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La guerra de Trump

Por Abraham Santibáñez Lunes 30 de Junio del 2025

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El domingo 22 de junio, en su primer recuento, el gobierno de Estados Unidos infórmó que tres instalaciones nucleares de Irán habían sufrido graves daños a causa de sus ataques aéreos. De manera característicamente ambigua, la administración de Donald  Trump insistía en asegurar que no trataba de iniciar una guerra abierta. Afirmó sin embargo que había destruido por completo tres instalaciones nucleares iraníes.

Tres días después el líder supremo de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei, felicitó a sus compatriotas por la victoria sobre Israel y Estados  Unidos.

Pese a la tecnología -aviones de largo alcance contra instalaciones nucleares- resulta difícil distinguir los alardes propagandístcos de los resultados concretos. Menos con un personaje, como Trump, que ha hecho millones ocultando sus cartas.

Altos funcionarios del Pentágono señalaron que era imposible determinar si Irán conservaba o no su capacidad de enriquecimiento nuclear.

Todo el episodio -una fulminante Guerra de Doce Días, según Trump- duró según se ufanó Trump. Lo justo y necesario. Conforme precisó The New York Times, funcionarios del gobierno se cuidaron de no describir los ataques como el inicio de una operación militar de más amplio alcance. “No estamos en guerra con Irán”, declaró el vicepresidente J.D. Vance en una entrevista televisada. “Estamos en guerra contra el programa nuclear de Irán”.

Funcionarios iraníes por su parte afirmaron que seguían evaluando la magnitud de los daños ocasionados a las instalaciones de Fordo, Natanz e Isfahán tras la Operación Martillo de Medianoche en la madrugada del domingo. En 25 minutos, las fuerzas norteamericanas lanzaron 14 enormes bombas GBU-57 sobre dos zonas con objetivos nucleares, en Fordo y Natanz. “Más de 125 aviones estadounidenses participaron en esta misión”, reveló en una conferencia de prensa el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Dan Caine, incluidos los bombarderos B-2, cazas, aviones de reabastecimiento y naves de vigilancia. En el ataque se utilizaron más de 75 armas guiadas de precisión, y se diseñó una “maniobra de engaño” con bombarderos desplegados sobre el Pacífico en forma de señuelo.

Estuvieron una hora y medio en los cielos iraníes, desde la 1,30 hasta las 3 (hora local), cuando salieron de Irán. Los misiles Tomahawk, disparados desde posiciones cercanas al golfo de Omán, impactaron luego en Isfahan, sede de otra de las instalaciones nucleares destruidas por l ofensiva.

El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, arremetió contra Estados Unidos, afirmando que los ataques socavan los esfuerzos diplomáticos para evitar una escalada. Irán “se reserva todas las opciones para defender sus intereses de seguridad y a su pueblo”, declaró, aunque se negó a ser más específico, incluyendo si Irán tomaría represalias contra las bases militares estadounidenses en Oriente Medio. “Tenemos que responder basándonos en nuestro legítimo derecho a la legítima defensa”, declaró en Estambul.

Conforme los portavoces del Pentágono, la ejecución de la operación fue cuidadosamente orquestada incluyendo bombarderos B-2 y misiles de crucero Tomahawk lanzados desde submarinos que impactaron los emplazamientos iraníes en un lapso de media hora.

El jefe del Estado Mayor Conjunto, general Dan Caine, afirmó que la evaluación inicial de los daños en combate indicaba que las tres instalaciones nucleares habían sufrido graves daños y destrucción, pero que la evaluación final tomaría tiempo. 

El último punto en duda lo plantearon los israelíes. Dos funcionarios con conocimiento del asunto afirmaron que, al parecer, previamente Irán había trasladado equipo, incluido uranio, desde la instalación antes de los ataques.

En otras palabras, falta por saber el verdadero éxito de la guerra de Trump.

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