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“Hay muchos adultos mayores que necesitan rehabilitación y que están esperanzados porque se haga el Centro en Puerto Williams”

Martes 24 de Junio del 2025

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En su vivienda de la ciudad de Puerto Williams, convertida en una improvisada sala de ejercicios, Ana María Chávez Rosas y su esposo, José Godoy Fuica, han librado una silenciosa batalla por la rehabilitación y por la calidad de vida. Ella, cuidadora y compañera de vida; él, un hombre de 87 años que no ha dejado de luchar después de sufrir cuatro accidentes cerebrovasculares (ACV). Su historia, marcada por el esfuerzo, la fe y las barreras geográficas, encarna la urgencia de una demanda largamente sostenida por la comunidad: contar con un Centro de Rehabilitación en la isla Navarino.

“Mi esposo tuvo su primer ACV el 19 de noviembre de 2019. Ese mismo día lo derivaron a Punta Arenas. Estuvimos allá en noviembre, diciembre y enero… incluso hasta febrero. Allá le dieron toda la atención necesaria y tuvo una recuperación bastante avanzada, gracias al Centro de Rehabilitación”, recuerda Ana María. “Estuvo muy bien atendido y estamos muy agradecidos, el personal maravilloso. Pero a nosotros nos complica el estar saliendo y viniendo, porque, por ejemplo, mi esposo está en silla de ruedas y es muy complicado subir y bajar aviones, además el clima es muy duro. Entonces para nosotros es importante que el Centro de Rehabilitación esté acá en Puerto Williams”.

Cuando finalmente parecía estar recuperándose, José recibió autorización médica para regresar por unos días a Puerto Williams, su casa, su tierra, y poco antes de embarcar, sufrió un cuarto ACV. “Fue justo antes de venir. Lo pudimos llevar al hospital, lo vieron, pero igual viajamos. El problema fue que justo después nos pilló la pandemia, y no pudimos volver a Punta Arenas”, relata.

Ese regreso, que debía ser momentáneo, se transformó en un largo confinamiento en la isla, sin acceso a las terapias especializadas del Centro en Punta Arenas. “No tuvo el tratamiento ni los ejercicios que correspondían y que el Centro de Rehabilitación le podía entregar. Nos quedamos acá, en Puerto Williams, y desde entonces ha estado en silla de ruedas”, confiesa Ana María, sin dramatismo, pero con la claridad de quien ha aprendido a vivir con la adversidad.

Desde entonces, Ana María ha convertido su hogar en una sala de rehabilitación improvisada. “El no ha dejado nunca de hacer sus ejercicios. Aquí tenemos de todo: mancuernas, bandas elásticas, barras. Pero no es lo mismo. Uno no es profesional, ellos saben como tomarlo y qué decirle, uno sólo le dice haz tus ejercicios, pero cómo se hacen, eso lo saben los kinesiólogos”, admite.

Aislamiento en salud

La historia de Ana María y José ilustra con crudeza los costos personales del aislamiento en salud. “Hay gente peor que mi esposo, que está postrada, y para ellos salir de la isla es casi imposible. Subir a un avión con una persona en silla de ruedas es toda una odisea. El traslado, el tiempo, los recursos. Todo cuesta más”, afirma.

A pesar de todo, Ana María no pierde la fe. La noticia del llamado a licitación para construir un Centro de Rehabilitación en Puerto Williams la recibió con emoción y una profunda esperanza. “Para nosotros es muy, muy importante. Yo deseo, ruego y daría mil gracias a Dios si esto se hace. Pero también espero que se cumpla, que no quede sólo en una estructura vacía”, advierte con firmeza.

El proyecto, impulsado por la Municipalidad de Cabo de Hornos, contempla una inversión pública de 2.800 millones de pesos y un plazo de ejecución de ocho meses. Según las bases de la licitación, el futuro Centro estará destinado a la atención de personas con necesidades de rehabilitación física, incluyendo terapias kinésicas y recuperación motora. La fecha de cierre de la licitación se fijó para el 7 de julio.

La obra responde a una realidad crítica: en Puerto Williams no existe hasta ahora un espacio dedicado exclusivamente a la rehabilitación. Si bien se cuenta con atención primaria a través del Centro de Salud Familiar, las terapias especializadas dependen del traslado a otras ciudades, principalmente Punta Arenas.

Ana María ha enfrentado todo esto, mientras combate su propia enfermedad. “Yo también estoy con controles médicos, porque tuve un cáncer. Gracias a Dios ya estoy mejor”, subraya.

Hoy, la historia de Ana María y José simboliza la urgencia de avanzar con decisión y compromiso en proyectos que cambian vidas. “Hay muchos adultos mayores que necesitan rehabilitación. Tal vez no van a mejorar, pero no se van a deteriorar más. Eso ya es una gran cosa. Eso les devuelve la dignidad”, sostiene.

Y concluye con la fuerza serena que sólo tienen quienes han resistido de verdad: “Si esto resulta, sería fantástico. Sería maravilloso. De verdad. Porque no es sólo por mi esposo. Es por todos los que están como él. Por todos los que vendrán después”.

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