“Sueños de trenes”: Un hombre en la Tierra
Por Guillermo Muñoz Mieres,
periodista
Estados Unidos, 2025
Director: Clint Bentley
Protagonistas: Joel Edgerton, Felicity Jones
En Netflix
Esta es la historia de un hombre llamado Robert Grainier, quien, como indica el narrador, vivió más de 80 años en las inmediaciones del pueblo de Bonners Ferry, Idaho, en el Estados Unidos rural de inicios del siglo XX.
Y se señala un detalle: aunque viajó a kilómetros del Pacífico, nunca vio el océano. Un dato no menor y simbólico para el cine, porque en su filmografía abundan relatos y personajes cuyo epílogo es el horizonte infinito del mar, una imagen poética que muchos interpretan como alcanzar, tanto interior como exteriormente, la libertad.
Y aunque no es el caso de Robert Grainier, él es, de cierta forma, un hombre libre, de origen desconocido, solitario desde pequeño, casi ermitaño, de pocas palabras y, hasta lo que vamos confirmando a través de la película, quizás un hombre bueno.
Y su vida cambia para mejor cuando conoce a Gladys Olding, con quien se casará y tendrán una hija, pero a las cuales debe dejar de ver por meses cuando se traslada lejos para trabajar por “buena plata” en el corte de árboles que abrirá camino al progreso que anuncia el tren.
Y “Sueños de trenes” se despliega en la historia de este hombre en sus dos mundos: la familia y la soledad de un trabajo de hombres solitarios, donde es testigo de la muerte y, quizás, de la maldad humana.
Y lo hace con una fotografía espléndida que, en cualquiera de sus mundos e imágenes oníricas, convierte a su entorno natural, plagado de verde y bosques, en un personaje más de la película.
Y esto, que podría estar vinculado al cineasta alemán Werner Herzog, se conecta plenamente con el cine del norteamericano Terrence Malick, sea a través del mundo rural de “Días de gloria” (1978), la introspección poética de sus personajes en “La delgada línea roja” (1998), o el origen del mundo y la familia en “El árbol de la vida” (2011).
De todos sus atributos, destaca el del actor Joel Edgerton, al construir un personaje entrañable y memorable, cuyo rostro tosco nos engaña al hacernos creer que, por allí, podría desembocar el mal, descubriendo a un hombre al cual la vida ha curtido con el abandono, la felicidad, cierto remordimiento, la tragedia del destino y el paso de los años, donde una motosierra y el tránsito de los trenes marcarán el quiebre y la diferencia entre el viejo y el nuevo mundo.
Y, con la mirada testigo y cómplice del paisaje, “Sueños de trenes” es la excusa del cine para contar la historia de este hombre que vivió más de 80 años, nunca vio el océano y a quien nadie echará de menos.




