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Hoy es el Día Mundial de las Ballenas y Delfines

Tráfico marítimo, salmonicultura y el ruido submarino son las principales amenazas que afrontan los cetáceos en mares australes

Miércoles 23 de Julio del 2025

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Postal buscada por todos quienes se maravillan con los paisajes de la región, es la de una ballena asomándose en su recorrido por las aguas marinas. También las toninas son protagonistas destacados en las imágenes que registran los visitantes. Pero hoy, que se celebra el Día Mundial de las Ballenas y Delfines, estos hermosos mamíferos marinos viven una realidad preocupante. Así lo establece la geógrafa, experta en clima y ecosistemas de Greenpeace, Silvana Espinosa, quien en entrevista con La Prensa Austral, aborda los principales peligros que acechan a estos animales y los desafíos a nivel de Estado para proteger los ecosistemas marinos.

– ¿Cómo ven la realidad de las especies de ballenas que están presentes en Magallanes?

– “Las aguas de Magallanes son uno de los lugares más importantes de alimentación para ballenas como la jorobada, sei y azul. En general, las poblaciones de ballenas están enfrentando fuertes presiones por actividades humanas. La región es un corredor clave de migración y alimentación, especialmente en verano, pero la falta de protección efectiva, deja a estas especies en una situación de vulnerabilidad frente al tráfico marítimo, la salmonicultura y el ruido submarino”.

– ¿Cuáles son sus mayores amenazas? 

– “Las colisiones con embarcaciones son uno de los riesgos más críticos, debido al creciente tráfico marítimo asociado, principalmente, a las operaciones de la industria salmonera. Este incremento no sólo genera un peligro físico directo, sino que también intensifica la contaminación acústica producida por motores y actividades industriales, interfiriendo con la comunicación y orientación de estos cetáceos. A ello se suman el enmallamiento en redes de pesca, y el cambio climático, que está alterando la disponibilidad de krill y otras especies clave en su dieta.

“Es más, investigaciones recientes han revelado que la ballena jorobada tiene una visión miope, es decir, su capacidad visual a larga distancia es limitada y sólo distingue siluetas, no detalles. Esto incrementa significativamente el riesgo de colisiones con barcos y otras estructuras en el mar, sobre todo en un océano cada vez más intervenido por actividades humanas”.

-¿Cuánto ha aumentado el problema de las colisiones con embarcaciones?

– “Aunque no todos los incidentes se registran, se estima que el 28% de las ballenas que varan en nuestras costas mueren por colisiones, una cifra inaceptable que no podemos normalizar. Un reciente estudio revela que Chile registra la mayor tasa global de mortalidad de ballenas por colisiones en la última década, siendo esta la principal causa de muerte no natural en cetáceos, con un impacto devastador en especies en peligro crítico como la ballena fin. Zonas críticas como Magallanes y Los Lagos concentran los mayores riesgos, por lo que se requieren medidas urgentes de protección”.

– ¿Qué registro tienen al respecto? ¿Que despliegue hacen ustedes en la región?

– “No existe un sistema de monitoreo estatal robusto para colisiones, y la mayoría de los registros provienen de ONGs, científicos y denuncias puntuales. Desde Greenpeace hemos realizado campañas de documentación y denuncia con embarcaciones, pero efectivamente la cobertura es limitada debido a la amplitud del área, las condiciones climáticas extremas y los costos asociados a la logística. Este vacío de información oficial es una de las grandes debilidades para generar medidas de prevención y fiscalización oportuna”.

– ¿Cómo evalúan la relación con el Estado en este tema, principalmente con el Ministerio de Medio Ambiente, si ha mejorado o no la protección de los ecosistemas en que se mueven las ballenas y delfines?

– “La relación con el Estado sigue siendo insuficiente. Si bien el Ministerio de Medio Ambiente ha impulsado algunas figuras de protección como áreas protegidas, la falta de fiscalización y sanciones adecuadas, y monitoreo limita su efectividad. Aún falta voluntad política para establecer un sistema de protección que priorice de verdad la conservación frente a intereses industriales, y establezca la compatibilidad de la protección de especies con el otorgamiento de permisos”.

– ¿Cómo ha afectado la industria salmonera a ballenas y delfines?

– “La salmonicultura impacta gravemente los ecosistemas marinos debido a la contaminación generada por residuos, productos químicos y escapes de salmones, lo que altera el equilibrio y la salud de las aguas de las que dependen ballenas, delfines y numerosas especies. Esta industria no sólo amenaza la vida de estas especies, sino que también fragmenta y degrada sus hábitats, afectando a cientos de organismos marinos que comparten estos ecosistemas”.

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