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Gabriela Mistral y Laura Rodig: su vínculo y el retrato que plasma su amistad en la Patagonia

Sábado 15 de Noviembre del 2025

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  • El 15 de noviembre de 1945, Gabriela Mistral estaba en Petrópolis, Brasil, cuando escuchó por radio que la Academia Sueca le había conferido el Premio Nobel de Literatura. Hoy, 80 años después de aquel histórico día, La Prensa Austral entrega este suplemento especialy regala a sus lectores el retrato que la artista Laura Rodig hizo de ella cuando ambas se encontraban en Punta Arenas (1918-1920).

Elia Simeone R.

[email protected]

Pocos saben que, en las colecciones del Museo Regional de Magallanes, existe el retrato al óleo que la artista Laura Rodig (1901-1972) realizó de Gabriela Mistral (1889-1957). Esta obra permite describir en parte el vínculo de estas dos mujeres, su paso por nuestra región y la forma en que ambas influenciaron su época.

El retrato, confeccionado unos 27 años antes de que Gabriela recibiera el Nobel de Literatura, nos permite hoy recordar la vida y la trascendencia de la escritora e intelectual chilena y también conocer más a Laura, artista, escultora y feminista.

En su camino a convertirse en una intelectual universalista, la estadía de Gabriela en Magallanes (entre 1918 y 1920) fue fundamental, transformando este territorio austral en el epicentro de la primera forja de su pensamiento y un estandarte de la avanzada social y educativa para todo el país.

El 15 de noviembre de 1945, la Academia Sueca informó que concedía el Nobel de Litetatura a la escritora chilena. Gabriela se encontraba en la ciudad brasilera de Petrópolis cuando escuchó por radio la noticia. Se arrodilló frente a un crucifijo y rezó.

“Caí de rodillas frente al crucifijo que siempre me acompañaba y bañada en lágrimas oré: ‘¡Jesucristo, haz merecedora de tan alto lauro a esta humilde hija!’”, escribió la entonces cónsul en Brasil sobre aquel momento.

La notificación oficial le llegó a través de un telegrama al día siguiente. 

Comenzó entonces una gran travesía: de Petrópolis partió por tierra a Río de Janeiro; de dicha ciudad por mar a Gotemburgo; y, desde allí, en tren a Estocolmo. Fueron, en total, 21 días de viaje para que Gabriela Mistral recibiera el máximo galardón de manos del rey Gustavo V de Suecia en Estocolmo el 10 de diciembre de 1945.

El reconocimiento fue otorgado por su “poesía lírica que, inspirada en poderosas emociones, ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”.

Gabriela Mistral se convirtió en la primera mujer iberoamericna y la quinta mujer en la historia en recibir el galardón. Igualmente, cabe destacar que fue la segunda persona latinoamericana en ser distinguida con el Nobel, pues el argentino Carlos Saavedra Lamas había recibido un Nobel en 1936, pero fue en la categoría de Paz.

La conexión austral entre Mistral y Rodig

En el año 1918, la poeta chilena Gabriela Mistral -aun bajo su nombre de pila Lucila Godoy Alcayaga- fue nombrada directora del Liceo de Niñas de Punta Arenas (Magallanes).

Al mismo tiempo, la joven artista Laura Rodig -recién entrada a la docencia y aún de muy corta edad- fue designada profesora de Artes y dibujo en ese mismo liceo, bajo la dirección de Mistral.

Ese encuentro marcó el inicio de una relación profesional y personal que se desarrolló en uno de los territorios más extremos de Chile, un escenario singular en el que la educación, la cultura y el arte emergían en condiciones difíciles.

Magallanes como escenario

Cuando Mistral arribó a Punta Arenas en 1918, lo hizo con la misión de reorganizar un liceo considerado entre los más deficientes del país y, además, de «chilenizar» una zona donde la población extranjera era abundantísima.

El contexto era duro: clima extremo, aislamiento geográfico, recursos escasos. Pero también estaba esa visión de Mistral de que la educación debía trascender el aula, dialogar con la tierra, con el entorno, con la comunidad.

Para Rodig, joven artista, significaba dejar su entorno más cercano para instalarse en un rincón que, siendo remoto, le ofrecía una plataforma distinta: enseñar, crear, aprender sobre el territorio y colaborar al proyecto educativo de Mistral.

Colaboración y amistad

La convivencia profesional en el Liceo de Niñas se extendió durante esos años en Magallanes (aproximadamente 1918-1920). En ese período, su vínculo creció en múltiples dimensiones:

– Profesional: ambas participaron en la comunidad educativa de Punta Arenas, en tareas docentes, creación de bibliotecas, actividades de difusión cultural.

– Personal y emocional: los estudios actuales señalan que hubo una estrecha amistad -y según algunos análisis, también una relación de intimidad- entre ellas.

– Artística: Rodig pintó o esculpió retratos de Mistral y ella, a su vez, la reconoció como colaboradora en su proyecto educativo.

Aportes concretos en
Punta Arenas

Durante su estadía en Magallanes, algunas de las iniciativas vinculadas a su trabajo conjunto incluyeron:

1.- Reorganización del liceo y establecimiento de actividades culturales complementarias: bibliotecas, clases de adultos, trabajo de difusión de la lectura.

