Aventureros de la historia y la vergüenza de retener a Ethan Guo
Los aventureros de la historia, movidos por la curiosidad, la ambición y un espíritu indomable, desafiaron lo desconocido, abriendo caminos que transformaron el mundo y expandieron los límites del conocimiento humano. Sus hazañas, desde los viajes de Marco Polo y Cristóbal Colón hasta las expediciones de Vasco da Gama, Hernán Cortés, Roald Amundsen y Ernest Shackleton, son celebradas como hitos de valentía y visión.
En nuestra región, Fernando de Magallanes, cuyo nombre lleva esta tierra, protagonizó la mayor aventura de la humanidad al descubrir el estrecho que lleva su nombre y circunnavegar el globo. Junto a él, figuras como Alberto de Agostini, Charles Darwin y el Piloto Pardo dejaron un legado imborrable en la Patagonia y Tierra del Fuego.
En la historia aeronáutica magallánica, destacan pioneros como Günther Plüschow, quien en 1928 realizó un vuelo histórico entre el continente y Ushuaia a bordo del “Cóndor de Plata”, o Arturo Merino Benítez, prócer de la aeronáutica chilena, que abrió la ruta aérea a Magallanes en 1930. El Teniente 1º Arturo Parodi marcó un hito al volar hacia la Antártida el 15 de febrero de 1947, consolidando la presencia chilena en un continente hasta entonces reservado a navegantes intrépidos.
Estos hombres compartían un espíritu común: la audacia de enfrentar lo imposible, venciendo el miedo y rompiendo paradigmas. Sin embargo, mientras honramos a estos héroes del pasado, hoy asistimos a un espectáculo injusto: la detención de un aventurer, el joven piloto estadounidense Ethan Guo, de 19 años, cuyo único delito fue -al parecer- aventurarse por una noble causa.
Ethan Guo descubrió su pasión por la aviación a los 13 años. A los 17, obtuvo su licencia de piloto privado y la habilitación IFR, que le permite volar solo con instrumentos, sin referencias visuales. Con más de 700 horas de vuelo, ha recorrido los 48 estados contiguos de Estados Unidos, cruzado el Atlántico tres veces y, a su corta edad, ya ha dado la vuelta al mundo. Su meta es clara: convertirse en la primera persona en volar solo por los siete continentes en una avioneta y recaudar un millón de dólares para la investigación del cáncer infantil, lo que fue inspirado por la lucha de un primo suyo contra esta enfermedad. Guo partió desde Memphis, Tennessee, sede del St. Jude Children’s Research Hospital, y ha visitado seis continentes: Norteamérica, Sudamérica, Europa, Asia, África y Australia. En cada parada, se ha reunido con niños enfermos de cáncer y expertos médicos para concienciar sobre esta causa. Su travesía no ha sido fácil: ha enfrentado tormentas, averías mecánicas, tensiones con fuerzas militares en varios países y una detención en Myanmar. Sin embargo, nada lo preparó para lo que le esperaría en Territorio Antártico Chileno.
El 1 de julio de 2025, Guo despegó desde Punta Arenas rumbo a Ushuaia, pero decidió modificar su plan de vuelo para dirigirse a la Antártida, según el informando del cambio. Al llegar a la base chilena, fue recibido por un equipo de bomberos que, tras una breve conversación, le permitió despegar nuevamente, siempre que presentara un nuevo plan de vuelo. Pero antes de que pudiera cumplir con este trámite, un grupo de la Armada de Chile lo abordó y lo detuvo. Su avión fue registrado, trasladado a un hangar, y Guo fue despojado de su teléfono, sometido a un humillante registro corporal y encerrado en una habitación bajo vigilancia, sin acceso al consulado, ni a internet.
“Para ser sincero, muchas veces tengo miedo”, confesó Guo. “Pero si crees en algo por lo que vale la pena luchar, debes asumir el riesgo”. Su determinación no ha flaqueado, y su mensaje es claro: “Apunten tan alto como puedan, dividan sus metas en pasos digeribles y trabajen para conseguirlas”. Sin embargo, mientras Guo inspira con su valentía, las autoridades chilenas lo están castigando con una detención que lleva más de 45 días. Durante este tiempo, el joven ha perdido peso, ha enfermado y ha sido tratado con una indiferencia que raya en lo inhumano. Cuando bastaba con permitir su regreso a Punta Arenas y haberle aplicado una multa a su llegada.
Una hipocresía histórica
Resulta irónico, y profundamente vergonzoso, que una nación que se enorgullece de figuras como Magallanes, Merino Benítez y Parodi, hoy mantenga retenido a un joven cuya única falta fue perseguir un sueño y una causa altruista. Mientras los delincuentes campean a sus anchas, asaltando y matando y destruyendo sin consecuencia, las autoridades chilenas parecen más interesadas en reprimir a un aventurero que en proteger a sus ciudadanos. Si Shackleton, Magallanes o Darwin estuvieran vivos hoy, ¿también languidecerían en una celda por atreverse a desafiar lo establecido? El caso de Ethan Guo es un recordatorio doloroso de cómo el burocratismo y la rigidez institucional pueden aplastar el espíritu humano. Mientras celebramos a los aventureros del pasado, debemos preguntarnos: ¿qué mensaje enviamos al mundo al tratar así a quienes encarnan ese mismo espíritu hoy? Es hora de que las autoridades chilenas rectifiquen, liberen a Guo y permitan que continúe su misión. La historia no perdona a quienes frenan a los soñadores, y Chile no debería manchar su legado con esta injusticia.




