Más allá del balotaje, Magallanes espera certezas
La segunda vuelta presidencial enfrenta a dos candidaturas que encarnan proyectos políticos nítidamente distintos. Jeannette Jara, abanderada del bloque gobernante, y José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, vuelven a polarizar el escenario nacional en una contienda que, más allá de nombres y trayectorias, pone en juego definiciones de fondo sobre el rol del Estado, la continuidad de las políticas públicas y la relación del poder central con las regiones.
En lo estrictamente electoral, si bien Jara superó a Kast (26,8% versus 23,9%), el abanderado conservador llega con una ventaja evidente: en la primera vuelta, los tres candidatos de derecha concentraron sobre el 50% de las adhesiones. Esa cifra no es menor y explica por qué muchos dan por descontado un triunfo del líder republicano, quien por tercera vez busca llegar a La Moneda. Sin embargo, la política rara vez es matemática pura. Existe un margen -estrecho, pero real- para que Jeannette Jara pueda sorprender, si suma a su piso electoral el apoyo de una fracción del electorado que respaldó a Evelyn Matthei, de gran parte de los votantes de Franco Parisi y de los otros candidatos de centro-izquierda.
La pregunta es si ese trasvasije será suficiente.
Pero desde la perspectiva de Magallanes, el foco no debiera estar únicamente en quién gane, sino en qué se garantiza para la región al día siguiente del balotaje. Aquí está en juego algo más concreto y tangible que un debate ideológico: el respeto y cumplimiento de la política pública expresada en el Plan de Desarrollo de Zonas Extremas (Pedze). Se trata de una cartera de inversiones billonaria, construida desde el territorio, con participación regional y pensada precisamente para corregir desigualdades estructurales que el mercado, por sí solo, no resuelve en zonas aisladas y australes.
El temor que se instala, y que no puede ser desestimado, es que un eventual gobierno de José Antonio Kast desconozca o relativice este plan, ya sea por convicción ideológica o por la presión de sectores de la derecha más conservadora que históricamente han mirado con recelo este tipo de instrumentos. Sería un error mayúsculo. El Pedze no debe ser visto como un capricho político del actual gobernador ni una bandera partidista: es una respuesta de Estado a realidades territoriales persistentes y objetivas.
Por lo mismo, resulta fundamental que, si Kast llega a La Moneda, exista un compromiso claro y explícito de respetar un proyecto levantado desde Magallanes, evitando que iniciativas emblemáticas para el desarrollo regional sean desechadas por razones doctrinarias o cálculos políticos de corto plazo. La gobernabilidad también se mide en la capacidad de dar continuidad a políticas públicas que funcionan y que cuentan con legitimidad local.
Hoy, se definirá al próximo Presidente de la República, pero para Magallanes lo esencial es que quien resulte electo entienda que el desarrollo de las zonas extremas no admite retrocesos ni experimentos. Aquí no se trata de izquierda o derecha, sino de cumplir la palabra empeñada y de reconocer que el país también se construye -y se sostiene- desde sus márgenes.




