Thor: el perro que hace patria junto a los carabineros en la Tenencia Yendegaia
Marcos Sepúlveda Loyola
Enviado a Yendegaia
En medio del viento, la vegetación indómita, montañas imponentes y rincones aún vírgenes, hay un pequeño guardián que se ha convertido en el alma de la Tenencia de Carabineros de Yendegaia, uno de los puestos más aislados y exigentes de la zona austral. Su nombre es Thor. Tiene apenas un año y cuatro meses y, pese a su juventud, es ya una pieza fundamental en la vida cotidiana del cuartel policial.
Es un perro de pelaje negro y blanco, suave como lana, con manchas café claro alrededor de los ojos que le dan una expresión dulce y despierta. Tiene orejas largas, un hocico marcado por una mancha blanca y un carácter sereno: ladra poco, pero se hace notar con cariño, movimientos de cola y miradas que lo dicen todo. Le encantan las cámaras, algo que quedó demostrado durante la reciente visita presidencial, cuando posó sin timidez para los periodistas que descansaban en el destacamento antes de acompañar al Presidente Boric a la inauguración del nuevo tramo de la senda de penetración que conecta este apartado lugar con la estancia Vicuña.
Thor llegó como un regalo, donado a la tenencia desde Puerto Williams. Desde ese primer día, su energía noble y tranquila conquistó a los nueve carabineros que viven en régimen interno, lejos de sus familias y enfrentando condiciones climáticas extremas.
“Thor es un gran amigo”, dice el suboficial mayor de Carabineros, Manuel Cavieres González. En este territorio desafiante, su presencia entrega una contención emocional silenciosa pero poderosa. “Se adaptó bien a las condiciones y al personal de acá, siendo importante para esos vacíos que se generan”, agrega.
Tenencia Yendegaia
La Tenencia Yendegaia funciona desde 1964, originalmente como retén. Tres años más tarde, en 1967, fue elevada a la categoría Tenencia. Su labor principal es la soberanía y la integración con Argentina, además de resguardar las operaciones del Cuerpo Militar del Trabajo, encargado de la construcción del camino Vicuña-Yendegaia.
“Desde el año que funciona esta Tenencia, nunca se ha registrado ningún tipo de conflicto o incidente fuera de lo normal”, admite el suboficial mayor Cavieres, quien lleva cinco años destinado en este apartado rincón del territorio nacional.
Ser carabinero en Yendegaia no es fácil: en un solo día pueden experimentar las cuatro estaciones del año. “El invierno acá es crudo”, explica Cavieres. La nieve puede alcanzar los 30 centímetros como mínimo, y el viento blanco complejiza cualquier desplazamiento.
No es raro que los efectivos, que cumplen turnos de 40 días por 10 de descanso, deban quedarse más tiempo debido a tormentas que impiden el descenso. Ese retraso, reconoce Cavieres, puede causar tensión familiar y emocional, especialmente durante el primer año. Con el tiempo, dice, “uno y la familia se adaptan”. Cavieres es oriundo de Maipú y gran parte de su carrera la desarrolló en comisarías del centro de Santiago. “El cambio para un carabinero es fuerte”, admite, al pasar de enfrentar delincuencia a cumplir tareas de integración y resguardo territorial.
La dotación de Yendegaia está compuesta por nueve carabineros sin familia, debido a las condiciones del lugar: el clima, la falta de infraestructura educativa y la distancia con centros urbanos. El personal proviene de distintas zonas del país: Santiago, Concepción, Temuco y Antofagasta.
La vida en el destacamento
Aquí se realiza toda la labor administrativa, igual que en una comisaría grande de Santiago, aunque en menor escala. Se pasa lista a las ocho de la mañana, se lleva el parte de novedades, se mantiene la guardia y se siguen los mismos procedimientos. La diferencia está en el tipo de servicio: mientras en las ciudades las unidades enfrentan un alto volumen de público y denuncias, en Yendegaia las funciones se enfocan en soberanía, control territorial y apoyo a quienes transitan por este extremo austral del país. Un ejemplo: en las pasadas elecciones, once personas presentaron sus excusas por encontrarse lejos de su local de votación, situación habitual en la zona.
Para enfrentar la soledad y la rutina, los funcionarios se las ingenian: tienen una cancha de fútbol donde a veces juegan con los profesionales del Cuerpo Militar del Trabajo; construyeron un gallinero para abastecerse de huevos frescos; y crearon un invernadero donde cultivan lechuga, cilantro y otras especies.
Hasta hace pocos años, la conectividad era mínima: sólo podían acceder a internet entre las 8 y las 12 de la noche. Hoy, gracias a nuevos sistemas, cuentan con conexión durante toda la jornada, lo que les permite mantener contacto con sus familias y seguir las noticias.
Una vez al mes realizan una entrevista formal con su contraparte argentina, donde conversan sobre abigeato, personas extraviadas, incremento del turismo en el lado trasandino y coordinación para retornos seguros cuando turistas extranjeros cruzan involuntariamente la frontera.
Además, la Tenencia trabaja con la Universidad de Magallanes, guiando a científicos que investigan la flora y fauna del Parque Nacional Yendegaia. Los carabineros especializados en montaña actúan como guías, acompañantes y rescatistas.




