Necrológicas

“Te regalo yo mis ojos” Recordando a Gabriella Ferri

Domingo 2 de Noviembre del 2025

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La gran década de 1960 llegaba a su final. Años de cambios y revoluciones; la escena musical era disputada por distintas corrientes y, como en todos los tiempos, el romanticismo marcaba presencia. Las canciones románticas llegaban de Italia y, específicamente, del mítico Festival de San Remo, en las voces de Doménico Modugno, Gianni Morandi, Nicola di Bari, Lucio Dalla, Massimo Ranieri, o de divas como Mina, Gigliola Cinquetti, Nada, Ornella Vanoni o Rita Pavone. En muchas de estas producciones, los arreglos y la dirección orquestal estaban a cargo del gran Ennio Morricone.

Sorpresivamente, una voz nos acarició intensamente los oídos: se desgarraba a través de la melodía y, en tardes de invierno, nos dio a conocer uno de los más bellos temas de amor del siglo pasado: “Te regalo yo mis ojos”.

Teníamos cerca de diez años y escuchábamos, a través de la modernísima radio a transistores, casi como una súplica:

“Te regalo yo mis ojos, mis cabellos y mi boca y hasta el aire que respiro, yo mi vida te regalo…”

“Te regalo yo mis ojos…” resultaba inolvidable, con esos violines de fondo:

“Poco, poco me querías, tanto, tanto me engañabas, que hoy mi mundo es ya un desierto de silencio sin tu amor…”

¡Inolvidable hasta el día de hoy!

Se trataba de Gabriella Ferri, la entonces nueva voz italiana, autora de muchas de las canciones que interpretaba y con una personalidad inconfundible. Muy pronto conocimos su imagen a través de la televisión, en los musicales Senza-Rete y Canzonissima, transmitidos por nuestro incipiente Canal 6 local. La vimos: una mujer rubia, atractiva, con el rostro algo sobrecargado de maquillaje, como era habitual en la época.

En nuestro país, sus grabaciones fueron distribuidas por el sello RCA, primero como singles y luego en formato Long Plays (el actual ‘vinilo’). Sus canciones también se incluían en las recordadas selecciones de éxitos Explosivo, que se editaban periódicamente y llegaron hasta el volumen 15.

La Ferri tuvo un éxito fugaz en Chile, pero sus canciones fueron superventas, aun cuando las más conocidas son solo tres. Además de la que titula esta crónica, impactó con “Nuestra última tarde”:

“Se acaba ya la tarde, la última que queda, y nuestros ojos que están callados lloran de pena… Quisiera como quisiera, decir te amo, dame la mano…”

También arrasó con “No soy Magdalena”:

“Amor mío, no soy la Magdalena, aún es tiempo, no te vayas de mí, y quizás de nuevo este amor nuestro, una vez tranquilo será al fin…”

Esta canción fue utilizada en un comercial televisivo de medias panty. A nivel internacional, su mayor éxito fue “Siempre”, tema poco difundido en Chile y con el cual participó en el Festival de San Remo, evento que —al contrario de lo que se señala— nunca ganó; ni siquiera fue finalista.

Tras su etapa más brillante, en 1972 grabó algunas canciones del repertorio latinoamericano, tales como “La cucaracha” y “La malagueña”, y, de manera sorprendente para esos años, internacionalizó “Gracias a la vida” de Violeta Parra. Posteriormente, su carrera se mantuvo en un discreto segundo plano, con éxitos puntuales y apariciones esporádicas en los estelares televisivos de Italia.

Gabriella Ferri murió el 4 de abril de 2004, tras caer de su departamento en Corchiano, provincia de Viterbo. La prensa tituló suicidio; la familia habló de accidente. La cantante estaba aquejada de una fuerte depresión, enfermedad que la acompañó durante gran parte de su vida. Había nacido en Roma en 1942 y debutó artísticamente en un club nocturno de Milán en 1963.

De tarde en tarde, desempolvamos los viejos discos de Gabriella Ferri para escuchar esas canciones de siempre, de toda la vida:

“…Así espero que comprendas que mi amor es algo grande y que el tuyo solamente vale poco, casi nada… Te regalo yo mis ojos…”.

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