“Chile históricamente ha sido ridículamente legalista en sus relaciones internacionales”
- El divulgador Alejandro Barros, conocido como “Buffy”, habla de su exitoso libro, de la relevancia geopolítica de Magallanes y de los desafíos que enfrenta Chile en sus fronteras, sus territorios y sus recursos.
Tomás Ferrada Poblete
Corresponsal en Santiago
Alejandro Barros es conocido por miles de personas como “Buffy”, la voz seria en medio del caos cómico del podcast más escuchado de Chile, Tomás va a Morir. Pero detrás de ese personaje de humor, hay un estudioso que no encontró espacio en la academia y que halló en la divulgación digital el camino para hablar de lo que realmente le apasiona: la política internacional y la geopolítica.
Es geógrafo, tiene un magíster en Relaciones Internacionales, Seguridad y Defensa, y también posee estudios en Turismo Aventura. Su currículo, junto con la visibilidad que alcanzó en redes luego de iniciar el proyecto con sus amigos Tomás Leiva y el humorista Edo Caroe, fueron la mezcla perfecta para iniciarse en el camino de la divulgación. Primero fue un podcast, luego cápsulas en TikTok y hoy un exitoso libro.
“Entre los Archivos: de la geopolítica a TikTok”, publicado por editorial Planeta, ha estado varias semanas en el top 10 de libros de no ficción más vendidos de Chile, incluso llegando a alcanzar el primer puesto. “Siempre me interesó que el libro se valorara por lo que es”, dice.
Su libro debut reúne cincuenta historias breves sobre episodios, personajes y conflictos que marcaron la historia de la humanidad. Desde guerras y tratados internacionales hasta anécdotas poco conocidas, el libro busca explicar fenómenos complejos con un lenguaje directo y entretenido. Su origen está en las cápsulas de un minuto que Barros creó para redes sociales durante la pandemia y que ahora, en formato extendido, permiten al lector recorrer la política mundial como si se tratara de un viaje ágil por los grandes archivos de la historia.
“Yo esperaba que me fuera bien, pero esto fue harto. Estuve tres semanas en el número uno de ventas. Fue mucho más de lo que imaginaba”, cuenta. El empuje inicial vino de los seguidores de Tomás va a morir, pero Barros sabe que el verdadero desafío es otro: que el libro “empiece a escaparse de mí y tome una vida comercial propia (…) Yo espero que, en algún momento, alguien entre a una librería y el dependiente le diga: ‘Mira, este es un buen libro para regalar’”.
El valor estratégico
de Magallanes
Hay tres historias en el libro de Barros que se sitúan en Magallanes: el conflicto del Beagle, la hazaña de Shackleton y el Piloto Pardo, y la carrera al Polo Sur de Amundsen contra Scott. Hoy dice que la región “tiene dos cosas que son súper importantes en el ámbito geopolítico. Que son, número uno, el control del estrecho de Magallanes, del Cabo de Hornos y de Paso Drake también (…) Y número dos, la proyección a la Antártica”.
La primera razón se relaciona con el comercio marítimo global. Aunque hoy el canal de Panamá concentra la mayor parte del tráfico, Barros recuerda lo frágiles que pueden llegar a ser esas rutas. “Hace muy poco el estrecho de Hormuz fue bloqueado por Yemen ante el conflicto y eso retrasó el comercio internacional de manera brutal a nivel mundial”, advierte. Si algo así ocurriera en Panamá, añade, “los barcos necesitan una alternativa inmediata y el estrecho de Magallanes, el Cabo de Hornos, sigue siendo una alternativa muy importante”. Por eso insiste en que “el control territorial y de las aguas de esa zona sigue siendo muy, muy importante y una tarea que le pesa a Chile”.
La segunda dimensión clave es el continente blanco. Para Barros, la región austral chilena es la puerta natural hacia ese lugar. “A futuro, Chile es, y también un poco con Argentina, la entrada natural a la Antártica para cualquiera de los países, por logística (…) En época de paz, Chile es el país que mejor gestiona la entrada, sin lugar a dudas”. La ubicación geográfica, asegura, le da a Magallanes un rol privilegiado tanto en expediciones científicas como en eventuales disputas futuras sobre soberanía.
Las tensiones con Argentina
Para Barros, la relación con Argentina, actualmente, es mayoritariamente de cooperación. Pero insiste en que hay focos abiertos, heredados de conflictos históricos. “El tema del conflicto de Campos de Hielo, lo que pasó con las islas Picton, Nueva y Lennox, que son roces que hemos tenido con Argentina por problemas territoriales no bien tratados”, enumera.
