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Obispo Oscar Blanco: “Yo viví la vergonzosa experiencia de que en la calle te griten pedófilo”

Domingo 15 de Junio del 2025

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No es muy asiduo a hablar con periodistas, reconoce que las cámaras y micrófonos lo ponen un poco nervioso, comienza diciendo el obispo de Punta Arenas, Oscar Blanco Martínez, quien confiesa que se preparó un punteo con los temas consensuados para esta entrevista.

Monseñor Blanco recibió a El Magallanes en su oficina, un espacio que no es el que más le acomoda, ya que él se define como un “callejero de la fe”, le gusta más estar en los barrios conversando con los fieles y evangelizando. Dice que trata de hacer carne las enseñanzas del difunto Papa Francisco de salir a evangelizar. Sin embargo, la crisis de Fide XII y del Colegio María Auxiliadora de Porvenir lo han obligado a tener un trabajo más ejecutivo. A diferencia de sus antecesores, no se caracteriza por la cuña fácil o hablar por hablar, sino que por ese trabajo más silencioso y meticuloso.

Llegó a Punta Arenas tras haber ejercido durante seis años como obispo en Calama. Su arribo no fue resultado de una planificación personal ni de conversaciones previas con el Papa Francisco, sino de una llamada del nuncio apostólico. “Ni tuve oportunidad después de preguntarle por qué yo. Sólo supe que estaban buscando un obispo para esta diócesis, y vieron que yo cumplía con el perfil que se necesitaba en ese momento”, recuerda.

No conocía la región, ni a sus comunidades, ni su realidad. “A mí me gustan los cambios. Desde que soy cura he estado siempre en esa disposición de ir donde me manden”. Como buen religioso de la Orden de la Madre de Dios, hizo carne lo que dice el evangelio de ser un trabajador de la viña del Señor. “Y si un día me dicen que tengo que ir a otra parcela, voy a trabajar, a servir, a hacer lo que el Señor me pide”.

“Aquí hay otra iglesia, otra expresión de fe. La religiosidad popular no es lo más fuerte. Sí está, como en la devoción al Nazareno, pero no tiene el mismo peso. Acá influye mucho el clima, la geografía, las distancias. Es otra forma de caminar la fe. Pero es la misma Iglesia. Es el mismo pueblo de Dios, que peregrina con su historia, su paisaje, su cultura”. Ha recorrido casi todo Magallanes, sólo le queda llegar a la Antártica Chilena.

— ¿Por qué decidió no vivir en el palacio del obispado en el centro?

— “Fue una opción personal. Uno tiene que estar en lugares en donde uno se sienta más cómodo, donde uno pueda hacer vida el Evangelio. Yo sentía que no era mi lugar, que tenía que vivir como un ciudadano más. Mi misión me pide un poco más de coherencia y decidí vivir como un vecino más”.

— ¿A qué se va a destinar esta casa?

— “Hoy ahí se reúnen los adultos mayores, la pastoral social. Aquí en el obispado no tenemos espacio para juntar más de 20 personas, entonces ahí se hacen retiros y se acoge a la gente que nos viene a ayudar”.

Crisis de abusos

“Los abusos a menores son un crimen, es algo repudiable en cualquier sociedad. Ahora, cuando pasa al interior de la Iglesia, con mayor razón”, con estas palabras comenzó monseñor Blanco la conversación con El Magallanes. La crisis de los abusos al interior de la Iglesia iba a ser uno de los últimos temas a tratar en la entrevista. Sin embargo, el prelado decidió comenzar con este tópico que, a su juicio, la institución no puso suficiente atención. “No le dimos la importancia al caso. Y eso al final nos pasó la cuenta”, agregó.

— ¿Por qué se desencadenó esta crisis que para el mundo católico, fue como una bofetada en la cara?

— “No estábamos preparados bien, no existían los protocolos que existen hoy. Yo diría también que la Iglesia estaba viviendo un clericalismo muy empoderado, también con una formación muy elitista, donde el sacerdote o el ministro estaba por encima de todo y prácticamente no tenía que rendirle cuentas a nadie. Donde el laicado no tenía la madurez para parar esto, para detenerlo, para cumplir su rol como bautizado maduro, responsable también de todo”.

— ¿Hoy los laicos están más empoderados?

— “Con el mismo estallido de los abusos, fueron los laicos los que pusieron el tema, fueron los laicos los que alzaron la voz y denunciaron los casos, yo diría desde el 2002 en adelante (…) Ellos han hecho mucho por superar esta situación, para que se haga justicia, se investigue, se vaya superando poco a poco esto que el Papa Francisco llamaba la cultura del encubrimiento. Aquí se dio el abuso no solamente sexual, el abuso de conciencia, de poder, todo eso (…) Pasó lo que pasó, como Iglesia tuvimos que reconocer nuestros errores, pedir perdón y ponernos manos a la obra, porque había que trabajar, transparentar muchas cosas, reconocer y comenzar a hacer justicia”.

