Entre Einstein y León XIV
Es imposible precisar una fecha exacta, pero sabemos con certeza que, a partir del 6 de agosto de 1945, la bomba atómica de Hiroshima nos dejó angustiosamente al borde de la extinción. Se dice que Albert Einstein aseguró más tarde que no sabía cómo sería la Tercera Guerra Mundial, pero que la Cuarta se pelearía con palos y piedras. Actualmente estamos, según parece, en medio de esa crisis gatillada por los dos peores conflictos en los últimos 80 años: Ucrania y Gaza.
En Ucrania se usan drones y otras armas de sofisticada tecnología. En Palestina, los niños mueren de hambre como en un pasado que se creía superado y los periodistas son asesinados a sangre fría. También han muerto, tratando de conseguir alimento para sus hijos y para ellos mismos, miles de palestinos desde el 7 de noviembre de 2023. Líderes terroristas del movimiento Hamás han perecido igualmente en ataques selectivos de precisión, tal como otros dirigentes catalogados de amenazas para la supervivencia del estado judío.
El 10 de agosto, la muerte de seis periodistas (Reporteros sin Fronteras habla de “masacre”), mostró lo que podría ser un objetivo adicional. Más que tratar de bloquear la información in situ, una exigencia ética fundamental en el periodismo, se habría tratado de acallar el detalle de uno de los proyectos más controvertidos de Benjamín Netanyahu: sacar definitivamente de Gaza a sus habitantes. Plegándose a la sugerencia que ya hizo Donald Trump, el Primer Ministro de Israel quiere sacar a los palestinos de su territorio ancestral. No ha dicho -como sí lo hizo Trump- que pretende convertir el área en una nueva Costa Azul en el este del Mediterráneo.
Una razzia de periodistas ciertamente facilitaría esta aventura. Y, por si parece exagerado, hay proposiciones peores. En 2023, un diputado y miembro de derecha del Parlamento, Amihai Eliyahu, sugirió utilizar armas nucleares para controlar la Franja de Gaza.
Como él hay más compatriotas en la misma línea. Pero también hay quienes rechazan la agresiva política de Netanyahu. Al otro lado de la frontera ideológica hay palestinos que se sienten interpretados por Hamás y los grupos extremistas: pero hay quienes rechazan sus métodos.
Uno de ellos es Zakaria Zubeidi cuya historia termina siendo desoladora. Según The New York Times, su liberación en enero pasado de una prisión israelí fue un momento de alegría desbordante: “Cientos de personas acudieron a Ramallah, ciudad palestina en Cisjordania ocupada por Israel, para celebrar su regreso de la cárcel, aclamando su regreso como un héroe”.
Zubeidi, de 49 años, era el más conocido de los prisioneros palestinos intercambiados por rehenes israelíes. Dos décadas antes había liderado un grupo militante, rival de Hamás. Más tarde, sin embargo, dejó de luchar y ayudó a fundar un teatro. Quería probar otras opciones en favor de su pueblo. No tuvo éxito: “Fundamos un teatro e intentamos la resistencia cultural; ¿y qué
?”.
Ahora, se ha convertido en un símbolo de una desesperanza que impregna la vida palestina. En conversación con The New York Times reconoció que sentía que su vida como militante, dirigente teatral y prisionero había sido inútil. Nada de esto ayudó a forjar un Estado palestino: “Tenemos que reconsiderar nuestras herramientas… Probamos el rifle, probamos el tiro. No hay solución”.
Es posible que una parecida convicción alimente el llamado de Madonna al Papa León XIV:
La cantante le pidió al papa León XIV que visite la Franja de Gaza “antes que sea demasiado tarde
Santísimo Padre, por favor, lleve su luz a los niños antes de que sea demasiado tarde. Como madre, no puedo soportar ver su sufrimiento. Los niños del mundo pertenecen a todos”.
No parece haber una mejor posibilidad.




