Masiva despedida en Rancagua a sacerdote magallánico Alejandro Goic Karmelic
- “La preocupación por los excluidos estaba en lo más profundo de su corazón”, planteó el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor René Rebolledo Salinas.
Una masiva despedida tuvo este miércoles el obispo emérito de Rancagua, el magallánico monseñor Alejandro Goic Karmelic, fallecido el lunes 1 de septiembre, a los 85 años de edad.
El funeral se realizó en la Plaza de los Héroes de Rancagua. La cantidad de público que llegó refleja el cariño y respeto que se ganó a lo largo de los años de su apostolado. El recuerdo permanecerá por siempre, dada su incansable lucha por la justicia social.
La misa fue presidida por el arzobispo de La Serena y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor René Rebolledo Salinas, junto al Nuncio Apostólico, monseñor Kurian Mathew Vayalunkal; el obispo de Rancagua, Guillermo Vera Soto, así como numerosos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas, familiares, autoridades y fieles.
En su homilía, el arzobispo Rebolledo recordó que el lema episcopal de monseñor Goic, “Cristo es mi vida”, fue el motor de toda su existencia y ministerio. “Nos congregamos, junto a la familia de don Alejandro, para dar gracias a Dios por la vida de este apreciado pastor, pedir por su descanso eterno y renovar el don de la fe, sabiendo que ni la muerte ni la vida, ni el presente ni el porvenir, nada nos separará del amor de Dios”, afirmó.
Una vida entregada
con generosidad
El arzobispo destacó los diversos servicios pastorales de monseñor Goic: sacerdote de la diócesis de Punta Arenas, capellán de la cárcel y vicario general; luego obispo auxiliar de Concepción y Talca, y posteriormente obispo de Osorno y Rancagua. También recordó su aporte a la Iglesia en Chile como presidente de la Conferencia Episcopal, en dos periodos, y como primer presidente del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento a Víctimas.
“En todos estos lugares entregó su vida con extraordinaria generosidad (…) Somos testigos de que buscó que Cristo crezca entre nosotros, con su viva espiritualidad, su acogida extraordinaria y su consistente compromiso con los más pobres”.
Sensibilidad social
Rebolledo subrayó que uno de los rasgos más distintivos de su ministerio fue “el amor apasionado por el Señor, que lo urgía a evangelizar con el rostro vivo de la misericordia”. A este celo apostólico unía una profunda cercanía humana, con sencillez, buen humor y una actitud siempre conciliadora.
“Lo distinguió su profética sensibilidad social, la que era acorde con un compromiso vivo con los más postergados. Cómo no recordar su cercana compañía de quienes fueron perseguidos, especialmente en momentos complejos de nuestra historia nacional, o su propuesta del sueldo ético que nos interpeló fuertemente a todos. Para don Alejandro la preocupación por los excluidos estaba en lo más profundo de su corazón. No pocas veces, esta opción por los pobres, así como su actitud confiada hacia los demás, lo llevó a abrazar la incomprensión y el crisol de la cruz. Pero nada lo desanimaba porque la esperanza habitaba en su corazón como un don luminoso”.
(Fuente: comunicaciones CECh-Obispado Rancagua).




