Necrológicas

Laboratorios naturales

Por Alfredo Soto Martes 2 de Septiembre del 2025

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Entramos al mes de la Patria, lleno de símbolos y manifestaciones, donde nos inundan innumerables actividades que nos hacen recordar de los hechos ocurridos para lograr nuestra independencia como país libre y soberano. Desde las primeras edades, los infantes se encuentran con la presencia de un escudo, con el característico huemul y el cóndor, llamativos por lo demás, tan representativos de nuestra riqueza de la biodiversidad que conforman nuestro territorio. Al mismo tiempo se escuchan por doquier tonadas y cuecas, espuelas y pañuelos vibrando con las fiestas, pero el señuelo más significativo que se engalana en nuestros cielos es nuestra bandera, con sus colores típicos que nos llevan a conjugar tres aspectos muy importantes y que son los que le dan el universo único y solitario a nuestra estrella flameadora, el azul del Océano y el Blanco de nuestra cordillera, como así también el rojo de la sangre de nuestros nativos emblemáticos de Chile. 

Si lo pensamos bien, estos símbolos y desde hace bastante tiempo en que nos dimos cuenta que nuestro país por su posición geográfica en el Hemisferio Sur, nos lleva a apreciar todos y sus más significativos territorios con sus características propias que nos hacen sentir un tremendo orgullo desde el desierto florido, hasta las extensas llanuras de la Patagonia, pasando por fértiles valles, cordilleras de la costa, volcanes y montañas que compiten con otras cadenas del mundo y agregando en el confín el extenso territorio antártico chileno. 

No podemos negar lo afortunado que somos y privilegiados de tener tanta maravilla junta en más de dos millones de kilómetros cuadrados. ¿Como cuidar este abanico territorial? ¿Cómo protegerlo? Hoy día se da la tónica de construir ideas y organizaciones que permitan resaltar el valor de nuestro territorio no sólo con una mirada económica o sólo como una proveedora de recursos, sino, también en donde podemos descubrir amplios conocimientos de estas y que, con la intervención de diferentes disciplinas científicas, cada vez nos sorprendemos aún mas de lo ya visto. El esfuerzo de hacer entender a nuestra sociedad que toda esta maravilla geográfica es un gran laboratorio natural, en donde la técnica, la observación, el surgimiento de millones de ideas y descubrimientos, permiten darnos cuenta de que estamos insertos realmente en un paraíso de oportunidades del saber, del conocimiento y que en cierta medida nos ayudan a resolver igual cientos de dudas y cuestionamientos o dificultades para entender el mismo manejo de la economía, el estudio, el turismo y el saber vivir  en estos sensibles territorios.

El concepto de definir a nuestro territorio como Laboratorio Natural, tiene un fuerte componente de compromiso y responsabilidad, porque esta definición nos invita nuevamente a profundizar en su uso hacia la sociedad, no sólo para aprender a contemplarla sino también entenderla, en lo valiosa que es en términos de que nos pueda dar múltiples usos de desarrollo siempre dentro de un espectro de protección medio ambiental que nos permita tener la seguridad de que estamos haciendo los ejercicios adecuados en nuestro laboratorio, descubriendo sus potencialidades y asumiendo nuestra responsabilidad como habitantes del mismo y de como debemos cuidar del entorno, así también contribuyendo a nuestro autocuidado. 

Quienes poseen el liderazgo de hacernos ver nuestros entornos como laboratorios naturales, están haciendo múltiples esfuerzos, de diversas connotaciones, pero no hay que olvidar que la mejor manera de valorar, cualquier cosa, siempre debe ser basado en la propia experiencia, en la vivencia, en el conocer el territorio, es ahí donde estamos más débiles, aún sabiendo de lo extenso de nuestro territorio, se hace necesario contribuir a permitir especialmente que nuestros jóvenes tengan las oportunidades de conocer su propio territorio.

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