieron con éxito. La antena volvió a alinearse y el rastreador estelar recuperó su precisión.
Así, la NASA extendió la vida de una nave que, pese al desgaste, sigue enviando valiosa información del espacio interestelar, donde ninguna otra misión ha llegado.