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Madre vuelve a ser agredida por su hijo con autismo y reitera la falta de respuesta del sistema de salud

Lunes 13 de Octubre del 2025

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“Me encerré en el baño por miedo, y rompió la puerta”, relató angustiada Nancy Contreras Vidal, madre de un joven con autismo severo, luego de vivir una nueva agresión en su hogar. “Esto había pasado en agosto dos veces. La primera no lo dejaron hospitalizado, y la segunda quedó con internación administrativa, pero le dieron el alta diciendo que estaba bien”.

Durante un mes, Nancy trató de sostener la rutina familiar con su hijo en casa, observando señales que la inquietaban cada día más. “Lo veía venir casi a diario”, narró. “El viernes 3 de octubre se despertó alas 7 AM. Llamé a Carabineros para pedir ayuda porque había empezado con amenazas, le di todas sus pastillas y nada. Me escondí y botó la puerta para sacarme del baño. Quedé en shock. Cuando llegaronlos carabineros, había logrado escapar donde mi vecina y él estaba rompiendo todo”.

La situación no es nueva. Nancy ha enfrentado múltiples episodios de violencia provocados por las crisis de su hijo, a quien describe con profundo amor, pero también con una enorme carga emocional. Su hijo, de 22 años, fue diagnosticado con autismo severo, discapacidad intelectual severa y un trastorno conductual grave. Desde su infancia ha estado bajo tratamiento médico, farmacológico y psicológico, pero ninguno de esos esfuerzos ha garantizado estabilidad ni protección para ambos.

La madre confiesa que, pese a la gravedad de la situación, el contacto con las instituciones ha sido mínimo. “Se está evaluando su ingreso a un hogar protegido, pero aún no tengo respuesta. Lo están haciendo porque se solicitó desde Desarrollo Social, ya que el Servicio de Salud insiste en que no es su perfil”.

Los hogares protegidos son una alternativa para personas con enfermedades mentales que requieren acompañamiento permanente, pero Nancy explica que el proceso es lento y lleno de obstáculos. “Son lugares para personas con enfermedades mentales, muchos sin redes de apoyo. En mi caso es para evaluar, y me he contactado con personas que sí tienen a sus hijos o familiares ahí”.

Mientras tanto, ella sigue viviendo en la misma casa donde ocurrieron los hechos, rodeada de los restos del último estallido de violencia. “Quedé paralizada ese día, y logré escapar. No me pudo pegar y estaba furioso”, relata.

Nancy asegura que ha perdido la cuenta de las denuncias que ha realizado. “sus medidas cautelares son un trámite que de nada sirven”, lamenta. Agrega que su búsqueda de soluciones ha sido constante, pero infructuosa.

La madre confiesa sentirse abandonada por un sistema que debería protegerla. Ha recurrido a las instituciones de salud, a la justicia, a las autoridades locales, y a los organismos sociales, sin resultados concretos. 

La historia de Nancy Contreras es la de muchas madres invisibilizadas por un sistema que promete inclusión, pero practica el abandono. Su llamado es urgente: que la salud mental deje de ser un trámite, y que la vida de quienes la enfrentan deje de depender de la suerte.

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