Semiserio: el único radical que consigue votos, el acercamiento peligroso y la desubicación de Germancito
Elia Simeone R.
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Las pasadas elecciones de noviembre no sólo fueron un balde de agua fría para los poco más de 600 partidarios de Artés en Magallanes. No. Los resultados golpearon fuertemente al Partido Radical, que está en la lista de los 13 referentes que desaparecerán tras no lograr el 5% de los votos ni cuatro escaños en dos regiones. Se vino la noche.
Pese al peso histórico, no pudieron hacer carne el nuevo eslogan “Gobernar con la gente”, porque… nadie quiere gobernar con ellos.
¿Qué dirán en su tumba Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ruiz y el mismísimo Gabriel González Videla?
A nivel regional, el golpe también fue resentido por emblemáticos como “Repollo” M., otrora bastión del radicalismo. Dicen que el propio exintendente Jelincic también habría derramado una lágrima, pese a que ahora andaba Amarillo.
Pero, entre tanta desolación, aún existe una pequeña esperanza. Tenía todo en su contra. Enfrentó una durísima operación tendiente a desalojarlo.
Dicen que el enfrentamiento interno sólo podría compararse con la próxima disputa por la presidencia de la Corte Suprema, máximo tribunal donde el ambiente está más que caldeado.
Sí, señores y señoras -para escribir con perspectiva de género-, “Vito” Hernández lo hizo de nuevo y fue reelegido por un tercer período al frente de la Sociedad de Escritores, por 23 votos contra 11 de las otras candidaturas.
Este hombrecito, con boina y gabardina al más puro estilo Neruda, sonríe y ahora se le ve caminando orondo por las callecitas de Puq. Sabe que encarna el último bastión del radicalismo en Magallanes o, al menos, el único radical que consigue un par de votos.
Pero la tortilla se puede dar vuelta. Ya enfilando para su tercer período, algunos cuestionan a nuestro Cervantes regional, diciendo que se parece a Nicolás Maduro por eso de eternizarse en el poder, o a Pedro Sánchez y Felipe González. No obstante, el experto en tinta sigue siendo objeto de conspiraciones y podría tener un revés estrepitoso: el proceso electoral estaría siendo impugnado.
Le salió competencia
Aunque hoy es un día de elecciones, no todo es política. Conocido es el liderazgo de un ferretero amigo, quien por años ha encabezado la reactivación del barrio comercial Prat. No sólo ha estado al frente de campañas y concursos de murales para embellecer el sector, sino que ha sido un tenaz antiokupas e incansable partidario de la demolición del exhospital regional (combito en mano y todo). Pues bien, un conocido periodista de la plaza -que tiene una pluma envidiable- está saliendo al paso a don Mario y está encabezando la reactivación de un centro comercial en pleno casco histórico.
El hombre no se anda con chicas y dicen que está empeñado en dar tal brillo y valía al lugar que la galería comercial más famosa y emblemática del mundo, la Galería Vittorio Emanuele II, será una alpargata vieja.
¿En qué anda papá Bianchi?
Pasaron las elecciones parlamentarias y, como sucede con el desierto florido, al cabo de un tiempo las florecillas ya se escondieron. Sí, porque los activos legisladores que aparecieron en los últimos meses para estar en cuanta radio, medio o red social para informarnos cuánto han hecho por nosotros -superada la prueba electoral y con cuatro años más en el bolsillo- se fueron a invernar cual ositos pardos (aunque recién comenzó el verano).
Sin embargo, hay uno que, extrañamente, ha marcado presencia y no ha bajado la exposición mediática, y sigue asistiendo a cuanto punto de prensa se puede armar.
¿En qué anda papá Bianchi? Esa es la pregunta, cuya respuesta es digna de una apuesta en Betano o cualquier otro sitio que estimula el sueño del pibe y el lucro fácil.
Entre los mentideros de la ciudad, se ha comentado que hay acercamientos. ¿Estratégicos? ¿Comerciales? ¿Amicales? “Sospechosa la cosa”, diría el Bombo Fica.
Las alianzas siempre terminan siendo importantes al momento de mantener posiciones y cargos. Pero muchas veces este “honorable” ha visto vulnerada su confianza y, más allá de lo que imaginaba, ha sufrido verdaderos abusos. Dicen que, por eso, andaría medio choreado con un concejal busquilla, que tiró por la borda toda una vida falangista para estar más “in” política y electoralmente hablando. ¿La razón? Apropiarse de la agenda de seguridad y ganarle el quien vive al difundir antes que el hombre de la voz estereofónica una noticia sobre el control biométrico en el aeropuerto.
Este eventual rompimiento no sería nada extraño.
La política tiene un talento especial para convertir abrazos en codazos. Donde antes hubo camaradería, confianza y promesas de lealtad eterna, suele aparecer -con puntualidad casi institucional- la discrepancia ideológica y, con ella, el distanciamiento. Ahí están John Adams y Thomas Jefferson, amigos entrañables, socios de la independencia estadounidense y luego adversarios políticos de tomo y lomo, que pasaron de escribirse con afecto a mirarse de reojo, aunque el tiempo y la vejez les regalaron una reconciliación final digna de epílogo histórico.
Algo parecido ocurrió con Theodore Roosevelt y su pupilo William Howard Taft. El primero lo ungió como sucesor y el segundo aceptó encantado… hasta que Roosevelt decidió que el heredero no administraba el legado como correspondía. Resultado: ruptura, reproches y una elección presidencial en 1912 donde el mentor terminó compitiendo contra su propio discípulo, en una pelea que dejó a los republicanos divididos y a la amistad en cuidados intensivos.
En México, la historia tampoco fue amable con las lealtades personales. Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles compartieron proyecto, cercanía y liderazgo, hasta que Cárdenas resolvió que ya no necesitaba al “Jefe Máximo”. La amistad terminó, el poder cambió de manos y Calles acabó exiliado, confirmando que en política los padrinazgos suelen tener fecha de vencimiento.
Bueno, y para no ir más lejos, el mismísimo Bianchi protagonizó uno de los idilios-rupturas más furiosos y mediáticos en la otrora colonia penal.
Y esto pasa en cualquier ámbito; si no, pregúntenle al jugador de futbolito sénior del club Barrabases que ha vivido una verdadera pesadilla.
Así es que, Germancito, Germancito, ¡ándate con cuidado!




