“Elvis” para todos los gustos (2ª parte)
El domingo recién pasado nos referíamos a la proliferación de distintos “Elvis” a partir de Elvis Presley, el “Rey del Rock”.
Bobby Solo, “el Elvis italiano”
Bobby Solo (1945) es el apelativo artístico de Ricardo Satti. Tenía un parecido físico impresionante con Elvis Presley y una voz que no le iba en zaga, aunque carecía de presencia escénica y sentido del espectáculo. Esencialmente baladista, su canción más recordada es Una lacrima sul viso (“Una lágrima en su rostro”), de la que es coautor y con la cual participó en el Festival de San Remo de 1964.
El tema —a nuestro juicio, uno de los más bellos de la canción romántica italiana de todos los tiempos— fue finalista del certamen, que ese año ganó Gigliola Cinquetti, con solo 16 años, gracias a Non ho l’età (“No tengo edad”). Bobby Solo fue descalificado debido a una afección a la garganta, ya que utilizó playback.
El cantante se tomaría revancha en San Remo: en 1965 ganó con Se piangi, se ridi y en 1969 triunfó con Zíngara, canción que también conocimos en versiones de Iva Zanicchi, Gianni Morandi y Nicola di Bari.
Cristina, de la cual es coautor, fue otro gran éxito de Bobby Solo; da la impresión de estar escuchando a “Elvis” cantando en italiano.
Elvis Presley, el “Rey del Rock”
Vamos entonces al “original”: Elvis Aaron Presley (1935-1977), cantante y actor estadounidense, activo desde 1954 hasta su muerte. Comenzó cantando góspel y se dio a conocer a través de sus películas, canciones de rock and roll y su publicitado servicio militar. Con una carrera hábilmente dirigida por el tristemente célebre “Coronel” Parker, llegó a lo más alto de la fama, siendo considerado —hasta la fecha y merecidamente— “el Rey del Rock”.
Sin salir del territorio estadounidense —por problemas legales del “Coronel”—, sus éxitos dieron la vuelta al mundo. A ello contribuyeron su voz privilegiada, su presencia escénica y su atractiva imagen, con el jopo engominado de la década de 1950, complementado en la última etapa de su carrera por unas icónicas patillas.
Elvis fue fundamentalmente intérprete y compuso muy poco; no obstante, muchos de sus grandes éxitos fueron escritos especialmente para él por otros autores. Entre sus temas más recordados se cuentan: Hotel de los corazones destrozados, No seas cruel, Déjame ser tu osito de felpa, Ámame tiernamente (Love Me Tender), Perro sabueso, It’s Now or Never (’O Sole Mio), El rock de la cárcel, The Wonder of You, María es el nombre, Mentes suspicaces y Llorando en la capilla. En ellos da cuenta de una notable versatilidad, que abarca desde el rock and roll hasta la balada romántica.
Al parecer, Love Me Tender es el tema que más lo inmortaliza; sin embargo, en lo personal nos quedamos con Mentes suspicaces, grabada originalmente por su autor, Mark James, en 1968, con un resultado de absoluto fracaso. Presley la registró en 1969 y la llevó al número uno de las listas de popularidad. Fue su último gran suceso y el impulso final para el renacimiento de una carrera que ya venía en declive.
Desde fines de la década de 1960 privilegió las presentaciones en vivo, en las cuales solía utilizar como obertura el poema sinfónico Así habló Zaratustra, de Richard Strauss. Memorables en estos conciertos son sus versiones de Sweet Caroline, de Neil Diamond, y Never Been to Spain, del conjunto estadounidense Three Dog Night.
Muchas de sus presentaciones las realizó en Las Vegas, a partir de un contrato por diez años firmado por el coronel Parker a sus espaldas. De esa época data el llamado “Traje Elvis”: un enterito blanco, de cuello exageradamente levantado, lentejuelas y pantalones pata de elefante. Atrás quedaban las casacas de cuero, los jeans y el estilo desafiante de los años cincuenta. Este singular atuendo fue adoptado y adaptado en Chile por Cecilia, “La Incomparable”.
Las Vegas no es Las Vegas sin Elvis. Allí se le rinde culto: los imitadores abundan en cada esquina, enfundados en el “Traje Elvis”, y su figura aparece en llaveros, tarjetas, muñecos y todo tipo de souvenirs. Elvis representa para Las Vegas lo que la Torre Eiffel es para París, el Obelisco para Buenos Aires o el Milodón para Puerto Natales.
En 1973, su recital Aloha from Hawaii marcó un hito al convertirse en el primer concierto transmitido vía satélite a casi todo el mundo.
Una faceta poco conocida del astro fue su preocupación por los derechos civiles en su país. La muerte, en 1968, de Martin Luther King —a quien admiraba— lo golpeó profundamente. Poco después del asesinato del activista, grabó If I Can Dream (Si pudiera soñar), un himno a la unidad.
Elvis Presley murió en 1977 en Memphis, producto de un paro cardiorrespiratorio.
Sandro: ¿“el Elvis de América”?
Cerramos con una interrogante que no podemos esquivar. Mucho se ha especulado respecto de si el argentino Sandro (1945-2010) fue el “Elvis de América”. Nuestra postura es categórica: no lo fue, no lo es ni lo será. Sandro es Sandro, tal como Elvis es Elvis.




