Necrológicas

“Tiburón” 50 años: Reestreno

Domingo 7 de Septiembre del 2025

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“Cuidado, cuidado con el tiburón que ataca a las niñas bonitas que siempre juegan al amor”, decía el estribillo de un hit del grupo español Rumba 3 que mezclaba flamenco con algo de ritmo tropical y que fue furor en 1976, un año después del estreno de Tiburón, en 1975, en las salas de cine de Estados Unidos.

Y el estribillo coincide irónicamente con la secuencia inicial de la película, cuando una joven que coquetea con otro muchacho en un carrete playero se sumerge desnuda en las aguas y, de forma repentina, es tironeada, arrastrada y absorbida por una presencia que, hace unos minutos, nos avisó con su mirada que se estaba acercando.

Y a pesar de que ya ha pasado medio siglo, la mirada del escualo solitario y hambriento que llega hasta la playa del pueblo turístico de Amity Island para arruinarles el periodo estival sigue siendo amenazante, sin apenas ser opacada por el caudal de monstruos que pasaron bajo el puente de la historia del cine en las últimas décadas.

Y esta vigencia se explica en la capacidad de Steven Spielberg, un joven y desconocido director en aquel entonces, que supo armar un relato siguiendo la estructura del cine clásico y de terror, dosificando los elementos que componen el lenguaje cinematográfico para sugerir más que mostrar.

Y por eso, la cámara finge ser los ojos del tiburón que observa las piernas de los veraneantes; una aleta que se desliza sobre el agua deja claro que es solo “la punta del iceberg”, mientras una sinfonía de escasas, pero precisas, notas musicales anuncia lo que podría ser algo parecido al apocalipsis.

Y a esto se suma una fauna de personajes bien construidos y memorables, liderados por Brody, algo así como un sheriff del pueblo a cargo de mantener la ley y el orden, pero cuya misión no solo se ve sobrepasada por el tiburón, sino también por la del alcalde que, a toda costa, desea que nada arruine la temporada turística; la del oceanógrafo Hooper, que aunque su interés es científico, apaña a Brody porque lo ve solo ante el peligro; y la del cazatiburones Quint, una especie de mercenario que no lo hace solo por negocios, sino también porque para él se trata de un asunto personal.

Todos ellos se embarcan en la secuencia final donde deciden ir mar adentro a la caza del tiburón, y la combinación de la ley con ciencia y fuerza bruta no es suficiente para un tiburón más grande e inteligente de lo que creían. Y este enfrentamiento es notable porque Spielberg reproduce, en esta última parte, el ritmo que le ha dado a toda la película, con un tiburón que apenas se deja ver en un inicio para, después, mostrarse en cuerpo y alma.

Y hay quienes han visto en este enfrentamiento final un descenso al infierno y también una versión moderna de Moby Dick, la novela de Herman Melville que adaptó al cine John Huston, con un Capitán Ahab ahora encarnado en Quint, que viene a ajustar cuentas con su pasado, pero también quizás con algo superior que puede ser Dios.

A 50 años de su estreno, Tiburón no deja de sorprender porque contiene escenas e imágenes de gran nivel y capacidad para inquietar al espectador, como el Jefe Brody atento y tenso observando la playa; el caos de la gente huyendo del agua ante el grito de “¡tiburón!”; la zona playera sitiada entre falsas alarmas; sutiles imágenes de gore con salpicones de sangre y extremidades mutiladas; y, por supuesto, una batalla final que bien podría ser un enfrentamiento entre el bien y el mal.

Tiburón tuvo varias secuelas que apenas le llegaron a las aletas. Una de ellas, incluso, inventó un conflicto psicológico y enfrentamiento personal entre un tiburón y la viuda del Jefe Brody en Tiburón, la venganza (1987). México no se quiso quedar atrás y estrenó su Tintorera (1977), mientras que películas como Terror en lo profundo (1998) o Megalodón (2002) buscaron recuperar la franquicia con tiburones en versión 2.0.

Y de Tiburón se dijo a lo largo de los años muchas cosas: desde una metáfora sobre la Guerra de Vietnam hasta una advertencia de la naturaleza hacia la raza humana.

Sin embargo, sea lo que sea o se quiera ver, volver a ver Tiburón en la pantalla gigante de las salas de cine o desde las plataformas deja claro que no solo es una lección de gran cine, sino también que, a 50 años de su estreno, este tiburón sigue vivito y coleando.

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