“Hay una comunidad que trabaja con entusiasmo, que sueña con un liceo mejor”
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Realizan distintas actividades en su mes aniversario.
En medio de las actividades por el aniversario número 85 del Liceo Industrial Armando Quezada Acharán, su director, José Raúl Alvarado Díaz, hizo una sentida reflexión sobre el camino recorrido desde que asumió la conducción del establecimiento en marzo de 2024. A un año y tres meses de aquel inicio, y tras haberse retirado oficialmente de la vida laboral, el directivo aseguró que esta etapa se ha transformado en una de las más significativas de su trayectoria educacional.
“Llegué con mucho entusiasmo, porque sentí que este era el desafío más grande de mi vida: acompañar a los alumnos de este liceo técnico profesional, un liceo vulnerable, que requiere y seguirá requiriendo mucho apoyo”, apuntó Alvarado. Su objetivo, desde el inicio, fue claro: entregar una educación de calidad que permita a los jóvenes no sólo aprender, sino también soñar.
El arribo no estuvo exento de dificultades. Alvarado reconoció que encontró una comunidad desorganizada, con múltiples situaciones anómalas tanto en lo administrativo como en la convivencia escolar. Sin embargo, poco a poco, con orden, respeto y disciplina -valores que define como ejes de su gestión- , comenzó a producirse una transformación.
“El cambio no fue fácil. Siempre hay gente que no quiere cambiar, pero la mayoría sí. Y hoy día puedo decir con alegría que hay una comunidad que trabaja con entusiasmo, que sueña con un liceo mejor. Los alumnos hoy están integrados al proyecto, participan, opinan, ayudan”, valoró.
Como ejemplo, destacó la instalación de más de 200 equipos de luminarias y la renovación del sistema eléctrico del establecimiento, trabajos realizados en conjunto con estudiantes. Además, se han remodelado numerosas dependencias del recinto, se fortalecieron las relaciones humanas y se consolidó una estructura organizativa más eficiente.
Uno de los sellos de su gestión ha sido fomentar una vida escolar atractiva e inclusiva, en la que los estudiantes se sientan parte activa de la comunidad. “El colegio no puede ser una lata. Tiene que ser interesante, desafiante. Por eso hemos impulsado actividades deportivas como futsal, vóleibol, básquetbol, bádminton, karate, atletismo, y también culturales: pintura, arte, música y un festival escolar programado para octubre”, complementó.
La convivencia escolar también ha sido un foco clave: se redujeron los hechos de violencia y se instaló un ambiente de respeto. “Formamos personas que el día de mañana tienen que ser parte activa de la sociedad. Por eso también fue muy significativo haber realizado una elección de Centro de Alumnos con una participación democrática ejemplar”.
Crecimiento y compromiso
El trabajo ha comenzado a rendir frutos concretos. Este año el liceo superó los 400 estudiantes y se proyecta una matrícula de 460 para el próximo, con la incorporación de un nuevo curso. Además, ha mejorado significativamente la asistencia y la participación de los apoderados, quienes ya cuentan con una directiva organizada y comprometida.
“Todo esto lo hemos logrado porque el sentido de esta escuela son los alumnos. La dirección del liceo no se ejerce para uno, sino por y para ellos. Eso es lo que muchos han logrado entender. No basta con hablar de educación de calidad: hay que hacerla realidad”, afirmó.




