Necrológicas

A propósito de la “teoría de la estupidez”

Por Marcos Buvinic Domingo 8 de Junio del 2025

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¿Cómo es posible que el gobierno de un pueblo que ha sufrido tanto en la historia, como Israel, sea capaz del genocidio que realizan contra los palestinos en Gaza? ¿Cómo es posible que un pueblo con notables desarrollos científicos y culturales, como era Alemania, fuera capaz de los horrores de Hitler y su pandilla nazi? ¿Cómo es posible que miles de buenos trabajadores y profesionales se conviertan en unos tramposos y estafadores de bienes públicos?

Acudamos a los testimonios de la historia. Dietrich Bonhoeffer fue un teólogo alemán asesinado por los nazis en el campo de concentración de Flossenburg, el 9 de abril de 1945, un mes antes de la rendición de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Bonhoeffer llevaba dos años encarcelado, acusado de ser uno de los “líderes espirituales” del complot contra Hitler, y el régimen nazi no estaba dispuesto a permitir que los miembros de la resistencia contra Hitler sobrevivieran a la caída del nazismo. En prisión, Bonhoeffer escribió sobre variados temas, dando forma a lo que después se llamó la “teoría de la estupidez”, la cual también puede iluminar diversas situaciones que ahora vivimos como sociedad y país, así como la urgente necesidad de formación en el pensamiento crítico y sentido ético.

 

La “teoría de la estupidez” de Bonhoeffer es una reflexión sobre la condición humana y el peligro que significa la estupidez para la sociedad, un peligro mayor que la maldad. Estupidez que no es un insulto a la falta de inteligencia, sino que es la actitud de inercia mental caracterizada por la falta de reflexión y de autocrítica, hasta llegar a la insensibilidad ética. El estúpido sólo tiene un punto de vista, el suyo; pero ese punto de vista “suyo” se lo venden otros, y el estúpido lo asume como propio. La tesis de Bonhoeffer es una reflexión desgarrada por la dolorosa experiencia vivida bajo el nazismo, tal como sucede en todos los totalitarismos que se adueñan de la mente de las personas conduciéndolas a la anestesia moral.

 

Bonhoeffer afirma que, para el bien de las personas y de la sociedad, la estupidez es más peligrosa que la maldad, porque “uno puede protestar contra el mal, puede denunciarlo, si es necesario puede ser impedido por la fuerza, pero ante la estupidez estamos indefensos, las razones caen en oídos sordos, las protestas no logran nada. El estúpido está satisfecho de sí mismo y se vuelve peligroso”.

 

La peligrosidad social y política de la estupidez radica en que ante ella no hay reflexión ni diálogo posible, y es manipulada para fines perversos, llegando a acciones irracionales y destructivas sin que el estúpido se dé cuenta o le importe: “la persona estúpida está bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su ser. Habiéndose convertido en una herramienta, la persona estúpida será capaz de cualquier mal y al mismo tiempo incapaz de ver que forma parte de él […] Hay seres humanos que son de un intelecto notablemente ágil pero estúpidos, y otros que son intelectualmente torpes, pero de ninguna manera estúpidos”, escribía Bonhoeffer. Por eso, no es estúpido quien no sabe razonar, sino quien no tiene el suficiente pensamiento crítico para rechazar las locuras y bajezas que otros dicen y hacen.

 

En su reflexión sobre la estupidez que se había apoderado del pueblo alemán, el teólogo Bonhoeffer, señala que el egoísmo, la ignorancia, la cobardía y la codicia son las causas que subyacen a ella. Los remedios a la estupidez sólo se encuentran en el cultivo del pensamiento crítico, en la reflexión ética, en la autocrítica y en el diálogo con quienes piensan distinto.

 

Entonces, vemos que la peligrosa estupidez de la que habla Bonhoeffer no es una medida de la inteligencia, sino que se trata de una categoría ética, tanto a nivel personal, como social y político, la cual conduce a la insensibilidad moral de quienes realizan cualquier tipo de acciones infames, pero sintiéndose personas honestas, respetables y -peor aún- dignas de mérito, porque han sabido aprovechar las circunstancias en beneficio personal.

 

En tiempos de insensibilidad ética presente en la extendida corrupción, en tiempos de “fake news” y pasividad ante la violencia, en tiempos en que buenos trabajadores y profesionales se vuelven unos pillos y sinvergüenzas, y en tiempos en que se preparan las elecciones de las próximas autoridades del país, es necesario ver lo que nos está pasando y reaccionar cultivando el pensamiento crítico y el sentido de responsabilidad social. Si no lo hacemos, nos transformamos en idiotas, no en el sentido de insulto que puede tener actualmente, sino en el sentido que tenía cuando los antiguos griegos crearon la palabra “idiota” para indicar a los inútiles que no asumían sus responsabilidades sociales, ciudadanas y políticas.

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