Patricio Sesnich: de utilero del Liceo de Hombres al reconocimiento como líder mayor
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Homenajeado como uno de los “100 Líderes Mayores”, el empresario aduanero originario de Punta Arenas repasa su infancia en Magallanes, su paso por el servicio público, el salto al mundo privado y el trabajo que hoy lo mantiene ligado a proyectos energéticos en la región. A los 78 años, asegura que la palabra “retiro” no está en su horizonte.
A los 78 años, Patricio Sesnich Stewart llegó a la Casa Central de la Universidad Católica en Santiago para recibir un reconocimiento que, según dice, nunca esperó. La Fundación Conecta Mayor UC y El Mercurio lo distinguieron como uno de los “100 Líderes Mayores”, un premio que lo tomó “con sorpresa” y que atribuye, ante todo, al trabajo colectivo: “Lo tomo como un reconocimiento (…) las cosas que yo he logrado las he logrado por los equipos de trabajo”, afirma.
Magallánico nacido en Punta Arenas y residente en Iquique desde hace casi medio siglo, Sesnich sigue al frente de su empresa: una importante agencia de aduana, en un ritmo que, para muchos, sería extenuante. Todas las mañanas, dice, parte la jornada jugando tenis entre las 6,30 y 7,30. Después, a la oficina. “Creo que es fundamental mantenerse activo físicamente. Y lo otro es trabajar: uno tiene que trabajar, mantenerse activo mentalmente”.
No se ha retirado y no lo piensa hacer. Proyecta seguir involucrado en los proyectos logísticos y energéticos que hoy lo vinculan tanto con Tarapacá como con Magallanes y otras zonas del país. “Yo voy a seguir trabajando hasta que el caballero me golpee la puerta. No tengo ninguna intención de jubilarme”, dice.
Infancia en Magallanes
y utilero de su club
de Básquetbol
Sesnich nació en Punta Arenas, pero su infancia transcurrió en Tierra del Fuego, en la estancia Vicuña. Allí vivió hasta los cinco años, antes de que su familia regresara a la capital regional. Sus primeros recuerdos escolares están ligados al paisaje hostil de la cotidianeidad. “Caminaba desde mi casa, con medio metro de nieve, con botas”, recuerda, aludiendo a los inviernos que marcaron su formación en la Escuela Yugoslava y luego en el Liceo de Hombres.
Fue allí donde desarrolló su faceta deportiva. Integró el Club de Básquetbol de la institución, aunque él mismo reconoce que “nunca fui muy bueno” y que “era más malo para el básquetbol que no sé qué”. Fue entonces cuando el entrenador y el presidente del Club del Liceo, fueron personalmente a su casa a hablar con su padre “a pedirle permiso para que yo sirviera de utilero”, recuerda. La tarea implicaba lavar y secar las camisetas del plantel, además de apoyar la organización del equipo antes de cada encuentro.
Ese rol lo acompañó “durante seis años, del 60 al 65”. Y fueron años exitosos, recuerda: “El equipo salió campeón todos esos años”, rememora. “La ciencia del servir” tituló por ese tiempo un artículo de La Prensa Austral que contaba la historia del joven Sesnich.
Oficio público:
Aduanas y Contraloría
Partió a Santiago a estudiar. Después de terminar Ciencias Políticas en la Universidad de Chile y completar la especialidad aduanera en Valparaíso, Patricio Sesnich ingresó en 1969 al Servicio Nacional de Aduanas. Tras un traslado a Coquimbo en 1971, permaneció allí hasta fines de 1972, cuando ocurrió un giro inesperado en su vida profesional.
Viajando entre Coquimbo y Valparaíso para ver a su señora, se topó por casualidad con un compañero de la universidad, “que me preguntó si quería ir a la Contraloría porque estaban formando la Regional y necesitaban funcionarios. Y yo le dije, ya, bueno”, recuerda. Así, de casualidad, diez días después recibió una llamada que le anunciaba su nombramiento como inspector de servicio a contar del 2 de enero de 1973.
Cuando llegó a presentarse, se encontró con una sala llena de postulantes del concurso formal, que estaban sorprendidos al verlo. El jefe regional finalmente le explicó la razón del nombramiento: “Usted fue el mejor alumno en la Escuela de Ciencias Políticas (…) y usted va a ser el jefe de la Unidad Fiscalizadora”. Desde ese cargo, que ejerció hasta fines de 1974, debió asumir tareas complejas, como fiscalizar la recientemente modificada Ley de Armas en Valparaíso, una labor que describe como difícil en un país atravesado por tensiones políticas.
El salto a Iquique y el nacimiento del empresario
En 1974 dejó la Contraloría para incorporarse a una agencia privada en Valparaíso. Dos años después postuló al examen de agente de aduanas y, en 1977, obtuvo la autorización para ejercer como tal. Ese paso marcó su independencia profesional. “Yo aprendí y después lo apliqué para mí (…) ¿cómo podía seguir de empleado si era capaz de establecerme por mi cuenta?”, afirma.
