Necrológicas

El desafío de no perder el liderazgo logístico hacia la Antártica

Por La Prensa Austral Lunes 1 de Septiembre del 2025

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La advertencia lanzada por el nuevo director de EpaAustral, José Retamales, no puede quedar en el vacío: “Si no tenemos los servicios, se van a ir”. La frase resume, con crudeza, el riesgo que enfrenta Magallanes y en particular Punta Arenas como puerta de entrada a la Antártica. Aun cuando hoy la región concentra la mayor parte de los programas antárticos nacionales del mundo, esa condición no está asegurada si no se resuelven las carencias en infraestructura portuaria, suministro de combustibles y servicios básicos que requieren las naves científicas y turísticas.

La última temporada dejó en evidencia el peso del movimiento: unas 150 recaladas de buques con destino a la Antártica, entre cruceros y barcos de investigación. Sin embargo, la infraestructura actual ya es insuficiente. No hay espacio de atraque disponible para todos los barcos, las capacidades de almacenamiento de combustible son limitadas, y los retrasos de hasta una semana por falta de abastecimiento son una amenaza real para la competitividad del puerto. A ello se suma la carencia de servicios eléctricos en los muelles, lo que obliga a las embarcaciones a mantener sus motores auxiliares encendidos, en plena contradicción con los objetivos de descarbonización.

El director de la EpaAustral fue claro: los clientes tienen otras opciones. Si Magallanes no garantiza servicios modernos, confiables y sostenibles, los países que cada año llegan a Punta Arenas -desde Estados Unidos hasta Corea del Sur, pasando por Reino Unido, Alemania o Brasil- buscarán alternativas en Ushuaia o en otros puertos del hemisferio sur. El negocio antártico es estratégico no sólo por lo que significa en ingresos directos, sino también por el posicionamiento geopolítico y científico de Chile en el continente blanco.

El plan de inversiones planteado por la empresa portuaria, que contempla más de 95 millones de dólares en créditos autorizados por el Estado, es un paso en la dirección correcta. Ampliar los frentes de atraque en Mardones y Prat, construir nuevas rampas, habilitar áreas de acopio y garantizar combustibles alternativos son medidas impostergables. Pero esas obras deben acelerarse, porque el 2030 -plazo que fija la Unión Europea para reducir las emisiones navieras- está a la vuelta de la esquina.

La advertencia de Retamales también trasciende lo portuario. La ciudad de Punta Arenas y la región en su conjunto deben prepararse para los impactos que tendrá esta actividad: desde la necesidad de estacionamientos y logística para miles de camiones hasta la coordinación de servicios que permitan una operación fluida, segura y compatible con el entorno urbano. Ignorar esas externalidades sería hipotecar la convivencia entre la comunidad y la actividad antártica.

Magallanes ha construido en torno a la Antártica una de sus principales cartas de identidad. Perder ese liderazgo por falta de previsión sería un error histórico. La responsabilidad es ahora: invertir, modernizar y anticipar. Sólo así la región podrá seguir siendo la puerta al continente blanco y no un puerto de paso que otros terminen reemplazando.

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