El inesperado envión de Jeannette Jara y el reordenamiento de las fuerzas oficialistas
La jornada de primarias presidenciales de este domingo no sólo entregó un nombre -Jeannette Jara- como candidata del oficialismo para las elecciones de noviembre. También mostró que la izquierda política chilena, tras años de tensiones internas, puede ordenar sus fuerzas con mayor eficacia de lo previsto, incluso si eso significa pasar por encima de figuras emblemáticas del gobierno.
El resultado sorprendió no tanto por la derrota de Carolina Tohá, una posibilidad esperada en ciertos círculos desde hace semanas, sino por la magnitud del triunfo de la exministra de Trabajo: más del 60% de los votos a nivel nacional, un respaldo categórico e incuestionable que consolida a Jara como la líder del sector más disciplinado y articulado de la coalición: el Partido Comunista. Se trata, en rigor, de la primera candidatura presidencial oficial del PC desde que Pablo Neruda se bajara en 1970 para apoyar a Salvador Allende. Ni siquiera Daniel Jadue en 2021 alcanzó la victoria en las primarias; lo de Jara hoy es, sin exagerar, un hito histórico para esa colectividad.
La elección también revela otra realidad incómoda para el Ejecutivo. Las primarias fueron interpretadas por muchos como un intento del gobierno de validar, a través del voto, a su exministra del Interior. El diseño parecía pensado para Tohá, una figura con visibilidad mediática, con respaldo en sectores del oficialismo más moderado y con la venia tácita del Presidente Gabriel Boric. Pero ese diseño se desdibujó en la práctica y se tradujo en una campaña que no logró galvanizar las bases. El resultado de ayer lo deja claro: con un 28% de los votos, Tohá no sólo perdió, sino que quedó muy por debajo de las expectativas.
En contraste, Jara logró articular un discurso de mayor cercanía con las urgencias sociales. Como exministra del Trabajo, su figura creció silenciosamente al alero de reformas clave como el aumento del salario mínimo o la jornada laboral de 40 horas. Ese “trabajo de hormiga” parece haber sido mejor valorado que la alta exposición política de su contendora.
En Magallanes, donde la participación fue modesta, pero significativa, Jara también arrasó con un 55%. En una región históricamente más proclive al centro-izquierda tradicional, el dato no es menor. Revela una sintonía que podría tener implicancias de cara a la elección general.
Más allá de los porcentajes, lo ocurrido ayer pone en el centro del debate al futuro del oficialismo. ¿Se alineará el socialismo democrático con esta candidatura del PC? ¿O se abrirán fisuras que debiliten la unidad en la primera vuelta? Las señales hasta ahora indican que habrá un intento de cerrar filas, pero con matices. El verdadero desafío de Jeannette Jara comienza ahora: crecer más allá de su base y convencer a un electorado escéptico de que su perfil -una figura más austera, pero carismática con fuerte respaldo sindical y territorial- puede ser competitivo frente a las cartas de la derecha.
Mientras tanto, el Partido Comunista celebra una victoria que no sólo lo posiciona en la papeleta de noviembre, sino que también le entrega, por primera vez en democracia, la conducción de la coalición de gobierno en un ciclo electoral clave. Nadie puede ignorar ese dato. Y nadie, a estas alturas, puede subestimar a Jeannette Jara.




