Balotaje: dos visiones y un proceso ejemplar

Con sorpresas electorales -como la alta votación obtenida por Franco Parisi y el relegamiento a un quinto lugar de Evelyn Matthei-, por ende, con resultados que no necesariamente respondieron a las tendencias que marcaban las últimas encuestas, sobre 13 millones de personas participaron ayer en el proceso eleccionario, donde Jeannette Jara y José Antonio Kast pasaron al balotaje.

El resultado -relativamente estrecho y claramente desventajoso para la candidata del oficialismo- deja un mensaje claro: la democracia sigue viva, aunque repartida entre extremos.

Más allá de los análisis electorales, cabe destacar que el proceso electoral fue transparente, ejemplar y confiable, asegurado por un Servicio Electoral (Servel) que merece reconocimiento por su rigurosidad en el conteo y supervisión. La labor de los vocales también tiene que ser reconocida.

Lo que estará en juego el 19 de diciembre próximo es mucho más que una presidencia. Se pone a prueba la capacidad de Chile para construir una agenda gobernable, centrada en tres ejes clave: seguridad, crecimiento económico y modernización del Estado. Esperable es que los dos candidatos lleguen con programas de gobierno más robustos y que haya un debate de futuro y responsable.

Mientras los comandos se rearman y se buscan las adhesiones necesarias para triunfar -tarea que tiene más cuesta arriba Jara-, se debe valorar el llamado del Presidente Gabriel Boric, en cuanto a priviligiar el diálogo y la política de los acuerdos. Desde la derecha o desde la izquierda, la necesidad del país es que se priorice la gestión efectiva sobre los discursos ideológicos y las posturas extremas.

Para Boric, el paso a la segunda vuelta no sólo es un desafío para los candidatos, sino también para la ciudadanía: “Este es el momento de demostrar que el diálogo, el respeto y el amor por Chile pueden prevalecer por encima de nuestras diferencias”, dijo, subrayando su confianza en que se puede reconstruir confianza institucional y social. Esta llamada al entendimiento demuestra un reconocimiento de que el poder exige más que representatividad, pues requiere responsabilidad.

Jara y Kast representan visiones opuestas, pero, curiosamente, convergen en la demanda que muchos chilenos sienten con urgencia: que el Estado sea eficaz, que garantice seguridad y que permita desarrollo. Jara encarna la continuidad del oficialismo progresista, con promesas de justicia social y reforma; Kast, por su parte, apela a quienes reclaman orden, libertad económica y soluciones concretas frente a la incertidumbre.

Chile mostró al mundo que, incluso con algún grado de polarización, es posible dirimir diferencias a través del voto con respeto al marco constitucional.

Ahora, los ciudadanos tienen una tarea decisiva. Hacia el 14 de diciembre, es fundamental que el intercambio de pareceres prime sobre la crispación. Se necesita una campaña seria, donde las propuestas se discutan con responsabilidad y sin polarizar innecesariamente el país.