Necrológicas

La Selección (1)

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 8 de Junio del 2025

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En abril de 2022 en estas mismas páginas señalábamos: “Triste final el de nuestra Selección mayor de fútbol, hubiéramos querido algo distinto en la despedida de las clasificatorias al Mundial de Qatar. Al menos unos empates ante Brasil y Uruguay, aún quedando fuera de este campeonato, nos habrían atenuado el dolor por lo que no pudo ser”.

El jueves recién pasado se jugó la fecha 15 de las Eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2026 con sede en México, Estados Unidos y Canadá. La tarea no era fácil aún cuando Chile hacía de local, pues enfrentábamos al último campeón del mundo; Argentina, que obtuvo su tercera estrella precisamente en el Mundial de Qatar de 2022. Con un Estadio Nacional a tope, con un apoyo incondicional de la hinchada fuimos derrotados por la cuenta mínima, fieles a nuestro último lugar de la tabla clasificatoria.

Aún cuando las matemáticas todavía no nos dejan fuera, los últimos compromisos oscurecen el panorama: de visita contra Bolivia en la altura de sus canchas, visita contra Brasil y local frente a Uruguay.

De porque estamos como estamos, podría tener muchas explicaciones; la primera mirada apunta a los técnicos de esta etapa: Eduardo Berizzo, Nicolás Córdova (sólo un partido) y Ricardo “El Tigre” Gareca, a quien ya se encasilla como el peor entrenador en la historia de la Selección Chilena. Pero ¡cuidado! no nos olvidemos que todos queríamos a Gareca al mando de la “Roja”, porque Gareca es Gareca (“El Tigre”). Por lo tanto, aun cuando ya quedemos eliminados en la fecha 16 a jugarse el próximo martes 10, para el DT trasandino será un tropiezo en su carrera, pues Gareca seguirá siendo Gareca, seguirá siendo “El Tigre”.

La segunda mirada es a los jugadores, en un momento en el cual no se avizora un recambio para la “Generación Dorada”, esa que ganó dos Copas América.

Pero todos sabemos que el problema va más allá: ¿queremos perpetuar esta maraña actual? Esta maraña con tantas manos, como intereses manejando el fútbol (“muchas manos matan la guagua”, dicen por ahí) o ¿estamos dispuestos a reformar a fondo? Esta multiplicidad de intereses ha hecho mutar al fútbol; ha transformado al deporte en negocio. 

Aclaremos que el hecho que algunos hagan buenos negocios en buena lid es algo que nos reconforta, pero los negocios con explosivas ganancias a corto plazo, por lo general tienen resultados cuestionables en el largo plazo. Así las cosas, los aspectos meramente deportivos y formativos, quedan supeditados a las orientaciones de los representantes de los jugadores, a los suculentos contratos de publicidad en los uniformes, venta de derechos para la televisión y licencias para la comercialización de distintos bienes y servicios (desde calzoncillos hasta tarjetas de crédito). Lo anterior, habida consideración de las contiendas dirigenciales para el control de los clubes y sociedades anónimas o las relaciones entre dirigentes y las llamadas “barras bravas” y la violencia incontrolable en los eventos deportivos.

El retorno a lo meramente deportivo es también -en el largo plazo- un buen negocio: a mayores triunfos, mayor cantidad de adherentes, jugosas recaudaciones y mayor mercado potencial para los inversionistas del fútbol.

Pero la historia del fútbol chileno se alimentado de ingredientes que van mas allá de lo comentado hasta ahora, mas allá de los auspicios millonarios y de los contratos en dólares. Busquemos ahí algunas lecciones que nos pueden servir. Pensemos en los modestos clubes de provincia, o de humildes sectores de la capital que ponen lo suyo en un día a día pleno de carencias, de canchas en estado lamentable (“los potreros” de las divisiones inferiores) y de camisetas con el auspicio de la marca de cecinas local o la zapatería del centro. Es el derrotero de elencos en que la gran mayoría de sus jugadores jamás conducirán un vehículo de “alta gama”. Estos clubes también llenan estadios y sus hinchas están dispuestos a acompañarlos y a seguirlos por todo Chile, a bordo de penosas micros o aletargados trenes que atraviesan la bruma de la desesperanza, llevando la pasión taciturna de ese público incondicional. Son verdaderos ejemplos de esfuerzo, modestia y persistencia que valdría la pena repasar en los tiempos que corren (continuará…). 

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