Don Joaquín….
Difícil escrutar la personalidad de un genio como Joaquín Edwards Bello.
En cierta ocasión su sobrino Jorge me confesó parte de la biografía no conocida de su tío: “Era un jugador enfermizo, desclasado, cliente de prostíbulos y ácido crítico de su época”.
Manejaba magistralmente la ironía y ello no le impidió hasta burlarse de nuestro escudo nacional. Pero lo hizo con garbo, con gracia: “Jamás he visto un huemul y no sé para qué sirve. Caballo y cóndor, debieran estar en el escudo. Huemul me sabe a rebuscamiento, pedantería y repugnante heráldica”
Lo que es más sabido es que dilapidó su fortuna y terminó suicidándose a los 80 años con un disparo en el paladar. Para ello, utilizó una pistola Colt 32, que le había regalado su padre.
El Edwards Bello de cada día fue un dandy. Vestía con una elegancia europea, de aristócrata. Solía llevar un sombrero calañés, o bien un jipijapa, porque “de otra manera no se puede saludar como caballero a las damas”.
Admiraba a Diego Portales, gozaba estando en París y de Talca decía que tenía un pasado glorioso y un presente que dejaba mucho que desear.
Del pueblo vasco señaló que su amor a la patria era muy sospechoso, agregando: “Ellos han aprovechado la sumisión de nuestro pueblo por el tipo rubio de ojos claros, llegando a hacerlos creer que el tipo moreno es ordinario e inferior”.
Acerca de nuestra idiosincrasia señaló que somos un pueblo tan aburrido como siesta de ovejas; y se burlaba de la forma de bailar del chileno: acoquinado, como si lo estuviese mirando todo el mundo… y con menos ritmo que una gotera. De allí que necesite un par de tragos para desbloquearse…y moverse un poco más.
Taciturno, ello no obstaba para dejar traslucir su sentido del humor. En una oportunidad confesó: “Mi gran deseo es ser nombrado cónsul de Chile en Valparaíso”.
No contaba chistes pero gozaba escuchándolos. Lo que sí le causaba gracia eran las anécdotas protagonizadas por literatos que él conocía o admiraba.
En cierta oportunidad, el destacado escritor y amigo de Joaquín, Alberto Romero envió una carta don Ricardo Baeza su obra “La viuda del Conventillo”. Aquí conviene aclarar que en España no se emplea el término “conventillo”
A los pocos días recibió una carta muy fina del embajador literato, donde decía: “Ricardo Baeza saluda a usted muy atentamente y le agradece el envío de su interesante obra “La viuda del convento”, que he tenido el agrado de leer. Más tarde, en conversaciones particulares, el embajador celebraba la maestría de nuestro joven autor “para describir la vida monacal”.
¡Oh…esas viudas que se retiran a los conventos¡ ¡Oh, la paz bendita de los claustros!
Breves de Edwards Bello:
– “La realidad es siempre decepcionante”.
– “El chileno construye bien, pero demuele mejor”.
– El sufrimiento es el acicate del arte”.
– “En gran medida el problema de Chile es de educación. Ella es la representación de un país. Como su nombre lo indica, es reflejo del estado popular en diversas esferas”.