Fue en esos años cuando la recién promulgada ley de Zona Franca entró en escena. Como docente en la Escuela de Ciencias Políticas en temas aduaneros especiales, le tocó enseñar la nueva normativa y decidió conocerla en terreno en Iquique.
Ese viaje cambió su futuro y el de su familia. De vuelta en Valparaíso, le propuso a su señora mudarse por un periodo breve: “Vámonos por un par de años, dos años que sea (…) y aquí estoy. Le mentí. Llevamos 49”, confiesa entre risas.
En 1977 instaló su agencia de aduanas “Sesnich” en Iquique, primero enfocada en operaciones de zona franca y luego en servicios para las empresas mineras que comenzaron a expandirse en la región. El crecimiento obligó a abrir oficinas en distintas aduanas del país. Con el tiempo, su hijo también rindió el examen y se convirtió en socio. Así se consolidó una operación de alcance nacional, levantada desde Iquique pero con vínculos crecientes con el resto del país, incluida posteriormente su natal Magallanes.
Consolidación
El crecimiento de la agencia coincidió con la diversificación de actividades logísticas en el país. Además del trabajo aduanero tradicional, la empresa comenzó a operar galpones, bodegas y servicios de transferencia en el norte, dando soporte técnico a operaciones industriales que requerían procesos más complejos.
Ese crecimiento terminó conectándolo nuevamente con su región de origen. Desde hace años mantiene presencia en Punta Arenas, con una sucursal dedicada a operaciones aduaneras estratégicas y asesorías para proyectos energéticos. Su participación en los trámites vinculados al piloto de combustibles sintéticos en Cabo Negro fue parte de esa reactivación del vínculo con Magallanes, al que volvió como empresario luego de décadas viviendo lejos.
Fuera del trabajo, Sesnich conserva una vida social y afectiva ligada a los territorios donde ha vivido. Mantiene contacto permanente con excompañeros del Liceo de Hombres -“llegamos 18” a la última reunión, recuerda- y con amigos que dejaron Magallanes pero siguen conectados a él por décadas de historias compartidas. También viaja con frecuencia a Punta Arenas, tanto por compromisos profesionales como familiares, manteniendo un lazo que no se ha debilitado pese a los años en el norte.
Su vida política: medio siglo en la DC
Aunque su trayectoria profesional ha estado marcada por el mundo aduanero y la logística, Patricio Sesnich tuvo durante décadas un rol activo en la política. Militó más de cuarenta años en la Democracia Cristiana, donde ocupó responsabilidades regionales y participó en campañas presidenciales. En Iquique, recuerda haber trabajado estrechamente en la campaña de Eduardo Frei Ruiz-Tagle. “Yo fui su generalísimo cuando salió presidente”, relata sobre la elección de 1993. Ambos coincidieron el pasado 23 de noviembre en la Casa Central de la UC para recibir el reconocimiento de los 100 líderes mayores de El Mercurio y Conecta Mayor UC.
Su salida de la DC ocurrió en 2017, tras una serie de diferencias internas acumuladas. Ese año decidió sumarse a la renuncia colectiva encabezada por Mariana Aylwin y un grupo de militantes históricos, en desacuerdo con la orientación más izquierdista que, según ellos, tomaba el partido.
No volvió a militar en un partido. Sin embargo colaboró con Amarillos Por Chile durante la campaña del primer plebiscito constitucional de salida. Su distanciamiento de la vida partidaria -una etapa en la que siente que ya “hizo la pega”- también tuvo un efecto práctico. “Las empresas internacionales te hacen declarar bajo juramento que no eres miembro de partido político”, explica, aludiendo a las condiciones que hoy rigen el trabajo con compañías extranjeras.
El episodio Zofri: una renuncia
marcada por principios
Su trayectoria empresarial también lo llevó a ocupar posiciones públicas. Durante los años en que integró el directorio de la Zona Franca de Iquique, Sesnich debió enfrentar una controversia que terminó precipitando su salida. El mismo relata que el directorio discutía la adjudicación de un contrato millonario a una empresa recién creada, sin experiencia previa. Durante tres sesiones consecutivas, como presidente, ejerció su derecho a veto. La presión aumentó cuando -según cuenta- recibió una llamada del Sistema de Empresas Públicas consultando por qué no aprobaba el acuerdo.
La tensión escaló al punto de que se convocó a una Junta de Accionistas con el objetivo de removerlo. Antes de que eso ocurriera, optó por presentar su renuncia directamente en La Moneda. Años más tarde, en una actividad oficial en Iquique, la entonces presidenta Michelle Bachelet le comentó que lamentaba su partida. Sesnich le replicó con franqueza: “No había alternativa, yo no trabajo con sinvergüenzas”.




