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El arte de recordar: emprendedora magallánica crea placas personalizadas para honrar a quienes nos dejaron

Sábado 1 de Noviembre del 2025

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  • Desde su hogar en Punta Arenas, Carla Arriagada ha convertido “La Tiendita del Miu Culius”en un espacio de creación y contención emocional.

En el corazón de Punta Arenas, entre impresoras y equipos de sublimación, Carla Arriagada Pérez encontró una forma distinta de acompañar el duelo. Desde su taller, transforma el dolor en memoria a través de placas personalizadas para cementerios, un oficio que nació sin plan previo y que con los años se convirtió en su vocación. 

“Mi emprendimiento comenzó en pandemia, haciendo mascarillas, así comencé, y luego con la ganancia empecé a comprarme máquinas de sublimación. Empecé estampando telas. Después empecé a hacer otras cosas, empecé a hacer tazones, choperos, puzzles, otras cosas”, recuerda.

El confinamiento, la incertidumbre y la necesidad de generar ingresos la impulsaron a experimentar con nuevas técnicas, hasta que una idea se impuso casi de manera natural. “Hoy día estoy en una cosa totalmente diferente. Hago placas para cementerio. Llevo aproximadamente cinco años en ello”, relata.

No fue un giro inmediato, sino el resultado de curiosidad, práctica y sensibilidad. “Empecé de a poquito a aprender la técnica, fui mejorando hasta lograrlo y ahora me dedico a la creación de placas para cementerio, placas personalizadas. Es lo que estoy haciendo hoy día y con el que gané el proyecto de fondos”, cuenta.

Cada una de sus creaciones es un homenaje único. “La placa es personalizada, el cliente elige su fondo, viene una fotografía de la persona. Cuando las tienen, la verdad, hay mucha gente que no tiene fotografías, entonces ponen otra imagen, una virgen o algo que ellos definen”, explica.

Carla cuida cada detalle, desde el diseño hasta la durabilidad del material. Sus trabajos pueden instalarse directamente sobre mármol o adherirse en los muros de los nichos. 

“Yo trabajo con el pago previo de la placa, por un tema de que empecé no cobrando nada, aún así había gente que no retiraba. Entonces empezaron a acumularse muchas placas. Hay muchas veces en que, por ejemplo, los clientes vienen hasta mi casa, y la verdad es que mi trabajo es tan personalizado que ellos me cuentan como la historia, el proceso que vivieron con esa persona”, relata.

Ese vínculo ha convertido su taller en un espacio donde el arte se mezcla con la emoción. “El trabajo es fuerte, porque yo me involucro mucho en lo que estoy haciendo. Entonces en muchas oportunidades hemos terminado llorando con clientes acá, abrazados, porque realmente de repente hay historias que llegan al corazón”, confiesa.

Desde su casa en Punta Arenas, Carla ha levantado su propio espacio de trabajo. “Por lo general, mis clientes llegan de boca en boca. Alguien les recomendó. Redes sociales también, hago harto spam en los grupos de venta y gracias a Dios me va bien”, cuenta.

Su principal vitrina hoy son las redes sociales, especialmente su cuenta de Facebook e Instagram @la_tiendita_del_miu_culius, donde muestra sus trabajos y recibe encargos.

El nombre de su negocio, “La Tiendita del Miu Culius”, tiene una historia íntima y simbólica. “Antes de tener a mi segundo hijo, que es el que tiene seis años, sufrí una perdida, y me regalaron una gatita que se llama Miu Culius. Entonces, esa gatita me sacó de la depresión. Y así quedó la tienda, y así seguí. Y me ha ido bastante bien, la verdad. He podido sostener y solventar las terapias de los niños, mantener la casa”, cuenta emocionada.

Con el tiempo, su trabajo ha sido reconocido por instituciones que promueven el emprendimiento local. Este año, Carla postuló al Fosis, con un proyecto que resultó seleccionado. 

Su participación en la feria del Fosis fue, además, un momento de visibilidad y reconocimiento. “La gente se acercaba mucho a preguntar porque me decían que era la primera vez que llegaban a una feria y encontraban algo así. Y les parecía algo novedoso. Y también me felicitaban porque el trabajo es muy lindo”, dice con orgullo.

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