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“The New Yorker cumple 100 años”: Cumplir un siglo en la era Trump

Domingo 7 de Diciembre del 2025

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“Todas nuestras historias comienzan con una gran idea”, dice David Remnick, editor por más de 20 años del semanario “The New Yorker” que, con un siglo de existencia, textos de hoy celebridades de la literatura y el periodismo, viñetas humorísticas y nunca una fotografía en la portada, se convirtió en un diario de vida sobre la cultura neoyorquina y, por ende, norteamericana.

Y este documental dirigido por Marshall Curry sigue al equipo periodístico y editorial unos meses antes de que se cumpla el plazo fatal para sacar a circulación la edición que celebra sus primeros 100 años. Y lo que se ve son las reuniones de pauta en un ambiente más que grato, enérgico y dinámico, pero que quizás es solo por fuera, porque una cámara los vigila y su aniversario 100 acontece en tiempos difíciles para el periodismo y cuando apenas se ha cumplido un año del nuevo gobierno de Donald Trump.

El documental, que tiene como voz narradora a la actriz Julianne Moore, se distribuye en distintos escenarios, desde el edificio del nuevo World Trade Center donde funcionan sus oficinas; un set para televisión con apenas una silla para que hablen artistas, celebridades e intelectuales; la intimidad del oficio en sus redactores, diseñadores gráficos y correctores; e imágenes de archivo que hablan de sus hitos e impacto a través de las décadas.

Entre ellos, superar los ecos del festejo por ganar la guerra para revelar, por fin, el pavor y efectos de la bomba atómica en Hiroshima; el origen del movimiento ambientalista con la denuncia de la bióloga y escritora Rachel Carson alertando sobre la extraña muerte de aves por el uso indiscriminado de un pesticida; también del movimiento feminista #MeToo al dar el espacio en sus páginas a la denuncia sobre reiterados casos de abuso sexual por parte del productor cinematográfico Harvey Weinstein; la tortura interior y exterior del racismo como lo expresa el joven escritor negro James Baldwin; y por allí, el relato en capítulos de un asesinato a sangre fría en un pequeño pueblo de Estados Unidos que muchos consideran el inicio del periodismo de investigación novelado, cuyo autor, por talento, figura y nombre será referente en la literatura y escuelas de periodismo: Truman Capote.

El documental es coherente con la línea editorial del The New Yorker, donde el presente vive una tensión con el pasado, como se dice en algún momento. Y esta tensión la manifiesta mezclando la situación actual, donde el segundo gobierno de Trump es la sombra que acecha, y un calendario que retrocede de forma cronométrica en el tiempo y que se detiene para describir algunos de sus grandes momentos. Allí están el origen de la revista como idea en las jornadas bohemias de su creador, Herbert Ross, junto a su esposa y amigos; también de la primera portada y mascota oficial llamada Eustice Tilley, personaje ficticio representado en la caricatura de un aristócrata neoyorquino con sombrero de copa y cuello alargado que observa con cierta finura a través de un ojo de vidrio de bolsillo; el paso en todo un siglo de solo cinco editores, cuál de ellos más versátil y visionario para convertirse en leyenda; y un sinnúmero de portadas que a través de un siglo se confunden con una galería de arte.

“The New Yorker cumple 100 años” es un documental políticamente correcto, casi oficial, porque su intención es registrar los momentos de este proceso y, de paso, dar a conocer las complejidades y alegrías del trabajo periodístico, desde las primeras ideas hasta que ya se hace verbo y carne en las vitrinas de los kioscos. En su avance no hay conflictos, gritos ni oscuridades; basta y sobra con el tiempo actual que viven, donde lo único claro es que se debe seguir adelante.

Y si alguien tiene dudas de su impacto, allí están los personajes de series de televisión que mencionan a The New Yorker en un collage de imágenes donde se alcanzan a ver “Seinfeld”, “Mad Men” y la serie animada “The Critic”; y también de su vínculo con el cine en películas como “El secreto de la montaña” (2005), “La insoportable levedad del ser” (1988), “El ladrón de orquídeas” (2002), “A sangre fría” (1967) y “La crónica francesa” de Wes Anderson (2021).

Y ese detalle, que habla sobre el poder del cine y la televisión para crear referentes culturales, es el principal argumento y hasta recurso de amparo judicial que el documental le entrega a The New Yorker ante cualquier “ninguneo” o intención de algún poder por reducir su voz en el silencio.

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