El arte de la madera y el metal: la consagración de Luciano Coronello
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Con más de una década de experiencia trabajando en madera y metal, este artesano y escultor se presenta ante la comunidad con una de sus creaciones más grandes.
Luciano Coronello Frey, un escultor y artesano de Punta Arenas, ha forjado un camino en el mundo del arte y la carpintería que lo ha llevado a trabajar con algunos de los materiales más nobles de la región: la madera y el metal. Nacido en Mar del Plata, Argentina, y de madre chilena, ha vivido gran parte de su vida en la zona, lo que le ha permitido vincular su trabajo con la cultura, la historia y la naturaleza de esta región austral.
Desde niño, estuvo rodeado de herramientas y materiales que lo conectaron con este oficio. Recuerda que, bajo la influencia de su abuelo, José Frey Clark, quien se desempeñaba como soldador y forjador, aprendió a soldar a los 13 años, lo que marcó su primer contacto con el metal. La madera, sin embargo, fue el material con el que más tarde se identificaría. Su pasión por la escultura comenzó en su infancia, cuando, mientras crecía en el campo, tallaba figuras con su cuchillo, una actividad que fue evolucionando con el tiempo hasta convertirse en una verdadera vocación.
A los 23 años, tras mudarse a Valdivia, Luciano decidió dedicarse por completo al trabajo con la madera, y allí abrió su primer taller con el apoyo de Sercotec. En esta ciudad del sur de Chile, consolidó su formación como artesano y escultor, realizando trabajos de restauración, muebles personalizados y piezas artesanales de gran calidad. Fue en Valdivia donde perfeccionó su técnica y donde, a los 28 años, tras el fallecimiento de su abuelo, regresó a Punta Arenas para continuar con el taller familiar. En la ciudad, continuó desarrollando su oficio, creando muebles, restauraciones y piezas escultóricas más grandes, mientras seguía aprendiendo sobre la importancia de la madera y el metal en su trabajo.
En su taller, no sólo trabaja con madera, sino también se ha aventurado en el mundo del metal, algo que aprendió de su abuelo. La combinación de ambos materiales le permite explorar nuevas posibilidades artísticas, aunque no sin enfrentar los retos que implica trabajar con cada uno. “Cada material tiene su propia vida. La madera tiene vetas, nudos, imperfecciones que le dan carácter, pero también pueden ser un problema. El metal, por otro lado, es más rígido, pero permite otros tipos de formas”, subraya, por lo que valora tanto las posibilidades que ofrece cada material como los desafíos que enfrenta al trabajar con ellos.
Festival en la Patagonia
Una de las experiencias más recientes fue su participación en el Festival Folclórico en la Patagonia, donde fue invitado a confeccionar 27 esculturas que fueron entregadas como premios a los ganadores del anterior evento artístico. Esta tarea, aunque emocionante, representó un gran reto, no sólo por la cantidad de escultura a realizar, sino por el tiempo limitado que tenía para completarlas. “Me dieron muy poco tiempo, pero asumí el reto como un compromiso. Sabía que era una oportunidad para mostrar mi trabajo y para demostrar que un artesano local puede hacer cosas grandes”, señala.
El desafío era enorme. Luciano debía crear figuras de gran detalle, como los patagones, ñandúes y ovejeros, con la exigencia de que cada escultura reflejara fielmente la tradición y el simbolismo de la región. A pesar de la presión, se dedicó con pasión y disciplina a la tarea, trabajando horas extras y dedicando todo su esfuerzo para que cada pieza estuviera lista. “El primer ovejero fue el más difícil. Tenía que asegurarme de que todos los detalles estuvieran presentes: el sombrero, las botas, el pañuelo. Fue un trabajo intenso, pero gratificante”, relata.
Su trabajo fue recibido con mucho entusiasmo, tanto por las autoridades locales como por el público en general. Las esculturas, que fueron talladas completamente a mano sin ningún tipo de ensamblaje, destacaron por su calidad y por el nivel de detalle que Luciano había logrado plasmar en cada pieza. “Lo que más me sorprendió fue la respuesta de la gente. Las autoridades se acercaron, sacaron fotos, y eso para mí fue muy gratificante. Ver que mi trabajo era valorado me dio mucha satisfacción”, complementa.
Además de las esculturas del Festival, sigue trabajando en una variedad de proyectos, desde muebles restaurados hasta trabajos personalizados para clientes locales. Su taller ha sido un espacio de creación constante, donde ha dado vida a piezas únicas que reflejan su estilo y su visión artística. Entre sus obras más destacadas figuran las restauraciones de las puertas del Mercado Municipal de Punta Arenas y varios proyectos para hoteles de la ciudad, como el Hotel Hain. En estos trabajos, ha logrado fusionar su experiencia en carpintería con su destreza artística, creando piezas que no solo cumplen una función, sino que también cuentan una historia.
Lo más gratificante de su trabajo no es sólo el reconocimiento, sino la satisfacción personal de ver cómo una pieza toma forma. “Lo que más me gusta es la pasión que le dedico, la creatividad, me gusta el resultado, trato de disfrutar el proceso pero el resultado es muy gratificante, cuando ves algo hecho por ti y que te costó tanto hacerlo y verlo hecho es una gratificación, y más allá de repente de lo monetario, es otra cosa, algo que no tiene valor monetario, es un sentimiento, eso es lo que más me gusta”.
Su participación en el Festival en la Patagonia es sólo un ejemplo de lo que ha logrado a lo largo de su carrera. Con su taller siempre en funcionamiento, sigue creando y compartiendo su arte con la comunidad, confiando en que, poco a poco, su trabajo será reconocido por su verdadera calidad y valor. Mientras tanto, continúa disfrutando del proceso de creación, sabiendo que cada escultura, cada mueble, y cada pieza que sale de sus manos es una contribución al patrimonio artístico y cultural de Magallanes.