A su juicio, la estrategia argentina ha sido avanzar de manera constante en sus pretensiones. “Con la proyección del terreno marítimo, la proyección del piso oceánico, Argentina constantemente hace eso. Tiene una estrategia geopolítica de pasarse un poquito y un poquito, porque después de 20 pasadas quizás te quedaste con una y ya es mejor, mejor una que ninguna”.
Chile, en cambio, se ha caracterizado por una postura legalista en la arena internacional. “Chile históricamente ha sido ridículamente legalista en sus relaciones internacionales y eso no va a cambiar fácilmente”, afirma. Incluso en episodios recientes, como el fallo de La Haya con Perú, la respuesta fue inmediata: “Cuando tuvo que entregar esa porción de territorio marítimo a Perú, Chile lo hizo sin chistar”.
Esa diferencia de enfoques lo lleva a plantear dudas. “Yo sí a veces pienso que Chile debería tener una actitud quizá un poco más agresiva”, admite. Y agrega que, en otras condiciones, el país “tendría la opción de ser una potencia regional”, pero que “la tradición legalista ha limitado esa posibilidad”.
Tierra del Fuego: territorios grandes, presencia pequeña
En la mirada de Alejandro Barros, Tierra del Fuego es un ejemplo de algunas de las paradojas que enfrenta Chile en el extremo sur. Aunque controla más de la mitad de la Isla Grande, Argentina posee más del 90% de la población total.
Ese desequilibrio lo conecta con un concepto que toma de la ciencia política: los “territorios grises”. Son espacios donde el Estado no logra garantizar funciones básicas como seguridad, justicia o servicios. “Los territorios deben ser habitados (…) Chile tiene lugares que son muy importantes, que están abandonados y donde cualquier persona podría llegar ahí”, explica.
En su diagnóstico, ese vacío de población son oportunidades perdidas. Habla de Aysén y Magallanes como territorios “ridículamente grandes” y subutilizados. Y compara la forma en que Argentina desarrolló ciudades como Ushuaia y Río Grande con lo que ocurre en el lado chileno. “Puerto Williams es bien chiquitito y es lamentable en ese sentido”.
El agua: el recurso estratégico de la Patagonia
Barros advierte que uno de los mayores activos de la región está en sus reservas de agua. “Chile tiene la tercera reserva de agua dulce más grande del mundo en sus campos de hielo. La primera es la Antártica, la segunda es Groenlandia y la tercera es Campos de Hielo Sur”.
Anticipa que los procesos industriales que consumen grandes volúmenes se instalarán donde este recurso abunde. “Los procesos que requieren agua dulce se van a hacer justamente en los lugares donde haya más agua dulce. Y Chile sí va a ser, y la Patagonia sí va a ser uno de esos lugares”.
Como ejemplo menciona los datacenters, centros de almacenamiento de información que necesitan enfriamiento constante y climas fríos para operar. En su mirada, este será uno de los grandes debates para la Patagonia en los próximos cien años.
Cultura marítima
Aunque Chile posee más de 6.000 kilómetros de costa, Barros cree que la relación del país con el mar es mínima. “Chile tenía que transformarse en un país de cultura marítima. Y no tenemos nada”.
Su crítica apunta a la falta de acceso y de educación. “En las ciudades con costa lo único que hay es la playa para hacer un castillo de arena. ¿Quién nada? ¿Quién bucea? ¿Quién hace deportes de mar?”, se pregunta. Los pocos clubes de yates son privados y prohibitivos para la clase media. “Si fueran públicos, podrían cobrar lo justo y mucha más gente tendría acceso. Hoy hay gente en Chile que ni siquiera sabe nadar”, lamenta.
“Yo no soy comediante”
“Buffy” es parte de las tres voces que componen el podcast de humor Tomás Va A Morir, que cuenta con la participación de su amigo y reconocido humorista nacional, Edo Caroe.
Barros insiste en marcar distancia con la faceta de su compañero y amigo. “Yo no soy comediante. Estoy incluido en un podcast de humor (…) pero yo como ser humano no lo soy”, dice.
Reconoce que esa dualidad le ha significado un trabajo extra para ser tomado en serio en los temas que más le interesan: política internacional y geopolítica. “Lo que busco es ser creíble”, explica. Esta credibilidad es el eje de su proyecto como divulgador: lograr que quienes lo escuchan o leen puedan separar la broma del análisis, y quedarse con la certeza de que hay un trabajo serio detrás.
“El archivista Barros” fue uno de los apodos que recibió por sus compañeros de podcast debido a su capacidad de manejar datos históricos y políticos.




