Comunidad Yagán de Puerto Williams se moviliza para frenar el avance de la salmonicultura en el canal Beagle
Desde el fin del mundo, una comunidad originaria levanta la voz en defensa del canal Beagle. La comunidad Yagán de Puerto Williams, en la chilena Isla Navarino, ha iniciado un encuentro cultural y de resistencia no sólo para defender su territorio, sino para tender una mano a sus hermanos de Ushuaia, Argentina, donde el nuevo gobierno de Javier Milei pretende derogar la ley que desde 2021 prohíbe la instalación de la industria salmonera en sus costas.
La alarma suena fuerte en el territorio yagán porque es una pesadilla que ellos ya vivieron. En 2019, tres pontones salmoneros aparecieron “de sopetón” en las prístinas aguas del canal Beagle, en el sector chileno, frente a sus costas, según relata David Alday, integrante de la directiva de la Comunidad Yagán de Puerto Williams. “No avisaron ni siquiera que venían, no se hizo una consulta indígena, no se hizo ni un tema administrativo con el territorio”, relata el vocero de la comunidad. Las concesiones, aseguran, estaban caducas y operaron con un “manifiesto permiso ilegal de los servicios del Estado”.
Fue entonces cuando iniciaron una batalla de ocho meses que se volvió épica. Con manifestaciones constantes, viajes al Congreso Nacional en Santiago y el crucial apoyo de la ciencia y organizaciones locales, lograron lo impensable: que las jaulas, ya instaladas, fueran retiradas sin que llegaran a operar. “Fue un trabajo titánico. Hoy en día en Isla Navarino, en cabo de Hornos, en el territorio yagán (
) no hay salmoneras, y no la va a haber tampoco”, afirman con firmeza.
Amenaza binacional
Por eso hoy miran con preocupación al otro lado del canal que ellos llaman Onashaga. La posible derogación de la ley en Tierra del Fuego argentino no es un problema ajeno. “Es algo ya binacional”, sentencian. El argumento es geográfico y contundente: el Beagle es un cuerpo de agua angosto y compartido. La contaminación por pesticidas, antibióticos y desechos orgánicos de los centros de cultivo no respeta fronteras.
“Si de un lado se hace, va a dañar el mismo canal que ocupamos nosotros, y si lo hacemos desde el lado de acá, obviamente vamos a dañar el canal que también usan ellos”, explican.
La lucha, por tanto, es común. De hecho, durante su conflicto en 2019, recibieron el apoyo de argentinos que cruzaron el canal para sumarse a las manifestaciones, un gesto que hoy buscan devolver.
La oposición de la comunidad Yagán se sustenta en varios frentes, partiendo por el daño ambiental que supone la instalación de la industria salmonicultora en los ecosistemas marinos, especialmente en un lugar vulnerable y único como es el canal Beagle. Critican que se potencia un modelo extractivo en lugar de potenciar economías sostenibles, como el turismo de observación, el ecoturismo o etnoturismo, que ellos mismos practican.
La movilización Yagán trasciende el activismo local. Su victoria en 2019 resonó en medios internacionales, desde Inglaterra hasta Estados Unidos, por lo insólito de intentar imponer una industria así en un lugar considerado la puerta de entrada a la Antártica.




