La peregrinación del Nazareno volvió a Fátima: un encuentro de fe en comunidad

• La comunidad celebró los 25 años de la primera misa en su capilla.

Miles de fieles participaron este domingo en la tradicional procesión de Jesús Nazareno, que este año volvió a recorrer la Avenida José Martínez de Aldunate para reencontrarse con la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima. Durante el trayecto, adultos mayores y vecinos del sector se sumaron a la peregrinación, mostrando que la devoción se mantiene viva. También hubo vecinos que por edad o por enfermedad acompañaron la peregrinación mirando desde sus casas. La comunidad celebró los 25 años de la primera misa en su parroquia, en un gesto que unió la fe y la historia de ambas comunidades del barrio 18 de Septiembre, transformando las calles en un espacio de oración y recogimiento.

La imagen del Nazareno recorrió las calles acompañada por distintas comunidades, banderas, música, niños, jóvenes y familias completas, quienes año a año renuevan su compromiso con la fe. Los cantos, los acordes del acordeón y las guitarras llenaron de espiritualidad cada rincón del barrio. La decisión de transitar nuevamente por Avenida Martínez de Ardunate (antes se hacía por calle José Victoriano Lastarria), un recorrido que según los participantes no se hacía desde hace 15 años, tuvo como propósito encontrarse con la Virgen de Fátima en su aniversario, un signo de hermandad y comunión espiritual entre las dos devociones. La alegría de los fieles se percibía en cada gesto, en cada mirada, y en la oración compartida mientras avanzaba la procesión. En este punto se sumó además la Banda de la Tercera Zona Naval.

El obispo Oscar Blanco destacó que esta manifestación de fe representa un tiempo de esperanza para los creyentes. Expresó que en este año jubilar el Nazareno invita a confiar y a mantener viva la oración por el país, en un momento en que Chile necesita unidad para enfrentar los desafíos. Asimismo, recordó que las procesiones como esta son una oportunidad para fortalecer los lazos comunitarios y el sentido de pertenencia, renovando la fe en la vida diaria de cada persona.

Entre los devotos, Carmen Uribe Alvarez, quien participó junto a su familia, resaltó la emoción de formar parte de esta tradición. Para ella, la celebración es muy hermosa y todos los miembros de su hogar participan activamente en la comunidad. A sus 86 años, Carmela Núñez relató que lleva más de 16 años participando de esta celebración, colaborando también con los arreglos y adornos del santuario. Considera que esta es una tradición muy hermosa, aunque exige esfuerzo y dedicación, y aseguró que la alegría de acompañar al Nazareno supera cualquier cansancio.

Otra de las fieles, Ida Piutín Guenumán, planteó que, pese a las dificultades de cuidar a su esposo postrado, mantiene siempre su fe. Añadió que cuando no puede asistir, su hija lo hace en representación de la familia. Para ellas, la presencia en la procesión es un acto de devoción y de agradecimiento por los favores recibidos del Nazareno, que han acompañado sus vidas durante generaciones.

El acordeonista José Patricio Antisoli reafirmó que la devoción se transmite de generación en generación. Su familia, originaria de la isla Alao, Chiloé, siempre ha estado vinculada al Nazareno, y hoy mantiene la tradición que les heredaron sus padres, transmitiéndola a sus hijos, quienes participan de esta festividad. José Antisoli contó que desde los 12 años toca el acordeón, un legado que los chilotes heredan con perseverancia y constancia. Otro acordeonista, Andrés Naín Naín, recordó que participa desde los primeros años de la procesión y que junto a la comunidad de la Iglesia Santa Teresa de los Andes acompañan al Nazareno todos los años, fortaleciendo el carácter colectivo de esta devoción y el sentido de pertenencia entre los vecinos y las familias.