2.- Rodig como profesora e inspectora general, aún joven, impartía conferencias de arte para la comunidad obrera y trabajaba en la escuela nocturna.

3.- Mistral integrando su tarea literaria con la gestión educativa: en Magallanes escribe poemas que luego formarán parte de su gran obra.

El término del capítulo austral y la proyección

La estancia en Punta Arenas fue relativamente breve: a Mistral se le concedió traslado hacia Temuco alrededor de 1920, por razones de salud y quizá también de agotamiento.

Rodig, por su parte, continuó su trayectoria artística y pedagógica que la llevó a ser una figura relevante del arte y la enseñanza en Chile.

Pese al fin de su residencia conjunta en Magallanes, su vínculo no se rompió: compartieron viajes (por ejemplo a México), correspondencia, proyectos de arte y educación.

Significados y legados

Este episodio -Mistral y Rodig en Punta Arenas- tiene varios rangos de significado:

1. Educativo: Mistral demostró que la innovación pedagógica puede darse en contextos extremos, y Rodig aportó desde el arte y la estética a la formación de jóvenes mujeres.

2. Territorial: Magallanes aparece como un espacio clave en la historia de ambas mujeres, lejos del epicentro capitalino, con desafíos propios.

3. Relacional: la amistad entre dos mujeres que dejaron huella, abre preguntas sobre la vida íntima de Mistral, una figura muchas veces protegida por el silencio.

4. Cultural-artístico: el hecho de que Rodig plasmara la figura de Mistral en arte, y que ambas colaboraran en proyectos culturales, muestra cómo la poesía, el dibujo y la educación se entrelazan.

 

El retrato

En el trabajo “Mujeres Artistas del Siglo XX en la Colección de Arte del Museo Regional de Magallanes”, Laura Rodig integra el grupo de nueve mujeres cuyas obras forman parte de esta muestra. Acá se destaca el retrato de Gabriela Mistral que hoy día La Prensa Austral distribuye en forma gratuita a sus lectores (ver en pág.11). Se indica que este óleo fue probablemente pintado en Punta Arenas entre 1918 y 1920, cuando ella y Gabriela Mistral compartían amistad y docencia en el Liceo de Niñas. La obra revela la distancia de Rodig frente al academicismo dominante, al centrarse en el rostro expresivo de la escritora y reducir cuerpo y fondo a un mínimo.

Rodig, nacida en Los Andes en 1901, mostró talento precoz: ingresó a la Escuela de Bellas Artes a los 11 años y expuso por primera vez a los 14. Aunque fue expulsada por cuestionar el rígido academicismo, volvió gracias a la mediación de Fernando Álvarez de Sotomayor. Su vínculo con Gabriela Mistral se inició temprano, cuando esta enseñaba en Los Andes y defendió a la joven artista tras un episodio de injusticia escolar. Se precisa que los manuscritos de Los Sonetos de la Muerte son acompañados entonces de dibujos de Rodig.

El artículo del Museo Regional de Magallanes detalla que en 1918, al asumir Mistral la dirección del Liceo de Niñas de Punta Arenas por designación de Pedro Aguirre Cerda, Rodig se trasladó con ella como profesora de dibujo. En Magallanes impulsó una biblioteca popular y colaboró en la revista Mireya, donde se hizo cargo de la sección de arte, mientras Mistral escribía sobre la realidad social austral. Ambas dejaron la región en 1920, y Rodig volvió a acompañar a Mistral en Santiago al crearse el Liceo N°6 de Niñas.

El Museo también subraya el impacto del viaje que realizaron juntas a México en 1922, invitadas por José Vasconcelos para integrar la reforma educativa. El contacto con el mundo indígena y el muralismo -Rivera, Siqueiros y Orozco- fue decisivo para la artista, que adoptó una mirada profundamente latinoamericana y social.

Rodig continuó su carrera internacional con exposiciones en Madrid (1925) y en el Salón de Otoño de París (1928). En 1929 recibió una beca del gobierno chileno para estudiar con André Lothe, integrándose en la Generación del 28 y vinculándose al Socorro Rojo Internacional, según recuerda el Museo.

De regreso en Chile en 1930, participó en la fundación de la Asociación Chilena de Pintores y Escultores y se convirtió en una de las primeras artistas en promover un arte social, comprometido con pueblos originarios y con el mundo obrero. Ese mismo año fue cofundadora del MEMCH, junto a Marta Vergara y Amanda Labarca. Tal como consigna el Museo y la historiadora Gloria Cortés, su obra sobre madres obreras e indígenas expresa una clara postura política y un temprano feminismo.

La relación entre Rodig y Mistral se mantuvo con cercanía intermitente, pero siempre con afecto. En cartas citadas por el Museo, Rodig recordaba los paisajes magallánicos y los días compartidos en el Hotel de Tres Pasos. Tras el Nobel de 1945, llegó a llamar a Mistral “la Selma Lagerlöf chilena”, aludiendo a la escritora y maestra sueca que recibió este máximo galardón en 1909.

Rodig, reconocida en Chile y el extranjero, fue candidata al Premio Nacional de Arte en 1970. Su legado, en palabras que se desprenden del artículo del Museo Regional de Magallanes, es el de una artista rebelde, visionaria y pionera en la integración de arte, política y emancipación femenina.

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