Los nudos que estrangulan el desarrollo

El diagnóstico es lapidario: casi la mitad de los proyectos sociales del gobierno regional presenta un 0% de avance físico. Son obras destinadas a resolver problemas tan concretos como los pozos negros que amenazan con colapsar en los barrios periurbanos de Punta Arenas o los generadores que apenas sostienen la vida cotidiana en Puerto Edén. Detrás de esas cifras hay familias, comunidades y años de espera.

El informe elaborado por la División de Infraestructura y Transportes del Gore no hace más que confirmar lo que los magallánicos perciben respecto de que la inversión pública regional se ha vuelto prisionera de su propia burocracia. Los “nudos críticos” no están solo en los papeles, sino en la falta de coordinación entre servicios, en la lentitud de los permisos sectoriales y en la inercia institucional que posterga soluciones básicas.

Lo más preocupante es que estas trabas se repiten año tras año, afectando ámbitos esenciales como saneamiento, electrificación rural, agua potable y manejo de residuos. 

Los fondos FNDR, que debieran ser una herramienta de desarrollo, se convierten en una promesa inmovilizada por oficios, reevaluaciones y consultas interministeriales.

Puerto Edén, con su población viviendo entre generadores obsoletos y pasarelas inconclusas, se convierte en un símbolo de esta ineficacia. Es la expresión más nítida de un sistema que funciona en los escritorios pero se detiene en el territorio. Y lo mismo ocurre con los proyectos de saneamiento suspendidos, las obras de gas natural en espera de observaciones, o las electrificaciones rurales trabadas por la falta de acuerdos con empresas.

El desarrollo regional no puede seguir dependiendo del azar administrativo ni de la buena voluntad de los servicios centrales. Hace falta una gestión que anticipe, coordine y priorice, pero también una ciudadanía que exija resultados. 

Desatar los nudos críticos que hoy estrangulan la inversión pública requiere voluntad política, capacidad técnica y una visión de futuro. Pero, sobre todo, requiere comprender que la burocracia no puede seguir siendo el argumento que justifica la inacción.