Entre la voluntad de diálogo y las sombras de la desconfianza

El contundente triunfo de José Antonio Kast no sólo reconfigura el mapa político nacional, sino que abre en Magallanes un escenario que puede ser particularmente complejo para el gobernador regional, Jorge Flies. 

Derrotado políticamente en un territorio donde su cercanía con la candidatura oficialista no logró traducirse en respaldo electoral, la máxima autoridad magallánica deberá enfrentar ahora un nuevo ciclo marcado por la necesidad de diálogo con un gobierno ideológicamente distante y con un Partido Republicano que ha sido especialmente crítico de su gestión.

Las palabras del gobernador, al señalar que espera que “al gobierno de Kast le vaya muy bien” y que existe plena disposición a colaborar en todo lo que beneficie a la región, apuntan a una lectura pragmática del momento político. En efecto, los desafíos que se avecinan no admiten inmovilismo: convenios de programación con carteras clave, la ejecución del Plan de Desarrollo de Zonas Extremas y proyectos estratégicos como el Centro Antártico Internacional exigen coordinación, acuerdos y una mirada de Estado que trascienda las disputas electorales.

Sin embargo, esa voluntad declarada de negociación se ve tensionada por un factor insoslayable: la postura de uno de los referentes del Partido Republicano en Magallanes que insiste en apuntar con el dedo al gobernador y que ha sentenciado, en lo que a él respecta, que la próxima administración no negociará con Flies mientras no estén esclarecidos el Caso Convenios y las investigaciones que afectan al gobierno regional. 

Las críticas levantadas desde el Partido Republicano en Magallanes, particularmente en torno a presuntas irregularidades administrativas y a la falta de claridad en auditorías y transferencias, configuran un clima de desconfianza que podría condicionar cualquier intento de entendimiento político. 

Flies ha señalado que no existen “intransables” y que lo central es avanzar en aquello que beneficie directamente a la ciudadanía. Esa definición, aunque razonable, pone sobre la mesa una interrogante clave: hasta qué punto la continuidad del Estado, invocada tanto por el gobernador como por el Presidente electo, podrá sostenerse si hay integrantes de la próxima fuerza gobernante que ya están condicionando el necesario diálogo entre el gobierno regional y La Moneda. 

Magallanes entra así en una etapa de negociación inevitable, donde el desarrollo regional dependerá de la capacidad de ambas partes para separar legítimas diferencias políticas de las urgencias del territorio. Aunque ya ha negociado con gobiernos de derecha, este escenario también será una prueba decisiva para el gobernador Flies, respecto de su capacidad de conducir este nuevo ciclo con un referente más conservador.