Futuro antártico y recorte de presupuesto: ¿contradicción o triste realidad?
Esta semana han abundado los seminarios y eventos relacionados con la conmemoración del 6 de noviembre, Día de la Antártica Chilena. En tal contexto, se reunió el Consejo de Política Antártica, oportunidad en que se aprobó el Plan Estratégico Antártico 2026-2030. Este, entre otros puntos, confirma algo que en Magallanes se sabe, pero que no siempre se ha practicado con hechos e inversiones: Chile mira a la Antártica desde el sur austral.
Este documento, fruto de un trabajo interinstitucional que involucra a ministerios, Fuerzas Armadas y al propio Instituto Antártico Chileno (Inach), consolida la idea de que toda acción antártica -científica, logística o diplomática- parte desde Punta Arenas. Esto no busca ser un gesto simbólico, sino que es el reconocimiento de una realidad geográfica, histórica y operativa. A ello se une la reafirmación de que el desarrollo regional y la soberanía chilena están íntimamente entrelazados en el extremo austral.
El plan propone -según se informó- una hoja de ruta moderna, con objetivos concretos y una visión de largo plazo. Entre los proyectos que se desprenden destacan la puesta en marcha del Centro Antártico Internacional, la mejora del aeródromo Teniente Marsh y los estudios para instalar un cable de fibra óptica hacia la Antártica, que reforzará la conectividad científica y estratégica del país. Son iniciativas que no solo fortalecen la presencia chilena en el continente, sino que también consolidan a Magallanes como eje logístico y científico global, comparable con otras ciudades-puerta como Hobart, Christchurch o Ushuaia.
No obstante, mientras se fijaba este plan en Santiago, en Punta Arenas el presidente del Senado encaró el tema del Presupuesto 2026, trayendo noticias poco alentadoras. “No hay plata”, dijo en su particular estilo al referirse a los planes de investigación científica, pero también a otras materias relacionadas con el posicionamiento nacional, como es la construcción del Centro Antártico Internacional y la Feria Antártica Escolar. Por otro lado, sabida es la carencia presupuestaria de las Fuerzas Armadas, factor a tener en cuenta cuando hablamos de presencia soberana, conectividad y logística antártica.
Todo plan -por ambicioso que sea- debe traducirse en resultados tangibles. La experiencia enseña que los anuncios, sin respaldo presupuestario y continuidad política, corren el riesgo de diluirse. Por ello, cabe preguntarse si nuevamente no estaremos sólo frente a pretensiones -legítimas y deseables-, pero sin capacidad real de implementarlas. Si se quiere hablar en serio de Antártica y de la presencia chilena se requiere, necesariamente, asegurar recursos estables, una coordinación efectiva y una presencia constante del Estado en Magallanes, no sólo en discursos, sino en infraestructura, conectividad, desarrollo científico, innovación y desarrollo tecnológico. Para ello, se debe invertir.




