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Liceo Industrial despide a alumno fallecido con emotivo homenaje en el frontis del establecimiento

Sábado 22 de Noviembre del 2025

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  • Globos blancos y azules, recuerdos y palabras de afecto dieron forma a un adiós que reunió a familiares, compañeros, docentes y vecinos para honrar la vida del joven estudiante de tercero medio.

Durante la tarde de este viernes, la comunidad del Liceo Industrial Armando Quezada Acharán vivió una jornada marcada por el duelo y la despedida de su alumno Francisco Mateo Irribarra Salazar (17). Desde mucho antes de la hora anunciada, comenzaron a llegar estudiantes, profesores, familias y exalumnos. Algunos caminaban en silencio, con la mirada fija en el suelo; otros se acercaban lentamente a los grupos que ya estaban reunidos. Muchos portaban globos blancos y azules, un gesto sencillo pero significativo para acompañar la partida del estudiante de tercero medio.

A medida que pasaban los minutos, el número de alumnos fue aumentando y se formó un círculo amplio y respetuoso alrededor de la carroza fúnebre que esperaba en la entrada del establecimiento. Era un espacio lleno de recuerdos, de imágenes que volvían a la memoria de quienes compartieron con él los últimos años: trabajos en grupo, bromas en los pasillos, desafíos en los talleres, sueños comentados a la rápida entre clases.

Para muchos, ese frontis del Liceo Industrial -un lugar cotidiano, casi automático en su rutina diaria- se transformó en un escenario nuevo. Allí, donde tantas veces se encontraron para entrar corriendo antes del timbre o para despedirse camino a sus casas, estaban ahora reunidos para brindarle un último adiós. En ese instante, el liceo dejó de ser sólo un establecimiento; se convirtió en un refugio colectivo.

Luego, la comunidad educativa se trasladó hacia el Santuario María Auxiliadora, donde se celebró una eucaristía que congregó a decenas de personas. Durante la ceremonia, varios testimonios recordaron su forma de ser: un joven cercano, atento, un buen amigo y una persona alegre. Sus amigos lo describieron como un buen compañero. Uno de los mensajes más emotivos fue pronunciado por un joven que lo recordó desde un vínculo fraternal. Sus palabras, pronunciadas con sinceridad absoluta, resonaron en el templo y conmovieron profundamente a quienes escuchaban. “Siempre va a vivir con nosotros mientras lo tengamos en el corazón y siempre lo recordemos”, expresó, revelando cuánto significaba su presencia en la vida cotidiana de su curso.

La ceremonia avanzó con oraciones y momentos de silencio que permitieron a todos procesar el dolor y, al mismo tiempo, agradecer por haber sido parte de la vida del joven.

Al finalizar la eucaristía, la salida del templo se convirtió en un nuevo momento de contención. Los abrazos se prolongaron, las manos se estrecharon con fuerza y las lágrimas se mezclaron con palabras de consuelo. Había quienes se quedaban en silencio, simplemente compartiendo la presencia del otro, entendiendo que a veces acompañar significa solo estar.

En el frontis del Liceo Industrial y en el interior de la Parroquia María Auxiliadora, la despedida del estudiante se transformó en un acto profundo de memoria y cariño. La comunidad expresó no sólo el dolor de su partida, sino también la gratitud de haber coincidido con él en un momento tan importante de sus vidas. Allí quedó la certeza de que su recuerdo seguirá acompañándolos en cada espacio del liceo, en cada proyecto inconcluso, en cada risa compartida. Su historia permanece viva en quienes lo conocieron, en quienes lo vieron crecer, aprender y construir amistades que seguirán hablando por él. Y será esa memoria -humana, colectiva, honesta- la que permita que su presencia continúe iluminando, incluso en medio de la ausencia.

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