— ¿La crisis de los abusos en la Iglesia es una herida cerrada o aún bota sangre?

— “Todavía no está cerrada, yo creo que todavía sangra, porque tú entenderás que un abuso sobre una persona, un niño, no es una cosa que se pueda superar de la noche a la mañana. Yo diría que es una herida muy profunda, que nos va a costar tiempo sanarla y superarla. Hoy estamos en eso, todavía estamos trabajando. Hay un Consejo en prevención de abuso a nivel de Iglesia nacional, diocesano, hay protocolos, etc.”

— En España, Portugal, Francia y en otros países del mundo, las conferencias episcopales se han abierto a la posibilidad de realizar junto al Estado comisiones de investigación a los casos de pedofilia. ¿Usted está abierto a la realización de una Comisión de Verdad y Reconciliación que aborde esta herida?

— “Yo creo que todo lo que ayude a ir contribuyendo en superar y sanar esta herida me parece bien. Y aquí, mientras más ayuda, más voces, más colaboración haya, yo creo que mejor. Porque esto, digámoslo, estalló al interior de la Iglesia, pero es un tema social, no es solamente cosa de la Iglesia, es un tema que traspasa más allá. O sea, la sociedad hoy día tiene problemas con el tema de los abusos”.

— ¿Usted se allana a una reparación simbólica como la instalación de una placa o algo que recuerde a las generaciones venideras los horrores que ocurrieron y que no deben volver a suceder?

— “Yo creo que se pueden hacer reparaciones simbólicas, pero nosotros estamos más por una reparación de la persona, digamos, de acompañamiento, de ayudar en el sentido de si necesita profesionales. Porque, claro, o sea, yo puedo poner una placa, pero ¿y qué hago por las víctimas mismas? ¿Por las personas? Allí está la herida y el dolor. Yo apunto más al trabajo con la persona, de escucharlo, de ir haciendo reparación con él o con ella, más que algo simbólico”.

— En lo personal, ¿cómo repercutió en usted esta crisis? ¿Todo lo revelado hizo remecer en algún minuto su vocación?

— “Debo reconocer que me golpeó fuerte. Una cosa es estar fuera y lo otro es estar metido. Por una parte, a mí me dolió sufrir mucho. Pero, por otro lado, yo dije: qué bueno que estoy dentro. Porque hubiese sido fácil estar fuera y que otro lo arreglara. Me tocó escuchar víctimas, acompañarlas y tomar decisiones. Fue una experiencia muy fuerte, muy dolorosa, muy difícil de enfrentar (…) Yo viví la vergonzosa experiencia de que en la calle te griten pedófilo. Pero frente a todo este escenario, jamás me cuestioné mi vocación”.

Fide XII y Colegio
María Auxiliadora

— ¿Cuáles son las medidas que tomará para revertir la crisis de Fide XII?

— “Estamos en un tiempo de hacer un alto, de ordenarnos, de revisar la visión y la misión de Fide XII. De partida, estamos terminando con algunos programas sociales como el albergue. También finalizaremos con una residencia (…) Queremos centrarnos en los colegios y en la Casa del Buen Samaritano. Necesitamos asegurar una estabilidad económica para poder responder a los compromisos que se han asumido”.

—¿A Fide XII le pasó como el dicho: ‘el que mucho abarca, poco aprieta’?

— “Podría ser una mirada desde ese punto de vista. Los recursos siempre fueron pocos. Reconocemos todos los esfuerzos que hace el Estado por financiar estos proyectos, pero cuando los recursos son menos que lo que realmente se necesita, empiezan a flaquear las arcas y a verse comprometido el quehacer…”

— Y si Fide XII deja esto, ¿quién se hará cargo en la región?

— “Todos sabemos que esa es responsabilidad del Estado. Nosotros como fundación estábamos colaborando con ellos, pero producto de la crisis también hay que ser responsables, y no podemos seguir comprometiéndonos. Al final vamos a hacer un mal servicio, un mal colaborador (…) El Estado tendrá que buscar otros colaboradores”.

— ¿Cuándo podría estar solucionado el tema de los sueldos y compromisos previsionales del Colegio María Auxiliadora de Porvenir?

— “Estamos con los sueldos y las cotizaciones al día. Nosotros tenemos una deuda previsional que alcanza los $50 millones con los trabajadores del colegio. Y esperamos, si Dios quiere, que a final de año podamos avanzar más en esta deuda”.

— ¿Se ha estudiado devolver este colegio a su administrador original, que era la Congregación Salesiana?

— “Ellos lo dejaron y en ese entonces la diócesis hizo, digamos, un acto de servicio a la comunidad para que este colegio siguiera prestando servicio a la comunidad de Porvenir, se comprometió. Por lo tanto, nosotros en ningún momento hemos pensado en devolverlo, porque creemos que es importante para la comunidad y vamos a hacer todo lo posible por llevar adelante este colegio”.

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